Cuando se deja atrás el modernísimo aeropuerto Reina Juliana, en la Saint Maarteen holandesa, si el viajero alquiló un auto tiene que tomar por la Main Route y seguir por ese camino que se acerca y se aleja de la costa, mostrando de a ratos el verde intenso de las aguas caribeñas. Para adentrarse en la isla hay que rodear una inmensa laguna central que está protegida por bahías pequeñas. En las aguas de esa laguna se realiza anualmente (en marzo), una competencia internacional que dura cuatro días: la Regata Heineken.
Si el atardecer está cercano, lo mejor es detenerse y esperarlo para saber por qué son tan famosos los ocasos de esta isla que mantiene un "toque" francés tan intenso como distinguido.
Cerca del aeropuerto, en el Sunset Bar, nativos y foráneos se reúnen a tomar tragos y a disfrutar de la puesta de sol, mientras suenan los tambores de metal y estalla el reggae y el gospel. A los que no están allí se los encuentra en el Mullet Bay, disfrutando del mismo espectáculo natural.
Marigot, la capital de la isla francesa, es una ciudad dual; a pesar de sus edificios de líneas nativas -estilo creole-, se la ve y se la siente muy europea. Tal vez porque allí están todas las boutiques de las grandes marcas del mundo, atraídas por ese puerto franco donde no se pagan impuestos aduaneros.
Y también por su Marina Royal, en el centro de la ciudad, donde atracan los yates de los magnates. El contraste es el mercado de provisiones de los miércoles y sábados a la mañana, un mundo que inspira a los pintores y subyuga a los fotógrafos.
Allí se mezclan los hombres poderosos que fuman habanos de Cuba, toman ron y compran colecciones de diamantes y esmeraldas, con los isleños que vienen a buscar frutas, pescados y flores. Las escenas del mercado, las casas criollas, los flamboyantes -en suma, la vida cotidiana- son testimonios que los artistas de la isla recogen en telas y venden en sus talleres.
Para encontrarse con el arte sólo hay que seguir la "route de peintres et galeries", donde también hay escultores, alfareros y ebanistas talentosos.
Marigot tiene además un museo que guarda testimonios de los amerindios arawaks, y en el Quartier d'Orleans está el Museo del Ron, que refleja la rica historia de los filibusteros y la Maison de Maitres, que propone conocer cómo era la vida colonial.
En cambio, la sofisticación vive en la Grand Case Village, vieja villa de pescadores donde ahora fluye el glamour. Mesas elegantes, velas perfumadas, platos de la cocina francesa y champagne carísimo.
Ya en aguas del Atlántico emerge la isla Pinel. Por cinco dólares -la moneda que se acepta en toda la isla- los barquitos cruzan al visitante hasta un parador donde se comen langostas asadas. Un sitio para los almuerzos playeros, bajo la sombra de los palmerales y probando los "lolos", la sabrosa comida criolla.
Hay tantas playas en Saint Maarteen que cada una compite con las demás ofreciendo "algo muy especial"; la playa de Galion es reducto de los surfistas y a la Orient Beach la promocionan como "el lugar de la gran movida".
Otras playas atraen a buceadores que llegan a explorar el fondo marino y los asombrosos macizos de coral, y no son pocos los que disfrutan plenamente del sol en las arenas nudistas del Club Orient.
Los domingos se puede visitar Friar's Bay, para escuchar a las bandas musicales que tocan reggae, y donde se realiza la tradicional Noche de la Luna, un espectáculo pleno de fogatas y canciones.
El romántico lugar convoca a las parejas que llegan a Saint Maarteen para casarse al "estilo Caribe", bodas rapidísimas donde no es preciso llevar testigos ni padrinos, sólo hay que decir "sí, quiero".
Con un toque francés
En marzo último comenzó a funcionar en Argentina la oficina de representación turística de la isla caribeña de Saint Maarteen, un destino que fue visitado durante el año pasado por 6.500 viajeros de nuestro país.
"Por entonces -dice el director de la oficina, Juan Díaz Colodrero- llegaban a la isla los charters de Air Plus y de Lapa, pero a pesar de que esta última ya no opera, Saint Maarteen se mantiene en el interés de los argentinos".
"Sabemos -agregó- que este es un año muy difícil, pero desde Buenos Aires también se llega a la isla, vía Miami, con los vuelos de American Airlines, y es un destino que se combina con la visita a las cercanas islas de Anguilla y St. Barth".
Díaz Colodrero representa a la parte francesa de Saint Maarteen, la que ocupa la porción norte de la isla que Francia comparte con Holanda, y donde el turismo representa la principal actividad económica.
En total, la isla abarca 75 kilómetros cuadrados y en ella se han relevado 95 nacionalidades. Si bien la lengua madre es el inglés, la población también habla perfectamente francés y español.
Cuando Francia y Holanda se repartieron la isla, a mediados del siglo XVII, lo hicieron a través de un tratado que firmaron el 23 de marzo de 1648, que nunca dejó de estar vigente y a través del cual se aseguraba la libre circulación en todo el territorio insular.
El director de la flamante representación en Argentina, la cuarta en el mundo, después de la de París, Nueva York y Caracas, cuenta que la isla tiene un sólo aeropuerto en la parte holandesa, el Reina Juliana, y que la frontera "es apenas un mojón que pasa desapercibido para los turistas".
En total la Saint Maarteen francesa está recibiendo unos 600.000 turistas, para los que disponen de muy buena hotelería, de categoría 3 a 5 estrellas, que en total brindan unas 3.000 camas.
"En nuestros primeros sondeos en este mercado detectamos que la gente piensa que la isla de Saint Maarteen es cara y nos propusimos borrar esa imagen que no es verdadera y salir a contar que es un lugar exclusivo pero no excluyente".
Este destino ya forma parte de paquetes operados por un grupo de empresas mayoristas, que incluyen estadía semanal, avión, traslados de llegada y salida, y desayunos, entre 900 y 1.100 dólares por persona, base habitación doble.
Para Díaz Colodrero la mejor forma de recorrer toda la isla es alquilar un auto -hay que saber que se conduce por la derecha- y conocer las 30 playas en cualquier época del año, "porque la temperatura se mantiene siempre entre los 27 y 28 grados".
La representación de Saint Maarteen en Buenos Aires brinda información y asistencia a los agentes de viajes y al público. Está en Suipacha 190, piso 8º, telefax (011) 43930090, e-mail: [email protected]