Año CXXXIV
 Nº 49.178
Rosario,
domingo  15 de
julio de 2001
Min 4º
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Editorial
Un proyecto impostergable

La crisis no perdona. Ningún sector de la vida nacional deja de verse afectado por su incidencia. Y específicamente, ahora surgió una sombra que se proyecta, amenazante, sobre el futuro de Rosario. En el Ministerio de Economía se encuentra trabado el decreto que liberaría los fondos para dar comienzo a la ejecución de uno de los proyectos más ambiciosos que alumbró la administración de Hermes Binner: la urbanización de las villas miseria de la ciudad.
Se trata de una iniciativa realmente encomiable y en extremo ambiciosa, que planea modificar de manera drástica la cara más patética de la marginación y la pobreza urbanas. En un principio, se apunta a la erradicación en nuevas viviendas de alrededor de siete mil familias, es decir, en números aproximados, unas treinta y cuatro mil personas. Pero en última instancia el objetivo es mucho más importante, ya que se pretende urbanizar nada menos que noventa y un asentamientos irregulares, donde residen -en condiciones sumamente precarias- más de veinticinco mil familias.
El presupuesto inicial de la megaobra incluye veintiocho millones de pesos aportados por el municipio, más otros cuarenta y tres millones que llegarían a través de un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y la preocupación se acrecienta debido a que el plazo de la entidad crediticia para poner ese dinero a disposición de la ciudad vence muy pronto, el próximo 31 de julio.
La cuestión de base no es otra que la concepción que se pueda tener del significado de la palabra gasto. Si el criterio de austeridad que se aplica a partir de la inminente implementación del ajuste incluye dentro de sus pautas el ahorro sobre la base de la parálisis de la obra pública, el futuro del proyecto -crucial para la evolución de la ciudad- podría tornarse oscuro.
Lo que habría que dejar suficientemente claro es que no se trata de un gasto, sino de una auténtica inversión. Mejorar la calidad de vida de tanta gente se traslucirá en un inmediato progreso en las condiciones generales de la urbe. Es que no hace falta bucear a gran profundidad para comprender la importancia que tiene para una familia la vivienda propia, además de digna. Es el primer paso para recuperar los derechos que muchas personas ven brutalmente conculcados por una despiadada realidad. ¿Gasto, entonces? ¿Dispendio, desaprovechamiento, derroche? De ningún modo. En verdad, se trata -como ya se dijo- de todo lo contrario.
Por eso, es de esperar que la demora se haya producido en función de las aparentemente inevitables, en Argentina, trabas burocráticas. Si no fuera así, habrá llegado la hora de salir a defender con uñas y dientes el futuro de un proyecto de cuya concreción depende una parte importante del bienestar de los rosarinos.


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