"Juan Daniel Amelong... ¡estás nominado!", bramaron los parlantes, en lo que representó el banderazo de largada del escrache móvil contra uno de los militares que desempeñó tareas en Rosario durante la última dictadura. Amelong, hoy abogado y teniente coronel durante los oscuros días del proceso militar, se convirtió en blanco del escrache que ayer atravesó Rosario para gritar "asesino, asesino" en la puerta de su casa y ante la atenta mirada de un cordón policial.
Bajo el eslogan "Conozca a su vecino", Hijos reunió casi 300 personas en el Patio de la Madera, desde donde partieron rumbo al domicilio de Amelong, sindicado como responsable de la desaparición de la embarazada Raquel Negro durante la última dictadura militar y jefe de operaciones del destacamento de Inteligencia 121. En libertad gracias a la ley de obediencia debida, Amelong también desempeñó tareas en los centros clandestinos de detención de Granadero Baigorria y la Quinta de Funes.
En una caravana que incluyó automóviles, camiones, motos, bicicletas y hasta patines rollers, cientos de personas -en su mayoría jóvenes- se hicieron sentir a lo largo del trayecto por Santa Fe y luego por Córdoba, camino a Fisherton. Detrás de una formación de bicicletas equipadas con pequeños estandartes de mano, una camioneta con un potente equipo de sonido guiaba a los manifestantes. A varias cuadras de la caravana, la voz de Eduardo Toniolli, de Hijos, se hacía escuchar desentonando las canciones referidas a Amelong y reiterando una y otra vez las proclamas contra el ex militar, su dirección e incluso su número telefónico.
Los más ruidosos, sin dudas, fueron los ocupantes de un camión que parecía bailar al ritmo de los bombos y redoblantes. Entre los autos, un mate iba y venía a través de las ventanillas. "Venga vecino, venga a escrachar, si no hay justicia hay escrache popular", arengaban, mientras mucha gente salía a la vereda para curiosear y hasta mostrar sus manos en alto haciendo sentir su solidaridad, aunque tampoco faltó quien insultara a los manifestantes.
"Queremos que tu casa sea tu cárcel", reclamaron desde los altavoces mientras la caravana alteraba la habitual tranquilidad sabatina de Fisherton. La plaza López y Planes sirvió para renovar los ánimos y hacer la última parada antes de visitar la casa de Amelong.
Bombas y carteles
Las bombas de estruendo anunciaron la presencia del escrache móvil en el barrio. Con las primeras sombras del anochecer, los manifestantes recorrieron a pie las cinco cuadras que los distanciaban del domicilio del ex militar, liderados por una gran bandera de Hijos. En la esquina de la casa, los militantes colgaron un cartel emulando una señal de tránsito que anunciaba: "A 50 metros, genocida".
"Hola, Daniel, ¿qué tal, cómo te va? Milico hijo de puta te vinimos a escrachar", cantaron, haciendo ritmo con sus manos contra el vallado metálico que protegía a los policías, parados sobre el jardín de la vivienda ubicada en La República 8346. Las banderas y el humo de las bengalas transformaron rápidamente la fisonomía de la casa, en cuyo frente proyectaron algunas diapositivas.
Frente a la vivienda herméticamente cerrada, las 300 gargantas se unieron para gritar "asesino, asesino", mientras los policías esquivaban algunas bolsas de basura que volaban sobre el vallado. Desde los parlantes, un documento leído por una militante de Hijos recordó las leyes de punto final y obediencia debida que dejaron en libertad a Amelong, además de reclamar el fin de la impunidad y repudiar "las políticas de hambre" de los gobiernos democráticos.
Antes de desconcentrarse, los manifestantes montaron una figura fabricada en cartón que representaba a Amelong, Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, quienes con un movimiento terminaban por convertirse en Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Finalmente, el fuego consumió la estructura mientras los vecinos se asomaban a escuchar la advertencia: "Al lado de su casa está viviendo un asesino".