Cañada de Gómez.- El médico cañadense Daniel Alonso, que vivió sus años de infancia y adolescencia en Correa, descubrió con otros profesionales del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad Nacional de Quilmes que el AZT o azidotimidina, utilizado como medicamento para combatir el sida, induce el envejecimiento de las células tumorales.
La investigación, que fue probada exitosamente en ratones y mereció una publicación en enero de este año en la revista científica estadounidense Breast Cáncer Research Treatment, podría ser volcada ahora a seres humanos si los profesionales que participan reciben el financiamiento necesario como para iniciar la última etapa de desarrollo. El descubrimiento podría ser considerado como uno de los aportes argentinos más valiosos para combatir el cáncer, ya que el uso terapéutico del AZT sería utilizado como terapia complementaria a la quimioterapia para tumores sólidos como el de mama, pulmón y colon, entre otros, una vez que se realiza la correspondiente intervención quirúrgica.
Alonso nació en Cañada de Gómez y vivió sus años de infancia y adolescencia en Correa, donde reside parte de su familia. Hijo de un médico y una poetiza (Olga Bressano de Alonso) se dedicó de joven a la investigación y hoy con 36 años forma parte del departamento investigación de la Universidad Nacional de Quilmes.
En los años que estuvo en la Capital Federal hizo cuatro años de residencia en el hospital Raffo y ganó por concurso una beca de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente además de investigar es profesor de biología molecular en la Universidad de Quilmes. También es autor del libro "Biología molecular oncológica", junto al médico Daniel Gómez.
"En 1989 y luego de graduarme de médico en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) me fui a trabajar a Buenos Aires y desde hace 5 años estoy en el laboratorio de Oncología", contó a La Capital el actual codirector de ese departamento.
En ratones funciona
El médico, que expuso junto a Gómez el trabajo en un congreso que se realizó en Grecia, explicó que la investigación fue aplicada en ratones a los que, luego de suministrarles dosis de AZT, observaron una disminución del tumor e hizo que muchas células tumorales murieran.
"De ninguna forma reemplazaría a la quimioterapia, sino que se utilizaría en forma complementaria. Se trata de una acción distinta y permitiría que ese tratamiento (la quimioterapia) que tiene un efecto más tóxico se reduzca a la mínima expresión", acotó Alonso. El profesional añadió que el protocolo para comenzar a probar el experimento en humanos podría ser confeccionado en pocos meses, pero subrayó que es necesaria la financiación de una empresa farmacéutica con la autorización de los organismos internacionales.
-¿Esto se originó a raíz de estudiar el sida o el cáncer? \-En realidad, lo que se había descubierto es que las células tumorales tienen una enzima llamada telomerasa, que es muy parecida a la que tiene el HIV. Esto es lo que las hace inmortales. La telomerasa les pone el reloj en cero, es decir que las hace siempre joven. El AZT, al ser una droga que combate este tipo de enzimas, va inhibiendo la célula tumoral y paulatinamente le pone en marcha el reloj para que envejezcan. Esto se logra cuando las células se exponen a la droga en forma muy prolongada. Esto quiere decir que no hay que dar una dosis muy alta, pero sí debe ser constante y continua.
-¿Cuál fue el origen de esta importante investigación? \-El punto de partida fue encontrar en bibliografía que las células tumorales expresan esta enzima. A partir de allí vimos que en la década del 90 se reportó que el AZT podría eventualmente tratar el virus del Sida. Lo que se hizo entonces es una conexión entre ambos temas. El investigador que inició esto es Daniel Gómez, con los trabajos iniciales en Estados Unidos.
-¿Qué mensaje le da a los enfermos de cáncer? \-Este tipo de experimentos no son mágicos y no significan la cura mágica del cáncer. Se trata de un nuevo escalón en la dura batalla contra el cáncer. Los pacientes que tienen esta enfermedad saben que ganan la batalla en el día a día con la enfermedad. En investigación es lo mismo. Hoy siete de cada diez pacientes se curan o manejan su enfermedad.