| | Czeslaw Milosz, el exilio como destino de un poeta
| Tras décadas en el exilio, el poeta Czeslaw Milosz regresó a Polonia y celebró ayer sus 90 años en su casa de Cracovia y no en California, donde vive y trabaja desde hace años. "Ya casi soy un cracoviano", bromeaba hace poco Milosz, que considera la emigración el destino del verdadero poeta. "En mi casa de Cracovia sólo hubo una pequeña pausa, entre 1945 y 1989". Recién después de la caída del Muro de Berlín, el Premio Nobel de Literatura nacido en Seteiniai, Lituania, pudo regresar a su patria. En su discurso de agradecimiento en Estocolmo, Milosz se describió a sí mismo en 1980 como poeta de "la otra Europa". Aún cuando en ese entonces llevaba ya veinte años como profesor en la Universidad de Berkeley, seguía sintiéndose vinculado a la parte de Europa que estaba detrás de la Cortina de Hierro. Marcado por su juventud en Vilna, por la convivencia multicultural de polacos, judíos y lituanos, por el horror de la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial y la experiencia con el estalinismo, el poeta vanguardista de antaño se había convertido ya hace tiempo en líder moral de la oposición. "Siempre sentí que pertenecía a un ambiente intelectual y literario en Polonia", dijo Milosz el año pasado en una entrevista. "Extrañaba esas interminables y fructíferas conversaciones polacas con un vaso de vodka". En su patria siguió siendo uno de los grandes de la poesía a pesar de la censura impuesta a su obra por parte del régimen comunista. Fragmentos de un poema de Milosz adornan el monumento a los trabajadores asesinados en diciembre de 1970 en Dantzig.
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