Delegaciones de todo el mundo iniciaron ayer en Alemania conversaciones para rescatar el acuerdo de Kioto, en una reunión que muchos científicos creen podría ser la última oportunidad para salvar al planeta del impacto destructivo del calentamiento global. Con Estados Unidos y Europa enfrentados en torno al Protocolo de Kioto, suscrito en 1997 bajo auspicios de Naciones Unidas y que obligaría a las naciones industrializadas a recortar sus emisiones de gases de invernadero, las probabilidades para alcanzar un acuerdo durante las dos semanas de negociaciones en Bonn son escasas. Europa apoya el pacto, pero el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, lo rechazó el pasado mes de marzo. Japón ha surgido como un protagonista crucial entre las otras dos regiones industriales contaminadoras. Pero el primer ministro Junichiro Koizumi ha dicho que serán necesarias más conversaciones, fijadas para octubre en Marruecos, para llegar a un acuerdo global. Con los ojos puestos claramente en Washington y Tokio, la UE presentó una declaración conjunta en Bruselas pidiendo a todas las potencias industriales que asuman sus responsabilidades y se centren en el calentamiento global. Bush ha desistido del respaldo dado al pacto por su antecesor, Bill Clinton. Washington dice que el pacto de Kioto se basa en datos científicos dudosos y que perjudicaría su economía. Eso ha enfurecido a los europeos, algunos de los cuales acusan a Bush, un ex empresario petrolero de Texas, de anteponer los intereses empresariales del país más contaminador del mundo a la preservación del planeta.
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