Año CXXXIV
 Nº 49.178
Rosario,
domingo  15 de
julio de 2001
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Se cumplieron 50 años de la muerte de Arnold Schoenberg

Nadie contribuyó tanto al inicio del modernismo en la música como Arnold Schoenberg. Este compositor, cuya obra sigue siendo considerada difícil y revolucionaria, se adelantó en su postulado "La música no debe ser bella" a la catástrofe de la guerra y al desmoronamiento de los valores políticos y sociales. El viernes pasado se cumplió el 50 aniversario de su muerte.
Nacido el 13 de septiembre de 1874 como hijo de comerciantes judíos en Viena, comenzó a componer como autodidacto. Salvo clases de violín, nunca tuvo una formación musical importante. En sus primeros intentos, a los ocho años, componía lo que escuchaba: duetos de violín, arreglos de ópera y música militar.
Cuando murió su padre tenía 16 años y tuvo que abandonar la escuela para contribuir a mantener a la familia trabajando en un banco. El banco quebró y el joven artista consternó a la familia al anunciar: "No vuelvo a la oficina. Voy a ser músico".
Su perseverancia, su gran interés por la música y su talento le permitieron conectarse fácilmente con los más importantes círculos literarios y musicales en la Viena del cambio de siglo. Uno de sus amigos más importantes fue el compositor y director Alexander von Zemlinsky, con cuya hermana Mathilde se casó en 1901.
Schoenberg se distanció cada vez más del estilo romántico tardío, influenciado básicamente por Brahms y Wagner. Compuso su primera obra significativa en 1899, "Verklaerte Nacht".
En 1902 y 1903 dio clases en Berlín y a su regreso a Viena se convirtió en una figura central y admirada de la vanguardia vienesa, aunque los estrenos de sus obras solían terminar en escándalo. En piezas como "Gurre-Liedern" (1911) y la revolucionaria "Pierrot Lunaire" (1912), Schoenberg recurrió a armonías alejadas, que ya presagiaban su camino hacia la atonalidad.
Su teoría, que llevó a la disolución de la estética tradicional y a la concepción de que las disonancias sólo son consonancias alejadas, quedó plasmada en 1911 en el "Tratado de armonía".
Schoenberg trasladó sus principios básicos también a la pintura. En ese sentido, era admirado por artistas de renombre como Wassily Kandinsky, que comentó: "En sus manos, la forma más pobre se convierte en la más rica".
Después de la Primera Guerra Mundial comenzó a desarrollar el método dodecafónico, según el cual cada composición era estructurada a partir de una serie, formada por doce notas diferentes, de la cual derivan todas las variaciones armónicas y melódicas.
La admiración y la posición destacada en los círculos artísticos vieneses no evitaron que Schoenberg se viera en apuros económicos. Esta situación se vio agravada cuando en 1934 tuvo que huir de los nazis. Encontró una segunda patria en EEUU. Incluso adoptó la nacionalidad estadounidense en 1941. El hecho de que allí fuera contratado como docente en diferentes universidades confirmó su relevancia artística.
Sin embargo, aún mucho tiempo después de su muerte en Los Angeles el 13 de julio de 1951 su obra siguió consternando. No fue hasta a partir de los 70, con directores como Pierre Boulez, con una técnica refinada y una gran capacidad de compenetración, cuando comenzó a entenderse más la obra del creador del dodecafonismo.



El compositor fue pionero del modernismo musical.
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