¿Todo el poder para Domingo Cavallo? El desenlace de una semana plagada de rumores que iban desde el portazo del ministro de Economía a una aplicación de la ley de acefalía para cambiar la conducción máxima del Estado nacional, culmina con un ganador: el ministro. Pero prima la idea de que se marcha hacia una reformulación del gobierno nacional con el padre de la convertibilidad sentado en la silla de la Jefatura de Gabinete.
Por ahora no sucederá ni habrá cambios ministeriales. Ni en lugares clave como la Secretaría General de la Presidencia, donde tiene puesto el ojo el ministro de Economía. Eso sí, Cavallo ampliará su control sobre la seguridad social, incluidos el Pami, la Ansés o los planes de asistencia, como señal a los mercados de que es seria la voluntad del gobierno de poner el diente en el gasto.
"Para los mercados, el desmadre del gasto, la imposibilidad de crecer en el actual contexto político-social es lo que no permite hacer bajar el riesgo país. Se deben dar señales reales de que se cumplirá realmente lo que prometió (José Luis) Machinea", dice un fiel operador del ministro quien de todos modos cree que lo que se anunciará en todo caso antes del martes, cuando se liciten nuevas Letes, son cambios cosméticos. "Tienen que llegar otros, más profundos". Se ve en el rostro del ministro que aspira a tener más poder, convencido de que será la manera para revertir la depresión. Sus conmilitones sostienen que la petición para llevarlo a la Jefatura de Gabinete proviene de "más de un empresario que se lo sugirió al presidente; él no lo ha pedido", se justifican. Lo cierto es que dos sábados atrás, en un desayuno con sus colaboradores, lanzó diatribas contra Nicolás Gallo y otros funcionarios del entorno presidencial, por ser tapones para implementar las coincidencias que tiene con Fernando de la Rúa. El sistema de decisiones del presidente lo saca de quicio, para lo que no se necesita demasiado: "Menem lo dejaba trabajar porque lo necesitaba. Sospechamos que el presidente no lo cree a Cavallo imprescindible", comentan en el entorno del cavallismo. Exageran: De la Rúa hablará con quien sea para que el ministro no sea enfrentado por gobernadores o sindicalistas.
Raúl Alfonsín no pudo contener las modificaciones que afectarán la fuerza partidaria en esos organismos que utilizan casi la mitad del presupuesto nacional. Fue a ver al presidente en la seguridad de poder conversar tranquilamente, pero se encontró con una mesa poblada. Conclusión, los resultados de la charla fueron magros. Sirvió para hacer saber a la gente que la UCR respaldaba a De la Rúa en esas horas donde incluso se llegó a plantear que el gobernador del Chaco, Angel Rozas, con respaldo del ex presidente, se alistaba para aplicar la ley de acefalía.
Fue otro de los dislates de los últimos días, que han podido tener visos de realidad por dos factores. Primero, porque hay cada vez más convencidos de que el país tiene un presidente debilitado, sea por su estilo o por razones de su salud. La otra razón, la impericia de la que hacen gala los comunicadores del oficialismo. Rozas no había leído los diarios del martes; en uno de ellos se lo mencionaba para ocupar el puesto más importante del país y abonó la especie con esa afirmación de que De la Rúa "está desbordado". Dijo, sin duda, lo que pensaba, como antes el ministro de Salud, Héctor Lombardo, describió la enfermedad del presidente como arteriosclerosis, dos verdades, o algo parecido, de las que se habla en privado, jamás para los medios. Al gobernador lo vendió el subconsciente, no un curso de acción.
Revés para Ruckauf
Quedó flotando la idea de que hubo intentos de obligar a irse a De la Rúa. Lo dijo el jefe de la bancada de la Alianza, Darío Alessandro, pero cargó el mochuelo sobre Carlos Ruckauf. El diputado fue impreciso, pero el gobernador, al menos en tres lugares, sugirió que renunciaría para forzar al presidente a dar también ese paso, y blanquear la realidad política con comicios anticipados. Ruckauf no negó, en reservado, que dijo lo que dijo "pero no pensaba renunciar", aclara con esa sonrisa que lo distingue cuando hace una travesura. No eran palabras para divertirse, sino expresión de sus propias dificultades. Pugnaba por dinero contante y sonante para poder pagar sueldos a los estatales y usaba sus amenazas laterales en su forcejeo con el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, que tenía los fondos, pero quería arrancarle el compromiso de que ajustaría la dislocada economía provincial. "Fue (Daniel) Marx quien le pidió que no tensara más la soga", se comenta. En la puja, dicen en el oficialismo, el gobernador sufrió un revés, que se verá si lo saca del camino hacia la Presidencia, de la que se consideraba el más aceptado. Por lo pronto, debió aceptar la hegemonía del duhaldismo en la lista de candidatos a diputado nacional. Salvo dos de ellos, el resto en los 18 primeros cargos con posibilidades de ser elegidos responden a Eduardo Duhalde.
El ex gobernador oculta cada vez menos sus ambiciones para el 2003, con tanto fervor como guarda sus ideas concretas para enfrentar la crisis. A su lado confiesan que tiene tanta confusión sobre qué hacer como el resto de los pretendientes del justicialismo. O con la que corroe al oficialismo. La diferencia es que no debe gestionar, como Ruckauf, que recién entra en el camino del infierno de la realidad social. O José Manuel de la Sota, que no cuenta con recursos suficientes, que pensaba reunir con privatizaciones demoradas. La rebaja de impuestos y la moratoria agotaron sus efectos. Carlos Alberto Reutemann no se sumó a los enfrentamientos inconducentes con el gobierno central y fue el primero en diferenciarse, pero sus necesidades son similares a las que tienen el resto de las provincias. El forcejeo desnuda una realidad: ni Nación ni las provincias tienen fondos para enfrentar las necesidades reales, un virtual default: no pueden recurrir al exterior a buscar créditos, con tasas superiores al 16%. Sobre las provincias tocan las campanas del ajuste y por eso cada reclamo real que hagan a la Nación será un forcejeo para que apliquen el torniquete.
El juego ortodoxo
Cavallo denunció como "traidores a la patria" a los superortodoxos del Centro de Estudio Macroeconómicos (Cema), que lideran Pedro Pou y Roque Fernández, endilgándoles los propósitos de sacarlo del gobierno, y no sólo a él. Hay un viejo dicho: "Una chambonada no es más que eso, dos dan que pensar, tres constituyen una línea política". Si se aplica este pensamiento a la sucesión de acontecimientos que siguieron al discurso de Eduardo Escasany, titular de la Asociación de Bancos, propiciando dureza política para enfrentar piquetes, agitando el fantasma del "vacío de poder" y el regreso al ajuste sobre el ajuste, se puede colegir que desde un sector de las finanzas concentradas se estaba empujando a cambios en la Casa Rosada. Son presunciones. Ningún relevo imaginado tiene poder político para imponer una plataforma como la que reclama el sector financiero más concentrado. Después de recibir el repudio del grueso de las organizaciones de los empresarios agrupados en el Frente Productivo, el vacío del peronismo concreto, es decir, los gobernadores, los banqueros se sumaron a los industriales, comerciantes y políticos que expresaron su respaldo a la institución presidencial.
De aquí a las elecciones de octubre, los tembladerales se repetirán: habrá aumento de expresiones sociales, se reiterarán las contradicciones con los gobernadores y los mercados harán sentir su peso, mediante el "riesgo país". Reclaman que haya excedentes para los compromisos de la deuda externa.
Si se hace un ejercicio de imaginación y se retiran de los cálculos de ingresos y egresos los fondos destinados a los compromisos externos, la Argentina no tiene déficit. Pero es sólo eso, un ejercicio voluntarioso, pero que desnuda que el problema es la deuda. Tanto el blindaje como el megacanje postergaron la cesación de pagos. Pero antes de que finalice el 2002, volverán los nubarrones. Los superortodoxos insisten en su prédica: construir el círculo virtuoso; si hay equilibro fiscal absoluto, condición para que ingresen capitales y el país crecerá. La idea mayoritaria es que esa política fracasó y hay que imaginar formas de revertir la depresión, reingresar a la producción sostenida, mirando al mercado interno, pero también las exportaciones. No es fácil ni lo uno ni lo otro: lo revela el nuevo cimbronazo con Brasil. La inestabilidad argentina ha arrastrado a todas las monedas de los países sudamericanos e impactó en España.
Menem, preso
La prisión preventiva contra Carlos Menem no incidió en la crisis. Cuando se supo de la novedad durante el encuentro de los gobernadores peronistas, no mereció ni un gesto de atención especial. Ya se sabe quiénes son sus enemigos dentro del peronismo, pero ni Reutemann ni De la Sota se desentenderán totalmente del preso. Tampoco harán punta para una campaña política por el caso. En el entorno del ex presidente se libra una lucha brava por cuál debe ser el enfoque correcto para una situación harto complicada. Lo refleja el cambio en el elenco de letrados. Si no se suman abogados de más prestigio, es porque Menem no considera que debe pagar los honorarios.
En sectores del radicalismo resultan incomprensibles las declaraciones de Raúl Alfonsín sobre la figura de la "asociación ilícita". No las entienden, como se ha dicho, como parte de un "pacto de impunidad". Las leen como "reacción de la corporación política", que ve con disgusto este proceso. Hay una más, reiterativa: el temor del ex presidente a que el país se vuelva ingobernable si Menem sigue preso por largo tiempo, lo que parece lo más probable y, sobre todo, si es condenado. Se supone que la transparencia es la que permitirá que la Argentina vuelva a ser un país confiable. Por eso este proceso al ex presidente y parte de sus colaboradores debería ser leído como una oportunidad.
De aquí a octubre es inimaginable que un sector peronista se sume al gobierno para ampliar las bases de sustentación: ningún nombre de fuste cubre a la mayoría del más fuerte partido de la oposición. Los comicios no transparentarán del todo cuál es el mapa real del país. Pero es probable que con esos datos, lo que queda de la Alianza y un sector del peronismo encuentren el modo de hacer gobernable al país hasta el 2003.
Es una tarea inmensa, tanto por el trasfondo económico-social como por la sensación existente en la dirigencia política de que una nueva coalición, porque así se fija a la que va rodeando a Elisa Carrió, será una de las opciones presidenciales. Hoy, según una encuesta que Ruckauf hizo preparar pero no difundirá, sería ganadora. Hay bastante por andar.