Año CXXXIV
 Nº 49.170
Rosario,
sábado  07 de
julio de 2001
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El "padre" de la oveja Dolly, Ian Wilmut, pide frenar experiencias sobre clonaciones de humanos
Las anomalías que presentaron varios ratones hicieron que los científicos adviertan sobre las consecuencias de las imperfecciones en los procesos

Ian Wilmut, el científico que creó la oveja Dolly, pidió ayer que se frenen las experiencias sobre esa técnica, subrayando que la ciencia no puede prever los eventuales efectos de manipulaciones de ese tipo sobre el hombre. El pedido de Wilmut se produce a la luz del descubrimiento, surgido en Estados Unidos, de una serie de anomalías en ratones clonados, que avivaron los temores del mundo científico sobre la clonación humana.
  Desde Edimburgo, Wilmut, el “padre” del primer clon obtenido a partir de células de un animal adulto, reiteró que aún habiendo llevado la técnica de clonación a nuevos hitos, siempre fue “decididamente” contrario a toda prueba sobre el hombre.
  Entrevistado por la BBC, Wilmut subrayó su preocupación. “Entre los resultados más probables de cualquier intento de copiar al hombre —dijo— estarían el aborto involuntario, el nacimiento de un bebé que moriría inmediatamente después y, en el peor de los casos, el nacimiento de niños que sobrevivirían pero serían anormales”.
  Por eso, según el científico, los resultados de las investigaciones estadounidenses “proporcionan nuevas pruebas para una moratoria contra la clonación humana. ¿Cómo se puede correr el riesgo de clonar un bebé cuando el resultado no es previsible?”, se preguntó Wilmut.
  Según el científico, la técnica de la clonación “todavía cuanto menos imprecisa y variable, como fue demostrado con las experimentaciones a nivel universal sobre ratones, vacas, ovejas y cabras”.
  Los tests, agregó, indicaron un “extraño fenómeno de pérdida de fetos y, desafortunadamente, de decesos de los animales producidos con la clonación”.
  Pero los riesgos de esta técnica podrían extenderse también a las investigaciones sobre las células estaminales, que según muchos científicos podrían ser usadas en el futuro para “cultivar” en laboratorio tejidos humanos para usar en trasplantes.
  Si las células estaminales animales no son aplicables genéticamente a los ratones, considera Wilmut, lo mismo podría ser válido para las células estaminales humanas. Y si sus sospechas fueran fundadas, los tejidos “cultivados” podrían tener consecuencias imprevisibles sobre el eventual paciente, y hasta provocar cáncer.
  Las técnicas aún son primitivas y demasiado a menudo, pese a los notables éxitos, los experimentos de clonación producen animales con graves defectos que, según concuerdan los principales expertos del mundo, imponen evitar todo intento sobre el hombre para no crear monstruos, según sugiere un estudio que resume las experiencias acumuladas en los últimos años en este campo. Los científicos sostiene que la clonación produce la mayoría de las veces animales imperfectos.
  Es decir que “clonar al hombre sería realmente peligroso, puesto que hoy hay certeza de lo que ayer era sólo una sospecha”, escribe Rudolph Jaenisch, del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en la revista Science, citando un logrado experimento de clonación de ratones que estadísticamente refleja los discutibles éxitos obtenidos en otros laboratorios.
  Jaenisch sostiene en primer lugar que hay que considerar que en cada experimento sólo el 1 por ciento de los intentos consigue producir embriones capaces de desarrollarse hasta el nacimiento.
  El análisis del ADN de los animales así nacidos, en apariencia totalmente idénticos —subraya Jaenish— revela que en realidad no son idénticos. Que en cada uno de ellos algún gen no se expresó o no funciona como debería, dando lugar a enfermedades a menudo fatales en la infancia o con graves consecuencias en la edad adulta.
  Así como cuando en la naturaleza se forma un embrión siempre existe el riesgo de “accidentes” —primero en la fusión del ADN materno con el paterno, y luego en la replicación del nuevo ADN— cuando se inocula el ADN de una célula en el núcleo de un óvulo (para clonar al animal del que fue tomado el ADN) existe un riesgo muy superior de imperfecciones.
  El desarrollo de un organismo “es un ballet tan finamente orquestado” de moléculas y células, comentó el docente de la Universidad de Indiana David Prentice, que en cualquier momento el más pequeño incidente puede crear serios problemas.
  El camino que recorrer antes de llegar a controlar los procesos de clonación es por lo tanto “sin duda muy largo”, señaló Joann Boughman, vicepresidente de la American Society of Human Genetics, recordando que Jaenisch y sus colegas trabajaron sobre células estaminales.
  Es decir, sobre aquellas células primordiales que forman el embrión, y por lo tanto pueden desarrollarse para convertirse en células de huesos, músculos, corazón, hígado y otros tejidos u órganos.
  Esta extraordinaria propiedad las convirtió en candidatos ideales para las terapias en estudio en muchos campos, pero al mismo tiempo haciendo temer que el embrión sea considerado no como ser humano en potencia, sino como depósito de componentes de laboratorio.
  Sobre este problema debate justamente en estos días el Congreso norteamericano, con la Casa Blanca apoyando a quien quiere regular duramente, si no prohibir, el uso de células estaminales tomadas de embriones con fines de investigación.
  Pese a los éxitos de laboratorio con las inyecciones de células estaminales para reparar los más diversos daños genéticos, según Boughman, el estudio de Jaenisch prueba que las técnicas aún no son confiables, y que incluso las esperanzas de nuevas terapias deben tomarse con pinzas.
  Así como células estaminales idénticas pueden expresarse en modo diverso en los animales clonados, advierte Boughman, “dado que no podemos aún controlar su desarrollo“ existe el riesgo de que se expresen de manera imprevisible, incluso una vez inoculadas con fines terapéuticos en un individuo.


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