Los trabajadores del sector panificación del supermercado La Gallega, ubicada en Mendoza y Donado, estaban a punto de iniciar sus tareas del día cuando aparecieron cinco delincuentes armados y con sus rostros cubiertos. La banda tomó por asalto durante unos minutos las instalaciones del comercio, pero no pudo ingresar al salón principal donde se encuentra la caja fuerte debido a que estaba en funcionamiento el sistema de alarma. El magro botín de los asaltantes sólo consistió en un handy de comunicación y la bicicleta de uno de los empleados. Los nueve empleados sorprendidos fueron encerrados bajo llave en el baño de la cuadra donde se cocina el pan.
El asalto ocurrió el domingo minutos después de las 22. El grupo ingresó a la planta elaboradora de pan y facturas por un portón lateral que es utilizado por el personal de la empresa. A esa hora, los únicos empleados que están en el lugar son justamente los afectados a la producción de pan que trabajan de 22 a 6. Los delincuentes aprovecharon la oportunidad cuando llegaba para presentarse en su puesto el empleado Juan Carlos Carranza. El trabajador llegó en bicicleta y cuando el guardia de seguridad abrió el portón, aparecieron los asaltantes.
Carranza contó a La Capital que todo sucedió cuando él ya había traspuesto el portón y se dirigía hacia el sector de vestuarios. "Dejé la bicicleta a un costado y cuando me di vuelta, ya lo estaban apuntando al encargado. Todo ocurrió muy rápido. Enseguida entraron todos y nos hicieron arrodillar en el piso", comentó el empleado.
Según su versión, el grupo actuó sin violencia física, pero en un tono más que firme les ordenaban a sus víctimas que levantaran la mirada y no los miraran a la cara. De hecho, los maleantes llevaban sus rostros cubiertos con pañuelos y otras prendas. Carranza señaló también que una vez que la banda se organizó dentro de las instalaciones hicieron trasladar a los nueve empleados hacia la parte trasera de la planta y allí los hicieron tirar al piso, boca abajo.
Sistema de alarma
La intención del grupo armado fue en realidad ingresar al salón principal del supermercado, donde se encuentran las oficinas y la caja de seguridad. Voceros de La Gallega aseguraron a este diario que esa parte del local cuenta con sistema de alarma y por ese motivo los ladrones no pudieron ingresar. Lo cierto es que, al comprobar que no podían ingresar al sector de la caja fuerte, los asaltantes optaron por retirarse.
Antes de irse, los ladrones llevaron a los nueve empleados hasta el baño y los encerraron bajo llave. Carranza indicó que todos pudieron salir tras trabajar durante varios minutos con un cuchillo, con el que forzaron la cerradura. Al parecer, la banda debió conformarse con un más que escaso botín: un handy y la bicicleta de uno de los trabajadores.