Mucho se ha escrito y se habla del riesgo país, pero no viene mal recordar su forma de cálculo o su definición. El riesgo país es la diferencia entre la media de rendimiento de los bonos emitidos por nuestro país, comparado con el rendimiento medio de los bonos de tesorería norteamericanos. Esa diferencia implica el sobreprecio que debemos pagar por tomar crédito en los mercados financieros internacionales.
Por ejemplo, nuestra deuda externa nominada en bonos es de 90.000 millones de dólares, con un riesgo país de 1.150 puntos. Esto estaría representando una erogación adicional, cercana a los 10.000 millones de dólares. Por ende, cada punto de incremento en el riesgo país es un aumento de 900 millones de dólares en los intereses de la deuda.
Por los mayores desembolsos que realizamos, ante cada suba de riesgo país es muy importante que éste sea lo más bajo posible, ya que en la medida que desciende desembolsaremos menos fondos en concepto de intereses, y los podremos aprovechar para otros fines, como podría ser el gasto social.Cuanto más riesgo país tengamos menos gasto social podremos realizar. En cambio si bajara el riesgo país, podríamos reasignar estos fondos para fines que sean más productivos.
En el corto plazo, tal vez sea muy necesario bajar el gasto público, de modo tal de ser más creíbles, y de esta forma bajar el riesgo país y disminuir la erogación de fondos del Estado.
Una definición más conceptual de riesgo país indica que éste mide la calidad de las instituciones entre dos países. El país con instituciones serias (como podría ser EEUU) muestra tasas de interés sumamente bajas; en cambio países como Argentina, que viven una crisis institucional muy grande, tienen tasas de interés muy altas, ya que el riesgo de realizar negocios es muy alto, producto del cambio permanente en las reglas de juego, que terminan violando los derechos de propiedad de los agentes económicos
Para simplificar la definición, podríamos decir que el riesgo país es la diferencia entre la prosperidad y la pobreza. A mayor riesgo país, las sociedades serán más pobres; a menor riesgo país las sociedades serán más prosperas.
La evolución
El riesgo país se ubicaba en 607 puntos el 10 de diciembre de 1999, cuando asumía el primer ministro de Economía de la presidencia de De la Rúa. El viernes el riesgo país se ubicó en torno de los 1.150 puntos, registrando un aumento del 90% en toda su gestión. El punto más bajo se ubicó en 509 puntos el 3 de enero de 2000, a meses de comenzada la gestión. El punto más alto fue el 23 de abril del 2001 cuando tocó los 1.284 puntos en la gestión Cavallo.
La performance de los ministros fue muy disímil. Machinea asumió con un riesgo país de 607 puntos, y lo mantuvo controlado hasta octubre de 2000, luego de la renuncia del vicepresidente Alvarez, el riesgo país no para de crecer, y Machinea renunció el 2 de marzo de 2001 con un riesgo país de 944 puntos. Este riesgo país fue el punto de partida para Ricardo López Murphy, que renunció el 19 de marzo con un riesgo país de 898 puntos. Este riesgo país fue el punto de partida para Domingo Cavallo, quien durante su gestión alcanzó los 1.284 puntos, y se ubicó el día viernes en torno de los 1.150 puntos.
Durante la gestión De la Rúa el riesgo país aumento un 90%. En el mismo período en Brasil, el riesgo país aumentó sólo el 16,53 %y el viernes se ubicó en los 853 puntos. Tomando igual período para México, el riesgo país bajó un 20,85% y el día viernes cerro en torno de los 315 puntos.
En el ránking mundial, nuestra performance es muy positiva, ya que en los últimos dos meses logramos el tercer lugar del podio, ya que Nigeria ocupa el primer lugar con un riesgo país de 1.485 puntos; seguido por Ecuador con 1.305 puntos, y luego Argentina con 1.150 puntos. En cuarto lugar, y muy lejos del lote de punta, esta Turquía con un riesgo país de 974 puntos.
Como se nota pertenecemos al selecto grupo de países que tienen un riesgo superior a los mil puntos, lo que significa la menor credibilidad en el planeta.
Como no podemos seguir conviviendo con este enorme riesgo país, lo que tenemos por delante es realizar un duro ajuste presupuestario, de modo tal de bajar bruscamente el descontrolado déficit fiscal, que si lo proyectamos anualmente nos da una cifra de 8.500 millones de pesos.
El solo anuncio de una baja de gasto público ya no es una señal positiva para los mercados. Ahora los inversores desean que los dichos pasen a ser hechos concretos. En este escenario, la posibilidad de un duro recorte en el gasto público federal y provincial luce muy positivo, ya que ayudará a que nuestro país cumpla con los compromisos firmados con los organismos financieros internacionales, y de esta forma sea más creíble en el exterior.
La estrategia del gobierno era buscar una reactivación que no llegó, sin resultados concretos en la mano, tuvo que aplicar el plan de emergencia, que es el mismo que quiso hacer Ricardo López Murphy hace cuatro meses atrás, y por el cual salió eyectado del Palacio de Hacienda.
Sólo la baja del gasto público, y la posibilidad de lograr un resultado positivo en las cuentas públicas a futuro, nos permitirá ser más creíbles en el tiempo, y mejorar la cotización de nuestros activos financieros. Hemos perdido cuatro meses, por buscar recetas mágicas que no existen en materia económica. La economía del Estado es como una economía familiar, no se puede gastar más de lo que ingresa, y menos aún gastar lo que no se tiene.