Año CXXXIV
 Nº 49.166
Rosario,
martes  03 de
julio de 2001
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Triste experiencia de un matrimonio en su vivienda de zona norte
Reducen a una pareja en su casa y le roban dinero y joyas por $137 mil
Cinco delincuentes a cara descubierta los sorprendieron mientras dormían. Fue una pesadilla de 45 minutos

Eduardo Caniglia

Ayelén y Abel aún no pueden superar el susto. La madrugada del sábado fue una de las peores que les tocó vivir y les cuesta entender lo que pasó. Cuando se aprestaban a descansar fueron sorprendidos por un grupo de delincuentes armados que violentaron una persiana de la vivienda, los redujeron y les robaron 37 mil pesos en efectivo y otros 100 mil en joyas que guardaban en distintos sectores de la casa.
El episodio ocurrió cerca de las 3 del sábado en el lujoso chalé de Francisco Miranda 3945, a la altura de Rondeau al 3900 y la denuncia fue hecha en la comisaría 10ª.
Poco después de las 21.30 de ese día, Ayelén Alegre, de 23 años, y Abel Antolini, de 26, llegaron a la casa. Luego de cenar decidieron acostarse cuando los relojes marcaban la medianoche. Sin embargo la joven no podía conciliar el sueño y unas dos horas y media más tarde se sintió preocupada por escuchar "ruidos extraños".
La inquietud de Ayelén pasó luego de compartir unos mates con su esposo en la cama. Entonces la joven se durmió y el que "se desveló por completo" fue Abel.
Cerca de las 3 de la mañana y cuando el televisor reproducía una vez más las imágenes del partido que disputaron Boca Juniors y Cruz Azul de México por la final de la Copa Libertadores de América, la silueta de un hombre en el comedor inquietó al muchacho. Pocos segundos después comprobó que los sonidos que angustiaban a Ayelén tenían fundamento: un tremendo puñetazo que le propinó un intruso impactó en su ojo derecho. "Salté de la cama, pero no tuve tiempo de reaccionar porque empezaron a pegarme", comentó Abel a La Capital el mediodía de ayer en su vivienda.
En ese momento cinco hombres jóvenes, "calzados con borceguíes", irrumpieron en el dormitorio y desconectaron el televisor. Entonces la pareja quedó a oscuras mientras un hombre sentado a un costado de la cama vigilaba sus movimientos con la luz que proyectaba un encendedor.
"El tipo era amable. Le pidió disculpas a Abel porque le había pegado y nos dijo que nos quedáramos tranquilos porque robaba para darle de comer a sus hijos, pero después nos pidió la plata. Yo le dí 7 mil pesos que tenía para pagar una deuda y también todas mis joyas", contó Ayelén.

Un dato preciso
El botín entregado por Abel y Ayelén no conformó a los ladrones, que continuaron exigiéndoles más dinero. "Queremos la plata", repetían los asaltantes. Al parecer contaban con un dato preciso: los padres de la joven habían cobrado una suma importante de una transacción comercial que habían realizado en la ciudad de Santa Fe.
Entonces, mientras uno de los delincuentes seguía inmovilizando a los jóvenes, los otros asaltantes se dirigieron a otro dormitorio de la vivienda propiedad de la madre de Ayelén, ausente en ese momento. Como el vestidor de esa habitación estaba cerrado lo abrieron con un martillo. "Yo estaba aterrorizada y pensaba lo peor, que podían violarme o matarme, pero por suerte nada de eso pasó", dijo Ayelén.
Mientras esto ocurría, Abel estaba tirado en el suelo con el ojo inflamado. "Como perdía mucha sangre me cubrí la cara con un short. El ladrón que se había quedado con nosotros tapó con una frazada a Ayelén porque tenía mucho frío y le tomó el pulso. Además, a mí me convidó con un cigarrillo", explicó el muchacho.
Las preguntas de los ladrones para que la pareja les dijera "dónde estaba la plata" se sucedieron hasta que la encontraron: luego de revolver toda la casa desvalijaron el vestidor de la madre de la chica y se apoderaron de otros 30 mil pesos que estaban junto a algunas joyas. Así conformaron el valioso botín de 37 mil pesos y las alhajas.
Un rato después, uno de los ladrones entró al dormitorio de Abel y Ayelén y ató las manos de los jóvenes con un cordón de zapatillas mientras les decían que todo había terminado, que se irían de la casa.
Los ladrones cerraron con llave la puerta de la habitación y emprendieron el escape, pero antes de irse desconectaron la central telefónica y cortaron la luz. El calvario había comenzado 45 minutos antes cuando los ladrones entraron luego de forzar una ventana enrejada del living que da al jardín del frente de la casa.
Abel y Ayelén están convencidos de que los ladrones conocían la existencia del dinero y al mismo tiempo sorprendidos por el accionar de la banda ya que "la policía nos dijo que este tipo de robos es inusual en Rosario. Eran profesionales y hablaban muy bien", recordó Ayelén.
Abel estuvo hasta el sábado "con el ojo cerrado". Los médicos que lo atendieron debieron suturar con tres puntos el párpado y una resonancia magnética estableció que la capacidad visual no está afectada. Ayer Ayelén todavía estaba asustada y no paraba de repetir que "fue algo terrible. Fue la experiencia más fea que tuve en mi vida".



Abel muestra en su ojo la furia de los asaltantes.
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