Belén.- Cuatro extremistas palestinos de Hamas, entre ellos un líder de la organización radical, murieron ayer durante un ataque perpetrado por helicópteros de la fuerza aérea israelí en la ciudad cisjordana de Belén. El bombardeo desató el primer ataque palestino con morteros contra un blanco israelí en Cisjordania en aproximadamente 10 meses de violencia. El ataque de los helicópteros se registró a menos de un kilómetro de la Iglesia de la Natividad, erigida en el sitio donde, según la tradición, nació Jesús.
El incremento en la violencia, que martilló más clavos en el ataúd de un cese el fuego negociado por EEUU, fue posterior al ataque con bomba de un palestino suicida del grupo Jihad Islámico que el lunes causó tres muertos en el norte de Israel.
Los palestinos reaccionaron indignados y 14 facciones amenazaron, en una hoja volante, atacar a "cada soldado y cada colono". Previamente, el grupo militante Jihad Islámica amenazó con continuar sus ataques contra Israel, a pesar de lo que una fuente policial palestina calificó como firme la advertencia en contra emitida por el dirigente palestino Yasser Arafat.
Helicópteros israelíes lanzaron cinco misiles contra dos casas de Belén, matando a cuatro miembros de Hamas, entre ellos a Omar Saadeh, el representante de esta organización en la ciudad cisjordana. Al menos otras diez personas resultaron heridas. Aunque no hubo ningún comentario gubernamental, fuentes israelíes afirmaron que los fallecidos estaban preparando un atentado a gran escala en Jerusalén.
Planes de atentados
Según los israelíes, Hamas planeaba "un ataque masivo" para la clausura de los juegos Macabeos, considerados las olimpiadas judías, que comenzaron el lunes con la participación de más de 3.000 atletas de todo el mundo a lo largo de ocho días de competencias en todo el país. Unos 2.000 atletas del extranjero y otros 1.000 de Israel participan en las justas de una semana. Los Macabeos estuvieron a punto de ser cancelados después que las delegaciones extranjeras manifestaron preocupaciones de seguridad por la violencia de 10 meses durante la revuelta palestina.
Ahmed Abdel-Rahman, un asistente de alto rango de Arafat, calificó el ataque con misiles como "terrorismo auspiciado por el Estado" que perjudica los esfuerzos para restablecer la calma. Abdel Aziz al-Rantissi, un funcionario de Hamas, dijo que los cuatro activistas se habían reunido en un edificio de Belén para esperar la llegada de un palestino que debía ser liberado de una cárcel israelí, cuando las instalaciones fueron blanco de los misiles lanzados por helicópteros israelíes.
Israel ya llevó a cabo en la noche del lunes ataques con tanques cerca de las localidades de Yenin y Tulkarem, en represalia por el atentado suicida de un extremista palestino en la ciudad israelí de Binyamina, en el que fallecieron en total tres personas. La emisora Voz de Palestina informó entre tanto de que un grupo de colonos judíos apalearon hasta la muerte a Rafat Hejayer, un agricultor de 40 años de la ciudad de Salfit, cerca de Nablus, en el norte de Cisjordania.
Pocas horas después del ataque israelí en Belén, radicales palestinos lanzaron en el la localidad de Gilo, próxima a Jerusalén, granadas de mortero contra una zona en la que se están construyendo casas, afirmaron fuentes de la seguridad israelí. Los proyectiles, lanzados presuntamente desde la cercana localidad palestina de Beit Yala, no produjeron heridos. Según los israelíes, es el primer ataque con morteros que se lanza desde zonas palestinas contra Jerusalén. Varios grupos radicales se atribuyeron el ataque en octavillas distribuidas en Belén. Un portavoz del primer ministro israelí, Ariel Sharon, dijo que el ataque con morteros contra Gilo era una "intensificación grave" que no se quedará sin respuesta.
En la fecha también estallaron forcejeos entre unos 30 palestinos y la policía israelí frente a la Casa de Oriente, las principales oficinas palestinas en el este de Jerusalén. Los palestinos querían efectuar una procesión de homenaje a Faisal Husseini, el más alto funcionario palestino de la ciudad, fallecido el 31 de mayo de un paro cardíaco. Su hijo, Abdel Kader Husseini, encabezaría la procesión fúnebre. Poco antes de su inicio, las autoridades israelíes emitieron una orden donde prohibieron todas las concentraciones con motivo del funeral. "Vemos que hay algo llamado «medidas de seguridad israelíes», que pueden prevenir todo acto pacífico", dijo Abdel Kader Husseini. Pero el alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, dijo que no iba a ser un homenaje, sino una "manifestación política y provocativa".