El segundo disco de Mundo Bizarro, "De noche el fuego", arranca con el tema que da nombre al álbum: un rock tan furibundo como breve, bajo la estirpe de aquel Spinetta ruidoso ya hoy perdido en el tiempo. Un rock de guitarra distorsionada y de efectos que deforman la voz del multifacético Fernando de la Riestra. El incendio se apaga rápidamente con el segundo track, "Evidence", una balada jazzeada que canta suave Irene Cervera sobre una base de percusión y vientos tórridos aunque acompasados. Desconcertante.
Después sigue un rock liviano; una canción de cuna tropical y seductora; otra que imita sonidos de la selva; un par de rocks con aire setentista; una rara mezcla de Leo Maslíah y las voces a dúo al estilo Vivencia (¿una broma bizarra?); una canción que no termina nunca de explotar a pesar de que "las manzanas parecen explotar", y otra beat que dura lo que dura un suspiro para luego, en la próxima esquina, prenderse con las uñas de un retazo de trova rosarina...y así continúa la caravana bizarra, plagada de citas, ironías y guiños.
Un disco desconcertante y dispar. Un sexteto que pocas veces funciona como tal, sino que se subdivide, según la canción, en diferentes grupos. Un disco, además, que eligió el irreprochable aunque no siempre efectivo camino de ponerle música a letras de poetas rosarinos -incluido De la Riestra-, a excepción de "Nota VII" de Juan Gelman. También, un disco que si de justificar su existencia se tratase estaría plenamente justificado con una sola canción: "La fábula del perro". Una perlita salida de esta Rosario raquítica de buenas canciones en los últimos tiempos. Una tragicomedia cantada por un De la Riestra tan templado como medido, sobre una base ajustada y una guitarra exquisita, y el saxo cool del Chivo González en un entremés batido a puro sentimiento y técnica. Dicho sea de paso, una pena que González toque tan poco en este disco.
"De noche el fuego" reúne un cóctel de sonidos pero que siempre tiene como finalidad la búsqueda de la canción. Las musas podrían situarse entre los Beatles y Leo Maslíah, probablemente dos referentes fuertes para De la Riestra quien, en definitiva, es el padre e ideólogo de este "mundo bizarro". Casi un proyecto personal del bajista del grupo de jazz El Umbral, sobre el cual parecen girar los cinco músicos restantes.
Ironías sobran en este álbum y a veces se transforman en buenas canciones como son los casos del rock "Gordo", "Qué agradable velada" y las ya nombradas "La fábula del perro" y "De noche el fuego". Otras veces, la mordacidad se diluye en algunas letras que no logran sostenerse y entonces el intento de que el clima de algunas canciones esté prefijado por los textos -al cual reza el escrito que acompaña al disco- se transforma en un discurso presuntuoso. Allí está la mayor debilidad de esta obra, que, pese a tener momentos muy buenos, adolece de una presumible complicidad con el que está del otro lado del mostrador y este intercambio no siempre parece darse en la realidad. De todos modos, Mundo Bizarro subraya la pureza de su intento en cada canción y quiere vivir de acuerdo con su nombre. Lo que no es poco en esta ciudad donde la osadía es una asignatura pendiente.