Tres años después de la muerte del escritor mexicano Octavio Paz, se publica en México una recopilación de sus escritos políticos bajo el título "Sueño en libertad". "No ofrezco ni un sistema ni una filosofía a mis contemporáneos, pero sí mi interés infantil por la historia", afirmaba el escritor, premio Nobel de literatura 1990, único mexicano en recibir este galardón. Aunque se lo conoce como poeta, en su país destacó por sus ensayos casi siempre controversiales. "Sueño en libertad" es una selección de esos ensayos realizada por el politólogo canadiense Yvon Grenier, que invita a revisitar sus principales fobias sociales, el marxismo entre ellas. Allí aparecen también algunas de las claves por las que fuera considerado un "intelectual orgánico" del gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que se mantuvo en el poder durante más de setenta años. Con sus escritos en revistas y periódicos, Octavio Paz combatió a la guerrilla zapatista levantada en armas en 1994 en el estado de Chiapas y no sólo demostró su fuste como analista político social. Creó una escuela de intelectuales que fueron en vida su privilegiado séquito. "Una parte de Paz pensaba que la política era maldita", dijo el politólogo Jesús Silva Herzog en la presentación del libro. "Esa política que había enloquecido a Ezra Pound, llenado de humo la cabeza a Malraux y puesto en ridículo a Sartre", agregó. Sin embargo, Paz era un hombre político. "La política es la parte de la historia que vivimos", dijo el autor de "El laberinto de la soledad", un libro útil para comprender la compleja idiosincrasia del mexicano. Célebre es el episodio en que el poeta se enemistó con Mario Vargas Llosa porque éste había dicho que en México no sólo no había democracia, sino que el PRI había inventado la "dictadura perfecta". Paz,ofendido con el peruano, le pidió que se retirara del congreso al que él mismo lo había invitado a participar, y desde ahí el rótulo de "dictadura perfecta" acompañó cada nuevo gobierno del PRI. Aunque perteneció al cuerpo diplomático de su país y fue embajador en la India, Octavio Paz no se consideraba un político sino un crítico de la política, rol en el que se sentía cómodo. "Creación y crítica son la misma cosa, porque sin crítica no hay creación", escribía este ferviente anticomunista. "La gran falla de la izquierda es haber olvidado su raíz, es decir, la crítica", decía.
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