España tuvo un papel importante en la vida y obra de Ernest Hemingway, algunos afirman incluso que fue determinante. Y eso que el gran escritor estadounidense, de cuya muerte se cumplieron en la semana que pasó 40 años, pisó por primera vez tierras españolas casi por casualidad. Eso fue en 1923. Hemingway era entonces corresponsal en París del periódico canadiense "The Toronto Star" y, a instancias de la autora Gertrude Stein, que tuvo una gran influencia en él, viajó a Madrid, Sevilla, Ronda y Granada para presenciar corridas de toros y adentrarse en un mundo que se convertiría en uno de los temas claves de su posterior obra: la violencia, el dolor y la muerte como parte de la existencia humana. Era a la vez la búsqueda de un modelo de héroe que representara gracia, valor y gallardía. En "Muerte en la tarde" (1932), el autor recordaría ese periplo: "Así, pues, fui a España para ver los toros y para tratar de escribir sobre ellos por mi cuenta. Creí que encontraría el espectáculo simple, bárbaro, cruel y que no me gustaría; pero esperaba también en él una acción definida, capaz de darme ese sentimiento de la vida y de la muerte que yo buscaba con tanto ahínco". De vuelta en París y ya enriquecido con las primeras impresiones de la fiesta brava, Hemingway, otra vez por consejo de Gertrude Stein, decide pocas semanas después regresar a España y asistir junto con su entonces esposa, Hadley Richardson, a los famosos "encierros" -sueltas de toros- que tienen lugar en Pamplona en julio de cada año en honor de San Fermín, el patrón de esta ciudad del norte del país. El incomparable ambiente festivo de los Sanfermines que encontró Hemingway en 1923 y en otras ocho ocasiones en años posteriores le marcó para siempre. Así, el filólogo José Gabriel Rodríguez Pazos recuerda que 1923 fue el año de lo que se ha denominado "la conversión española" del escritor: el descubrimiento de una patria artística de cuyas vivencias se irá nutriendo una parte muy importante de su producción literaria. En ese entonces, seducido por Pamplona y sus encierros, Hemingway empezó a gestar la que se convertiría en su primera gran novela. Se trata de "Fiesta", publicada en 1926 y que en inglés se titula "The sun also rises". Buena parte de este libro se desarrolla precisamente durante los Sanfermines, que gracias a ello se convirtieron en una atracción turística que hoy en día reúne a cientos de miles de turistas de todo el mundo. El amor de Hemingway por las corridas y su amistad con toreros de la época se refleja también en "Muerte en la tarde", libro considerado como un gran tratado de la tauromaquia. Pero Hemingway también siguió vinculado a España como periodista -se dice, por cierto, que llegó a Pamplona como reportero y regresó ya casi como novelista-, labor que le llevó a cubrir la Guerra Civil (1936-1939). El escritor se identificó con la causa republicana, a la que contribuyó económicamente y para la que supervisó el envío de ambulancias desde Estados Unidos. No en vano, el régimen del dictador Francisco Franco (1939-1975) le declaró después "persona non grata", condición que no se levantó hasta los años cincuenta. La guerra en España quedó plasmada en la única obra de teatro de Hemingway, "La quinta columna" (1938), y en su novela "Por quién doblan las campanas" (1940), llevada también al cine. Considerada para muchos una de sus obras cumbre, otros ven en ella una aglomeración de tópicos.
| La suelta de toros presente en la obra de Hemingway. | | Ampliar Foto | | |
|
|