Aún es una sensación epidérmica, pero la inminente prisión preventiva contra Carlos Menem enrarece la vida política. Son exteriorizaciones que no precisan cómo ve el caso cada variedad del peronismo. De todas maneras coadyuvará sobre la acción del gobierno nacional, cuando el plan económico de Domingo Cavallo no va a la avenida con un arco de triunfo en el fondo.
Son aromas que generan ánimos contradictorios. El menemismo, que busca forzar una presión oficial sobre la Cámara Federal de Apelaciones, donde irá en queja el ex presidente, motoriza la consigna de no dejar frente sin atacar, en pos de una libertad hoy difícil. Movilizar, si puede, militantes, contando ahora con la presencia activa de Cecilia Bolocco con suerte que pocos creen que será gratificante. Los gobernadores con peso, como Carlos Reutemann, la recibirían, pero no irán a un mitin que la tenga como mensajera.
El santafesino, que es muy individualista, prefiere cultivar otros contactos: recibe mensajes de aliento de los EEUU, dicen en su cercanía. Hay angustia en Don Torcuato esperando que los plazos le permitan llegar a la Suprema Corte donde amigos no le faltan al ex mandatario.
Eduardo Menem es la voz del ala dura. Pero dicen en el bloque de senadores peronistas que no hay que confundir los objetivos. Para la mayoría, como para los gobernadores del PJ, el ex es el pretexto para mejorar sus posiciones. En el caso de los mandatarios mostrar los dientes dio resultados, aunque Fernando de la Rúa haya tildado de "infelices" las amenazas de ruptura de diálogo. Sin fondos saltaba una desventaja frente a elecciones en sus vísperas. En el peronismo se cree que las definirán la gestión de los gobernadores o el perfil de los candidatos. No tanto, los efluvios que emite el gobierno nacional.
Pero hay camino por andar. El ala dura se propone llevar al gobierno al terreno de la sospecha especialmente sobre Cavallo. Es el sentido de la investigación sobre el canje de la deuda. En el bloque de la mayoría se escuchó decir que no se justifica haber buscado canjear 30 mil millones de dólares, porque con 17 mil estaban cubiertas las necesidades hasta finales del 2002. ¿Por qué se subió el monto? Dicen en ese sitio clave que para abultar las comisiones de los operadores y los beneficios de los tenedores de bonos que pudieron elevar así la tasa. El tema dará que hablar, y está ligado al otro objetivo planteado: diluir en una comisión bicameral a la que funciona en la Cámara baja sobre lavado de dinero. En el gobierno pocos tienen respecto a ese asunto el mismo entusiasmo que Elisa Carrió, que está frente a un reto: que las expectativas que generaron las cajas que le enviaron de los EEUU "a ella, no a los senadores", no queden enredadas en los embrollos políticos. Carrió y sus leales en esa comisión dividida no creen que la senatorial impedirá su propia tarea, y que a fines de mes, o primeros días de agosto, el informe tan aguardado dará a luz con brillo.
El factor Carrió
Barruntan que están frente a una campaña orquestada, que se inició con la divulgación de todos los nombres metidos en las famosas cajas, lo que tiende a diluir "al delincuente con el operador común", sobre todo entre los banqueros. "Pero es parte de la embestida que ahora se corporiza en la propuesta de Eduardo", razonan. Como creen que hay un abismo entre la credibilidad de los integrantes de la Cámara alta y la voz de la chaqueña, harán diferencia. Carrió vive acosada tanto por los intereses potencialmente afectados por su investigación como por lo que queda de la Alianza, donde su liderazgo busca un atajo que les permita aprovechar de sus posibles votos de octubre.
Son intentos vanos. Carrió, si pudiera, eludiría el comicio: no tiene tiempo para presentar candidatos y expandir su prestigio orgánicamente. Puede quedar reducida con su fuerza, Argentinos de una República de Iguales (ARI), en una expresión porteña, corrida hasta los grandes centros urbanos del Gran Buenos Aires. Como estructura es hoy poco más que la disidencia de la Alianza, sobre todo del Frepaso, aunque la popularidad de la mujer sea inmensa.
"Las elecciones nos perturban", dicen porque no saben si la imagen de Carrió les alcanzará para construir una fuerza. Cuando se les sumaron los diputados del Frente Grande de la línea de maestros de la provincia de Buenos Aires, en los acuerdos finales estuvo presente la titular de Ctera, Marta Maffei. Por eso se especula que la docente podría ser candidata a senadora nacional por la nueva fuerza en la más grande de las provincias. Si es así, achicaría aún mas las chances de Raúl Alfonsín. El jefe radical no consigue un gesto positivo, excepto de cariño personal, de la mujer del Chaco. Así, otra vez se analiza si es conveniente que el ex mandatario vaya a confrontar con Eduardo Duhalde. El ex gobernador lleva hoy una ventaja muy gruesa sobre Alfonsín que tiene además que lidiar con el Polo Social del padre Luis Farinello.
Si el paso atrás no se dio todavía es en parte por la imposibilidad de una conjunción entre el ARI y la heterogénea fuerza del sacerdote, donde se mezclan militantes sociales con las huestes de Guardia de Hierro hasta comunistas disidentes que lidera el ex secretario de organización del PCA, Jorge Pereyra. "Queremos cambiar el país desde la política, mientras que el Polo tiene un discurso antipolítica. Nada nos une, todo nos separa", proclaman con solemnidad en el ARI. Desmienten con furia que haya tratativas con el jefe porteño Aníbal Ibarra: "Nos opera desde la prensa", se quejan.
Pero es con quien potencialmente, después de los comicios, pueden ir a la búsqueda de un gobierno de coalición comunal. Desde que se especula sobre la candidatura de Alfonsín, se murmura que Juan Pablo Cafiero, que ganó su espacio con su diálogo con los piqueteros de Salta, podría ser su reemplazante, pero no es verdad. Cafiero es un católico escuchado por un ala de la Iglesia, aunque no es un beato. El obispo de Tartagal lo llamó dos veces para que en General Mosconi hiciera presencia nacional, donde no estaba ni la provincia ni la comuna. El ministro tiene opinión formada: con represión no se resuelven los problemas y en minutos marchó hacia el norte, a la localidad donde ni siquiera se ve a la Iglesia. Los sociólogos pueden hacerse una fiesta analizando la autogestión comunal, que no puede durar así, mucho tiempo.
¿Diálogo o dureza?
De la Rúa evitó hacer drama del viaje inopinado que dejó su huella de resentimiento. El ministro hizo lo suyo y así exhibió que no sólo la Gendarmería tenía que estar en el lugar del conflicto, que hay soluciones que son posibles con los pobladores más preparados intelectualmente que lo que exhiben las fotos de los líderes. O que el diálogo es vital y algún resultado está dando. Chapaleó barro y frío y -como el bonaerense Felipe Solá- conoce la cruda realidad social, que la ortodoxia desdeña. Claro, cuando habló de los "piqueteros de guante blanco" que se pasean por los despachos oficiales, meditó bien por qué lo dijo y su repercusión.
La opinión publica oscila entre las simpatías a estos gestos o con los requerimientos de los piqueteros, con cierto hartazgo a soportar cortes de caminos, aviones que se demoran, necesidad de orden, especialmente cuando el crimen reaparece con fiereza. Conocer a ciencia cierta cuál es el estado de ánimo de la sociedad, es vital para entender que puede ocurrir. Hay de todo: a una Carrió progresista, la buena imagen aún acompaña a Carlos Ruckauf en su antípoda. Lo que puede ser mayoría en la Capital Federal, es probable que ni sea escuchado en las provincias. Ejemplo: si hubiera ahora elecciones en Corrientes, las huestes del defenestrado ex gobernador "Tato" Romero Feris junto al menemismo local, obtendría el 40% de los sufragios.
La sensación es de frustración creciente, que algo fuerte sucederá. Con la desocupación en ascenso, es difícil revertir el escepticismo. Un hombre como Duhalde, con la oreja puesta en el fondo de la sociedad, le ha cerrado las expectativas a Cavallo a formar parte de su proyecto electoral pero escuchó del ministro que el radicalismo es una rémora para gobernar. El ex gobernador se siente seguro para octubre y como no piensa en la coyuntura, porque no debe enfrentarla, deja huellas claras de que aún no dijo la última palabra para el 2003. El mismo repite que queda tan lejos y es tan duro lo que viene que nadie puede saber como se alineara la sociedad y con aquello de prueba y error, habla con los radicales y con el remanente del Frente Grande.
Las elecciones internas del radicalismo bonaerense revelan que el ala progresista no es lo mayoritaria que pensaba, y eso que en la compulsa jugaron los aparatos. La conclusión es que la apuesta de Federico Storani de marchar sobre la jefatura del partido se amortigua. Para el Frepaso lo ocurrido lo convierte en variable de ajuste respecto de las candidaturas. Los radicales, deberán privilegiar sus proporciones internas.
Un mensaje de la ortodoxia
Los mercados siguen desconfiando. Los operadores no son sutiles: toman a pie juntillas el discurso confrontante del peronismo, la conflictividad social, la falta de crecimiento y la heterodoxia de Cavallo, que no les gusta. Todo junto, hace que el riesgo país no ceda, y que se repitan aquí y afuera, como ocurrió el viernes, rumores de que el ministro había presentado su renuncia. Las causas: que el presidente no hace lo que él reclama para el Pami o la Ansés.
El discurso del titular de la Asociación de Bancos (ABA), Eduardo Escasany, sintetiza aquellos recelos y más: "Vivimos inmersos en un clima de violencia cotidiana por el auge del delito y por el hecho de que cualquier reclamo se expresa vulnerando el derecho de los demás: cortes de rutas, de aeropuertos, de calles, etc.". O que "si el Estado desaparece (es) porque las autoridades abdican de su obligación básica, se entroniza la anarquía". Fue algo más una queja. Impulsa una plataforma, una vuelta de tuerca. Es que el entusiasmo que generó Cavallo va camino al agotamiento: la heterodoxia, piensan, es una avanzada del estatismo, de los controles, el regreso a las regulaciones, no resuelven el estancamiento y desbroza a la hiperinflación. Los pimpollos de la primera parte de mayo se marchitaron muy rápidamente. Regresa la depresión, por más que el ministro le busque la vuelta al aliento a la demanda.
En la convención de los banqueros se escuchó el vozarrón de Ricardo López Murphy, el gran cuadro de la ortodoxia, que vuelve a pedir cancha frente a un supuesto final sin champagne del actual curso económico. Cavallo cuenta que los sponsors de la ortodoxia quieren reducir salarios y marchar hacia la dolarización. ¿Qué poder político podría avalar este programa que hace poco asomó y se derrumbó en dos semanas? Este es un enigma que no tiene respuesta en el marco de la Constitución. No habrá clarinadas como antes, pero sí insistencias sobre el futuro del actual mandatario. Tampoco se vivirá un 9 de julio como telón de fondo emocional para un gobierno de unidad nacional que se busca para que octubre no lo encuentre hecho jirones. Así de simple.