La ventaja de las megaferias, como la de ayer en Nuevo Alberdi, es la variedad de bienes y servicios a encontrar. Los que llegaron de distintos puntos de la provincia sobresalieron con sus ofertas. La mesa donde estaba la gente de Arroyo Seco se destacó por la variedad de verduras y hortalizas. Y también por contar entre sus ofertas los servicios de una abogada, Liliana Stefano, quien atendió consultas, en general por problemas de familia y divorcios. Imperdible su relato ya que, además, es jueza de faltas en su localidad. El club de Capitán Bermúdez llegó con cajas de comida casera recién elaborada. "Allá es lo que la gente más busca, prefiere elegir en un club de trueque en vez de pedir un bolsón de alimentos en la parroquia", dijo su coordinadora, Graciela Casas. Muchos alteraron la dieta diaria, un grupo de pescadores trajo sábalos frescos y no le quedó ninguno. "Les conviene venir al trueque antes que venderlos a las pescaderías", dijeron los organizadores de la megaferia. Susana y Raquel, del barrio Las Flores Sur, liquidaron en poco tiempo las canastas y portamacetas que elaboran con papel de diario reciclado. "Se las llevaron los porteños", acotaron a dúo. Entre las mesas había mujeres de Alvarez, quienes participan de un microemprendimiento por el cual elaboran cajas para calzados -con cartón reciclado- y los canjean por pares de zapatos para trocar en las ferias. En otro costado, Manuel Díaz jugó de local, ya que trajo, desde su casa del barrio Rucci, pan casero, de chicharrón y postres. Su oficio de panadero le permitió cautivar el paladar de los que buscaron algo para comer a la hora del mate. Por la tarde, los chicos pudieron disfrutar de un juego inflable. Todo fue posible trocar. Hasta para ir al baño había que dejar medio crédito.
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