A treinta años de la muerte de Jim Morrison, la figura del ex líder de los Doors permanece como uno de los principales símbolos de la contracultura norteamericana, la rebelión de los años 60 y el rock como la forma de expresión de toda una generación. Jim Morrison, el poeta maldito, el rocker indomable e incorregible, fue encontrado muerto en una bañera, en París, el 3 de julio de 1971, aparentemente víctima de un ataque cardíaco. Tenía sólo 27 años. Su muerte aún es un misterio que alimenta todo tipo de leyendas.
En cuatro años Jim Morrison consiguió convertirse en una de las estrellas de rock más populares de su generación, y hoy su mito está a la altura de otros grandes como Jimi Hendrix, Bob Marley o John Lennon. Su tumba en el cementerio parisino Pere Lachaise, donde descansa junto a notables como Balzac, Moliere y Oscar Wilde, es una de las más visitadas de la capital francesa. Hace diez años, al cumplirse 20 años de su muerte, el cementerio debió ser cerrado por la afluencia masiva de admiradores que acudieron para honrar su memoria.
Jim Morrison había nacido en Melbourne, Florida, en el seno de una familia de clase media convencional, cuyos miembros seguían por tradición la carrera militar. En 1964 se trasladó a Los Angeles para estudiar arte dramático en la Ucla. Allí conoció a Ray Manzarek, con quien formó el embrión de los que sería The Doors.
Los Doors comenzaron a tocar esporádicamente en 1965. Su fama se extendió rápidamente por las potentes y excitantes interpretaciones de Jim Morrison, que teatralizaba con su cuerpo y su voz inconfundible los polémicos versos de sus canciones. El público de entonces se impresionaba al oír a Morrison cantar el clásico "The End", en el cual gritaba "padre quiero matarte, madre quiero...". La primera vez que los Doors tocaron esa canción en el Whisky a Go Go los echaron del local. Era el primero de los muchos incidentes que protagonizó Morrison en vivo.
Mientras los Doors conseguían dos número uno en los charts con "Light My Fire" y "Hello, I Love You", el comportamiento de Jim Morrison en el escenario se volvía más extravagante. Salía a cantar enfundado en unos pantalones de cuero ajustadísimos y se contoneaba como poseído por un éxtasis sexual. Cada vez que subía a escena, en ocasiones bajo los efectos de las drogas o el alcohol, nadie podía adivinar lo que ocurriría.
El abril de 1969, en Miami, Morrison llevó sus instintos hasta los extremos cuando se masturbó sobre el escenario. Después del concierto cayó una orden de arresto sobre él, por lo que decidió refugiarse en París, junto a su novia Pamela, cansado de ser una estrella de rock perseguida por la prensa y las autoridades. Su plan era concentrarse en escribir poesía (su primera colección de poemas, "The Lord and The Creatures", había sido publicada en 1970). A partir de ahí se dejó crecer la barba y engordó unos cuantos kilos, por lo que resultaba casi irreconocible.
Morrison acababa de grabar el disco "L.A Woman" con los Doors, y todos estaban satisfechos con los resultados. El álbum tenía gancho, incluía el ya clásico "Riders On The Storm", y el grupo esperaba que Jim volviera de París para empezar a trabajar en un nuevo disco. Pero "Jimbo", como le decían sus amigos, jamás volvió.
Misterio en París
Las circunstancias exactas de la muerte del cantante de los Doors nunca fueron aclaradas. Cuando los bomberos llegaron a su domicilio de París, el 3 de julio de 1971, a raíz de un llamado telefónico, encontraron a un hombre sin conocimiento en la bañera. El desconocido era James Douglas Morrison, alias Jim Morrison.
Las tentativas de reanimación fueron vanas. Los allegados del cantante lograron guardar el secreto. Su fallecimiento sólo fue anunciado tras el entierro que ocurrió cuatro días después, en presencia de cinco personas, entre las cuales se encontraba la cineasta Varda.
No hubo autopsia. Según el médico forense, James Douglas Morrison murió de muerte natural a consecuencia de problemas coronarios, probablemente agravados por el abuso de alcohol. La noche anterior a su muerte el cantante había estado en el Rock And Roll Circus, una sala de fiestas que entonces estaba de moda. Según ciertas fuentes, allí le propusieron un cóctel de drogas fatal para un organismo ya fragilizado por años de alcoholismo.
Según otras fuentes, Morrison estaba todavía vivo cuando se fue del club, en muy mal estado pero todavía vivo, y habría sido metido en la bañera por las personas que lo acompañaban y que trataron de reanimarlo sin éxito.
Todas estas hipótesis contribuyeron en gran medida a alimentar la leyenda. Hay quienes siguen poniendo en duda su muerte, debido a las extrañas circunstancias en que se produjo: el ataúd precintado, el ilegible certificado de defunción y la falta de testigos tras la muerte de su novia Pam en 1975. Los defensores de esta hipótesis afirman que Jim intentaba alejarse del mundo del rock, así que fingió su propia muerte.