Una de las epidemias que hoy se expande por el mundo es la obesidad. No sólo afecta a los adultos sino también a los niños. En Estados Unidos el 23% de los pequeños están excedidos de peso, y el 15% son obesos. En Italia, el 15% de los chicos entre 5 y 16 años presentan sobrepeso y el 7% de esta población son obesos.
Los argentinos no somos ajenos a esos valores, ya que también se evidencian en el país, según afirmaciones del doctor Angelo Pietrobelli, pediatra endocrinólogo italiano especialista en obesidad infantil y adolescente. Pietrobelli estuvo en Rosario ofreciendo conferencias sobre los riesgos de la obesidad infantil, cómo curarla y prevenirla.
En diálogo con La Capital, Pietrobelli afirmó que este aumento de obesos se debe mayoritariamente a un cambio en el estilo de vida. "El 40% está relacionado con una predisposición genética -continuó-, y el porcentaje restante con el estilo de vida, los hábitos alimenticios y las conductas".
Pietrobelli, de vasta experiencia en países europeos y Estados Unidos, explicó que en Argentina se observa una orientación hacia el estilo de vida yanqui, donde abundan las papas fritas, los fast foods y las bebidas gaseosas.
Para el especialista el principal problema es el cambio de vida donde, además de modificaciones en los hábitos alimenticios se redujo considerablemente el tiempo dedicado a la actividad física. "Ahora perdemos mucho tiempo mirando televisión y jugando con los videojuegos, lo que lleva a una vida sedentaria. Sumado a ello comemos mucho más de lo que necesitamos", expresó.
El pediatra endocrinólogo hizo hincapié en la necesidad de apagar el televisor, sobre todo a la hora de las comidas. "Es muy importante que la familia se reúna alrededor de la mesa durante las comidas y conversen. Porque si miran televisión se comen todo, tal vez sin saber qué es lo que ingieren", comentó con fuerza. "La televisión cumple hoy un rol de niñera, maestra y madre. Es necesario volver a la normalidad y recuperar los roles. La obesidad se puede curar, y cuanto antes mejor", aconsejó el especialista. Pero para ayudar a los niños a cambiar los hábitos de vida, hay que enseñarles cuáles son los buenos y malos alimentos. Por ejemplo, advirtió Pietrobelli, "no conviene que los chicos ingieran bebidas gaseosas, comidas fritas, excesiva manteca, aceite y margarina. En cambio, no deben dejar de comer frutas y vegetales, junto con carnes y pastas", dijo.
Una clave: la motivación
En edades tempranas, lo importante es la motivación. No se los puede someter a dietas escritas ni controlar las calorías, sino movilizarlos a que reemplacen algunos alimentos. "Hay que ser entusiastas ante los resultados positivos y como premio, tal vez una vez a la semana, se le puede dar hamburguesas con papas fritas", recomendó.
También hay que tener en cuenta la influencia de la publicidad en los pequeños, que ofrecen múltiples y tentadores productos. Luego los niños que acompañan a los adultos al supermercado los inducen a comprar alimentos sin valor nutritivo. "A la hora de comenzar un tratamiento -comenta el médico-, ha de tenerse en cuenta que estos son lentos y los resultados a largo plazo. No se trata de hacer cambios drásticos, sino paulatinos y persistentes, ya que lo que se busca es lograr un cambio de conducta vital".
Cuanto antes mejor
El riesgo de la obesidad comienza en el embarazo. El estado físico de la madre influye directamente en la salud del niño. Numerosos estudios demuestran que existen dos períodos importantes en el crecimiento del bebé, donde existen riesgos de que se dispare la obesidad. Esos momentos tienen lugar en el primero y el segundo trimestre del embarazo. En ese tiempo la madre aumenta de peso. Si el incremento es excesivo hay posibilidades de que tenga un bebé enorme. Si el niño es gordo desde chico tiene grandes posibilidades de serlo a los 5 ó 6 años.
En cambio, si la madre está mal alimentada durante el embarazo, el bebé aumentará mucho de peso en los primeros años de vida porque debe recuperar lo que no obtuvo durante su desarrollo fetal. Así, "si la madre está muy gorda antes del embarazo, durante o por el contrario está desnutrida durante la gestación del bebé, estamos ante situaciones de riesgo potencial para el niño", expresó.
Para saber si un chico está excedido de peso se tienen en cuenta valores promedios entre el peso y la altura. Para ello existe un cuadro con cifras recomendadas durante la edad pediátrica, con valores distintos en varones y niñas.
Según ese cuadro, cuando las cifras superan el 95% ese niño está obeso, en cambio, cuando alcanza entre los 85 y 95%, tiene sobrepeso.
"Tanto el sobrepeso como la obesidad están asociados a factores de riesgo, principalmente cardiovasculares", explicó Pietrobelli, generalmente asociados con alta presión arterial, niveles elevados de glucosa, y otros síntomas que se agravan con el tiempo.
El especialista italiano atiende en su consultorio a pequeños pacientes, que van de los 3 a los 12 años. Con todos aplica una misma regla "stop eat and start talk", deja de comer y comienza a hablar.