Año CXXXIV
 Nº 49.178
Rosario,
domingo  15 de
julio de 2001
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Otro ajuste. Entrevista al ex ministro de Economía
López Murphy: "El que tenía razón era yo"
Reivindicó su breve paso por el Palacio de Hacienda. Admite debilidad política pero cree que el ajuste es viable

Gabriel González

Ricardo López Murphy estuvo en Rosario el miércoles pasado, un día después del anuncio del ajuste por parte de su sucesor en el Ministerio de Economía, Domingo Felipe Cavallo. El país era un tembladeral: el riesgo país volaba y las acciones se hacían papel picado. Las urgencias de los hombres de negocios rosarinos por acceder a información de primera mano hizo que se vieran desbordadas las instalaciones del auditorio de Fundación Libertad, en el fastuoso edificio de calle Mitre que posee una envidiable vista al río Paraná. El lento paso de un barco granelero por el canal dio el marco para tomar contacto con un López Murphy mucho más distendido del que frecuentó por muy pocos días el Palacio de Hacienda, durante aquel otro tembladeral.
López Murphy aclara expresamente que no tiene intenciones de entrar en polémicas con la gestión de Cavallo y con la misma ortodoxia de sus recetas económicas cumple con rigor la premisa de que no salga de su boca una palabra que "no sea constructiva". Aunque deja en claro que no pasó ni va a pasar facturas, se siente reivindicado por los acontecimientos que llevaron a la actual gestión a aplicar un ajuste aún más severo del que no pudo hacer. Y lo dice con todas las letras: "La discusión que se dio en marzo sobre lo que había que hacer está saldada, el que tenía razón era yo".
En este diálogo, el ex ministro de Economía plantea que falta un mayor respaldo político para avanzar con "las correcciones", pero opina que habrá comprensión en las filas del oficialismo y la oposición para avanzar, porque "todo lo que no se haga hoy mañana va a ser peor".
-Cavallo anunció un severo ajuste pero existen dudas sobre su viabilidad. ¿Ha perdido toda credibilidad el gobierno de la Alianza?
-No, yo diría que obviamente hay un proceso de corrección a una realidad muy adversa que se viene afrontando desde hace varios meses. Era inevitable en el contexto de la realidad argentina que debíamos hacer un encauzamiento del gasto, era casi inevitable. Con las características de nuestro proceso político, me parece que ahora está llegando la hora de ese cambio. A mí me hubiera gustado que hubiese ocurrido mucho tiempo atrás, que hubiera estado acompañado de medidas estructurales y que tuviera un contexto menos exigente que el cese del financiamiento, pero parece ser que en la Argentina las circunstancias en la que se hacen los cambios es en situaciones extremas. A mí me gusta prever y no accionar terapéuticamente, pero quizás el país tiene este mecanismo de resolución de ese conflicto.
-¿Se podría concluir que se estuvo perdiendo tiempo?
-Nunca va a escuchar de mí un comentario que no sea constructivo. Yo voy a tratar siempre de ver qué argumento positivo podemos sumar a la tarea que tiene que hacer el país. Y lo que tiene que hacer el país es adecuarse a las circunstancias internacionales, a las condiciones de los mercados de crédito, a los problemas de competitividad y buscar como promover lo que ha caído en la Argentina, esto es, en primer término la inversión, el empleo formal, y sobre todo, la aptitud para traer inversiones. Esas son las tres condiciones básicas que hacen al problema de evaluación anímica -tanto externa como interna- sobre nuestras posibilidades.
-Cavallo plantea un ajuste global de 4.500 millones de pesos y a usted lo eyectaron del Ministerio de Economía por mucho menos que eso...
-Aclaremos una cosa. A mí no me eyectaron, soy un hombre de convicciones.
-Se lo digo por una figura que quedó instalada en la gente.
-A mí nadie me eyectó. Algún otro periodista también usó el término y yo quiero contestarlo. Yo no estoy dispuesto a no llevar adelante lo que creo que es profesionalmente necesario, no se me puede pedir otra cosa, porque hay que sostener un mínimo de coherencia. Cuando yo aprecié que no iba a tener sustento y respaldo y que no se iba a llevar el rumbo que yo creía conveniente, obviamente entendí que el cargo debía ser cedido a quien ejerce el poder legítimamente, al presidente.
En cuanto a la magnitud de la corrección que hay que realizar, va creciendo exponencialmente. Lo que usted no hace al comienzo del proceso, a medida que pasa el tiempo obliga a efectuar una corrección mucho mayor, se va piramidando. Eso se sabe, sino todo el mundo postergaría al máximo la ejecución de un ajuste. ¿Por qué hay países que toman las medidas antes, que previenen las crisis antes de sufrirlas? Lo hacen porque conocen que los costos se escalan y las consecuencias son de cifras exponenciales.
-¿Existe respaldo suficiente para hacer el ajuste, teniendo en cuenta las debilidades del propio oficialismo?
-Si no se hacen hoy las cosas mañana va a ser peor. Manaña las circunstancias políticas empeorarán si no afrontamos los problemas. Cuánto antes lo hagamos mejor va a ser el respaldo que tengamos. Si es cierto que la coalición que sustenta al gobierno tiene una gran debilidad. Yo ya la sufrí y no fui el único, porque también le había pasado al anterior ministro (José Luis) Machinea. Hubo innumerables instancias en torno a medidas estructurales que hubieran sido de bajísimo costo, las cuales tendrán que ser remplazadas ahora por decisiones muy traumáticas, por no haberlas tomado a tiempo. Y en eso tiene que ver mucho la cohesión de la coalición oficialista, esa quizás sea una lección hacia el futuro: es vital que las alianzas que surjan tengan la consistencia y la coherencia y la tenacidad de respaldar al gobierno sin flaquezas.
-Da la impresión que si no se produce un respaldo explícito de los gobernadores justicialistas el ajuste podría convertirse en inviable.
-Creo que va a haber comprensión, por la razón del artillero, no hay ningún espacio para no ser comprensivo, es mejor entenderlo antes que después brutalmente.
-Algunos economistas sostienen que la situación de default es inevitable. ¿Usted como lo ve?
-Yo nunca doy por muerto a quien está luchando, y menos al gobierno de mi país. Prefiero ser solidario en el esfuerzo, constructivo en las opiniones y realistas en las posibilidades. Lo que no voy a negar es que para salvarse hay que hacer un esfuerzo muy grande.
-¿Se puede recuperar la credibilidad a corto plazo? ¿Qué es lo que hay que poner sobre la mesa?
-Siempre hay tiempo. Recuerdo a Ricardo Balbín en el 76 diciendo que hasta cinco minutos antes hay tiempo. Se va a necesitar un esfuerzo mayor del que se requería en diciembre del 99, mayor que el que se requería en noviembre de 2000 o en marzo de 2001, pero el país se nos muere, el esfuerzo hay que hacerlo, hay que enfrentar los problemas. Lo único que se está por dilucidar es si vamos a enfrentar los problemas constructiva y lúcidamente, o en un contexto de desorden, caos y brutalidad, que no es atractiva pero también es otra forma de resolver los problemas. Yo tenía dos amigos con problemas de corazón. Uno por consejo médico dejó de tomar, redujo de peso, abandonó el cigarrillo e hizo gimnasia, y el otro no paró hasta que colapsó. Lo que quiero decir que sí o sí la corrección llega, por la razón o porque el cuerpo le dice que no va más.
-Su imagen quedó golpeada cuando salió del Ministerio de Economía por haber planteado cosas que lucían como irrealizables. ¿Ahora se siente reivindicado?
-Yo no tengo esa sensación. Creo que la sociedad valoró un esfuerzo corajudo, lúcido, valiente y sincero. También valoró que había dificultades de comprensión y de sustento político. Entiendo que todo el mundo sospechaba donde estaba la razón, nada más que conceptuó que no era viable políticamente, en ese momento, es decir, no había había una coalición políticamente fuerte como para vencer los intereses corporativos y evitarnos una solución más costosa. Sí es cierto que si alguno tuvo dudas en marzo sobre lo que había que hacer, esas dudas hoy se acabaron. Yo no voy pasarle facturas a nadie, voy a mirar para adelante. Sí déjeme decir una cosa: la discusión de marzo está saldada, el que tenía razón era yo. La idea que se podía proseguir sin hacer las correcciones la realidad la liquidó, no la liquidé yo. La realidad se ocupó de hacer el juicio. Yo no pasé ni voy a pasar factura, pero si alguien quiere volver a ese punto de la historia, que sepa que la cuenta está saldada, ya se sabe quien tenía razón.
-Queda la duda si será posible ahora, en un año político, vencer la resistencia que despierta todo ajuste.
-Se van a tener que afectar intereses corporativos, habrá que afectar rigideces muy grandes, pero veamos lo que nos pasó en este tiempo: tasas de interés extravagantes que revientan la inversión, el consumo, las oportunidades de progresar y de crear empleo. ¿No le parece que es más oneroso que lo otro? Ya se hizo ajuste en el sector privado, el que crea empleo. Lo único que falta es que este país sea cautivo y esté sometido al chantaje que plantean las corporaciones que dominan al sector público. Es lo único que nos falta. Si caemos en eso es que perdimos el régimen democrático, no creo que pueda pasar.



"Todo lo que no se haga hoy podrá ser peor mañana".
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