Año CXXXIV
 Nº 49.178
Rosario,
domingo  15 de
julio de 2001
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La irresistible levedad de lo condicionado

Isidoro Gilbert

Fernando de la Rúa acaso tenga su última oportunidad para revertir la crisis económica y social luego de sucesivos fracasos, y acabar con años de estancamiento y sus secuelas productivas y humanas que pueden llevar al país hacia la desesperación y poner en cuestionamiento la propia democracia.
Un nuevo fracaso llevaría al país a la cesación de pagos y al gobierno a una crisis que hoy es difícil de medir. Pululan por eso planes para modificar la actual coalición, dada la resistencia que el plan de Domingo Cavallo encuentra dentro de la Alianza. Hacia ese objetivo marchan como agitadores, no como constructores, el delarruismo más fiel y gobernadores del peronismo. El presidente, sometido a un ritmo dañino para su corazón enfermo, piensa.
La apelación a "vivir con lo nuestro" porque el crédito le ha sido cortado a la Argentina, dentro y fuera de sus fronteras, descarga el peso de la crisis, en general, sobre los sectores más desamparados, particularmente los de la tercera edad. Es un buen principio económico no gastar más de lo que se recauda, pero el equilibrio fiscal no es neutro, depende de en qué sector se recogen los ingresos y como éstos se gastan.
Es por ello que surgen opciones alternativas en el radicalismo y en Frepaso por un lado y desde el arco mixturado del peronismo.
El ministro de Economía no puede hacer un diagnóstico objetivo porque él es parte de la enfermedad que tiene sus raíces en la política de acumulación y distribución iniciada bajo Carlos Menem, convertibilidad incluida, que se ha transformado en el lecho de Procusto, donde debe ser acomodado el cuerpo social del país, serruchando su parte más débil. En marzo, otro ajuste fue derribado en dos semanas por la reacción popular. Entonces, como no había alternativas fuera del universo de lo que se denomina "el modelo", el repudio desbrozó el camino del padre de la convertibilidad. Este tomó la temperatura de la sociedad y repudió a su antecesor con un discurso que sonó a canto celestial en un sector considerable de la sociedad, especialmente los vinculados a la producción y al mercado interno. Incluso se especuló con el surgimiento de un tercer movimiento histórico llevado por la imaginación del nuevo ministro.
A falta de un diagnóstico, la improvisación campea por gran parte de las políticas de Cavallo. Semanas atrás, anunció la rebaja de impuestos para impulsar la demanda como uno de los motores de la reactivación y ahora impulsa indirectamente más recesión. En marzo se ufanó de que el monto de la deuda, cerca de la mitad del PBI, no era trascendente, porque Irlanda llegó a tenerla más elevada y pudo revertir la asfixia. Ahora informó que el país está al borde de la cesación de pagos, porque no puede pagar los compromisos a pesar del blindaje primero, presentado como panacea, y más tarde el megacanje, exhibido como el auxilio que los acreedores prestaban para aliviar las angustias de los pagos, por varios años. ¿Malos cálculos? Lo real es que la esperanza blanca retornó a la feroz ortodoxia, que se ha probado, desde hace rato, que es ineficaz para resolver los problemas del crecimiento y las exportaciones, modo de dar trabajo e, incluso, cumplir con las deudas, que son en dólares.

Choque de intereses
Un lugar común ha sido atribuir a un forcejeo entre el ministro y los mercados el empinamiento del riesgo país. Es cierto que Cavallo desafió de palabra a los operadores de Wall Street y a los grandes bancos, que calificó de miopes a los primeros y de usureros a los otros por las tasas que le exigieron -y debió aceptar- para cada préstamo que les requirió. Pero es una explicación epidérmica. Los temores externos desembarcaron con los anuncios de la nueva convertibilidad, que quedó como una ilusión para instrumentar una política financiera más flexible, que afuera confundieron con el camino hacia la devaluación, y especialmente por las malas perspectivas de crecimiento.
Detrás de la debilidad del gobierno y el país, bullen la especulación, la apuesta contra el peso, el forcejeo entre grandes intereses -sea por la devaluación, sea por la dolarización- que quieren sacar partido de la situación. Y mucha ignorancia y pánico. Va de suyo que para enfrentar la gravedad primero hay que saber dónde se marcha y qué se combate, segundo promover un gran acuerdo para sostener ese rumbo. El gobierno no abrió ningún espacio de discusión ni con la Alianza ni con la oposición, para analizar el camino que debería tomarse. Se lo dijeron a De la Rúa unos y otros ex post facto en medio de una gran confusión en el poder. El miércoles por la mañana el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, esbozó a la conducción de la Alianza en la Cámara baja un esquema del plan para cortar 4.500 millones de pesos de los 84.000 millones que se gastan anualmente entre la Nación y las provincias.
Dos cosas le pidieron los legisladores, que pusiera el escalpelo en las empresas petroleras y las AFJP y que no llevara el plan al debate parlamentario. "No nos obligues a encender las luces del Sarrasani", le rogó el radical Angel Negri.
Horas más tarde, Cavallo cambió el libreto frente al mismo auditorio y tuvo con el jefe de la bancada, Darío Alessandro, un fuerte cambio de palabras. El ministro se negó a escuchar siquiera la posibilidad de gravar a los grupos económicos con más solvencia y ganancias. La idea en los dos encuentros es la misma: si no agrandamos la deuda y mostramos que ponemos en caja las finanzas, retornará la confianza y con ellos los capitales de riesgo. El círculo virtuoso del credo neoliberal. Tanta improvisación en la confección del programa exhibiría desorientación. O necesidad de enfrentar los hechos por errores de cálculo. De un modo u otro, no fue solamente el método recoleto de decisión lo que generó las primeras rispideces en el seno de la Alianza. El presidente debió insistir en la situación límite indicando que la alternativa sería el default, una perspectiva que algunos creen inevitable y otros promueven.

Tironeos
De todos modos, el programa pedido entró a tironearse. Las modificaciones a los anuncios de Cavallo -sobre todo de dónde se extraerán los recursos para cumplir con el déficit 0- requieren de un gran respaldo político para poder implementarse. En su forma original, sólo obtiene apoyos formales. En Wall Street se olfatea que podría ser así y por ello sostienen que el apoyo político que obtuvo el programa no es suficiente para restaurar la confianza de los inversores. "Está derritiéndose", dijo una administradora de fondos. El gobierno norteamericano tomó nota del problema y apuntaló al presidente: hay que evitar el derrape y puede haber un aporte del FMI para el déficit 0.
Insólitamente, aquí y afuera, en los círculos económicos más concentrados, se demonizó al ex presidente Raúl Alfonsín como si él fuera el causante de la crisis. Una lectura posible de tanto agravio gratuito fue la de presionarlo a que expresara el respaldo público al ajuste, como ocurrió en la cena de Olivos, donde puso algunos reparos y prometió aportar reformas. Antes, comisionó a Mario Brodersohn, su asesor económico, a discutir con Caro Figueroa y Horacio Liendo, pesos pesados del cavallismo, qué cambios podrían introducirse para llegar al mismo objetivo. La respuesta fue negativa. Atraer a Alfonsín era clave para contener al partido y a los legisladores, aunque operaron sobre ellos, especialmente con diputados, que dieron un documento, motorizado por Rafael Pascual, que disgustó al ex mandatario.
El alfonsinismo temió caer en una trampa. "Vamos a dar el apoyo al ajuste y el peronismo lo va a criticar dejándonos mal parados", pensaban. Pero el encuentro y la declaración de Olivos se convirtieron en condición sine qua non para discutir con los gobernadores peronistas el respaldo al programa. Estaba escrito que éstos criticarían la ausencia de debate previo y la necesidad de un consejo económico y social, vieja aspiración del PJ para preparar su regreso al gobierno. Los resultados se conocerán hoy, lo que desnuda la complejidad de esta trama. Hay algo más: en Olivos, los provinciales sin compromiso tomado pusieron una pica en Flandes; obligar al presidente a decidir con qué coalición quiere gobernar. Leen que las propuestas de reformas al ajuste y las gestiones de Alfonsín ante sindicalistas y empresarios vinculados al mercado interno tienden a limar el poder de Cavallo, y no sólo de él.

Respaldos módicos
De la Rúa terminó la semana con respaldos condicionados, vitales para la gobernabilidad, menos para el ajuste original. No está escrita la letra chica (cual será la base del corte a jubilados, por caso), y si habrá aportes extraestatales. ¿Ganó espacio el ministro? Es lo que se verá. La duda que carcome es el porcentaje de la reducción: no se descarta que pueda llegar al 20%. Dependerá de la recaudación y del sinceramiento sobre cuál es el monto real del déficit para medir la profundidad del recorte de gastos. Una especie de Prode para los salarios. Adolfo Bioy Casares en su libro "La guerra del cerdo" cuenta sobre una patota dedicada a matar ancianos. Hay impulsos por creer que para los tecnócratas hacer patria es asesinar a un viejo, culpable del riesgo país.
La súbita aparición de Carlos Menem en medio de esta crisis también política puede leerse como afán de protagonismo cuando ningún peronista lo consultó, o como otro intento de colocarse como alternativa. Sus íntimos también creen que las medidas, sin un fuerte liderazgo político que las imponga, acabaran con represión. Elisa Carrió desde otro ángulo advierte sobre ese escenario aunque no le asigna ninguna chance al ajuste, supone que el derrumbe se deglutirá a la clase política y que del caos surgirá una alternativa. ¿De derecha? ¿Progresista? \Al menos las dos CGT no se pintan la cara: ninguno quiere aparecer dañando la gobernabilidad. Pero aunque la población está atónita y quien puede compró divisas, los días que vienen podrían estar poblados de cortes de calles y rutas que ahora las autoridades no tolerarán para calmar también a los mercados. Hay un detalle: Cavallo soslayó a las universidades de su poda. De haber repetido el esquema de López Murphy, es probable que las calles ya estuvieran pobladas de manifestantes.
La Argentina, más que en crisis, está enferma sin que los doctores que la atiendan sepan exactamente cuál es su diagnóstico. Han decidido operar pero al menos varios ministros y no pocos políticos son conscientes de que si el paciente sale de terapia intensiva deberá ser tratado de manera diferente.
El mismo pronóstico podría darse al futuro político. La Alianza está devaluada, y no solamente por la debilidad del Frepaso, donde hoy ya son más los que quieren abandonar la coalición. Pero la UCR entró en estado de asamblea, aunque ahora no se manifieste más abiertamente. ¿Vamos a una reformulación de la coalición gobernante? La hipótesis está abierta, depende del peronismo.



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