En los últimos días, todos los problemas, conflictos e inconvenientes por los que atraviesa el sector agropecuario, parecieron haberse limitado al mero hecho de si se hacía o no la tradicional muestra ganadera de la Sociedad Rural Argentina en Palermo.
Una concurrencia de errores, a su vez, determinó que el conflicto, casi particular, desembocara prácticamente en una "pulseada" pública entre el gobierno y la entidad ruralista, sobre la concreción de la muestra con o sin ejemplares vacunos que, contrariamente a lo que ocurre en general con los temas del campo, esta vez logró una más que amplia repecusión mediática.
El hecho es preocupante ya que pone de manifiesto la superficialidad con que se abordan ciertos temas, incluso de parte del propio sector o, mejor dicho, de sus dirigentes. Sin olvidar que en más de un caso los conflictos se agravan por el accionar (o el no accionar) de las mismas autoridades.
Hoy, de acuerdo a la estimaciones oficiales, hay más de 25 mil ganaderos afectados de una u otra forma por aftosa en los rodeos. Esto ya de por sí es grave e implica una pérdida productiva directa además del hecho que, en la medida que no se controle la afección, la cifra -y las pérdidas- seguirán incrementándose.
Simultáneamente, todo el resto de la cadena también sufre restricciones, incluido el cierre de los mercados internacionales, que aún se mantiene y que no se sabe cuándo se pueden llegar a reabrir.
Un debate acotado
Ante este escenario, ¿puede ser que ante la opinión pública todo se circunscriba solamente a si se hace o no una muestra ganadera? Parece poco serio.
En todo caso, también queda absolutamente claro que las discusiones de fondo sólidas, técnicas, sin las presiones de cada uno de los lobbies de los distintos eslabones de la cadena, casi están ausentes. El corto plazo y los intereses particulares parecen seguir imponiéndose al beneficio general.
Esa es la diferencia entre Argentina y lo que ocurre en otros países como Uruguay, por citar un ejemplo cercano, que parecen tener mucho más claro qué quieren y qué deben hacer para conseguirlo y, a partir de ese punto ya no hay más discusión. Sin olvidar, además, que parecen tener un sentido de responsabilidad individual y colectivo mucho más marcado.
De todos modos, mientras diarios, radios, televisión e Internet prácticamente estaban abocados en forma casi excluyente enfrentamiento Rural-Senasa, se conocieron algunas nuevas medidas económicas, comenzaron a verse las primeras reacciones del mercado ante las anteriores y aparecieron nuevos datos sobre la economía general.
En el conjunto, por caso, apareció entre otros el sector arrocero, terriblemente alarmado por el impacto negativo de las medidas económicas, algunos productores quejándose de que ya les habían aumentado el costo del transporte y de algunos servicios como la secada de granos.
Se supo que, oficialmente, se reconoce un incremento significativo de la evasión fiscal, que varios opinan que seguirá en increento. Igualmente, el gobierno apareció reconociendo la necesidad de achicar el gasto público, pero sin que terminen de materializarse los recortes en la magnitud que se necesita.
También, y debido a su situación financiera, un importante banco oficial, de los que tienen una cartera agropecuaria voluminosa, tuvo que suspender los otorgamientos de créditos.
Se podrían enumerar muchos más datos y situaciones, pero lo que surge del coctel es que, con razón o son ella, el ánimo general no cambia y es obvio que, ante la crisis de la situación glboal, tampoco hay margen paa los temas estructurales o de fondo (inundaciones, desfinanciación, etc.) que el cmpo requiere para mejorar su situación.