| | Editorial Instituciones en crisis
| Una encuesta realizada recientemente por el Instituto de Desarrollo Regional (IDR) reveló el pésimo concepto que le merece a gran parte de la población rosarina el desempeño de instituciones cruciales en el desenvolvimiento cotidiano de una sociedad democrática. De acuerdo con el relevamiento, menos del diez por ciento de los habitantes de la ciudad tiene una opinión favorable sobre la policía, la Justicia, el sindicalismo, el Concejo Municipal y las legislaturas provincial y nacional. Apenas la Iglesia y el periodismo se salvan de ostentar tamaño baldón. La profunda crisis de representatividad que la divulgación de estos datos denota justifica, como mínimo, un breve análisis. La desilusión dista de ser nueva en la Argentina. En realidad, forma parte de lo más medular de la esencia nacional: bastaría una lectura superficial de las letras de dos popularísimos tangos de Enrique Santos Discépolo ("Yira, yira" y "Cambalache") para llegar a esa conclusión. Sin embargo, tras la larga noche autoritaria iniciada el 24 de marzo de 1976, después de la restauración democrática de 1983 un baño de confianza iluminó a la gente. A partir de las olvidadas virtudes del sistema representativo, se creyó posible no sólo la reconstrucción de las avasalladas libertades civiles sino la instauración de un país más justo para todos. La frase, justamente, pertenece a aquellos años esperanzados, más específicamente al ex presidente Raúl Alfonsín. "Con la democracia se cura, se come y se educa", sostuvo quien en su momento se convirtió en el depositario de los sueños populares. Pero los hechos terminaron por desvirtuar el profundo sentido de esas palabras. La dura realidad económica y las sucesivas claudicaciones en el terreno político golpearon con crudeza sobre el ya castigado tejido social. Así se ha llegado hasta el presente, cuando muchos reniegan, pero no tantos aportan. Lamentablemente, debe decirse que las críticas hacia las instituciones se encuentran, casi siempre, justificadas. Su constante preocupación por la cuestión social rescata a la Iglesia de la andanada y el activo protagonismo en el rol de la denuncia mantiene al periodismo al margen del grueso de las balas. Pero no alcanza. El casi total escepticismo que deja traslucir la encuesta acerca de la gestión de concejos municipales y legislaturas es realmente grave. Al respecto, debe recordarse una frase de Bartolomé Mitre: "Los males que puede ocasionar la libertad se remedian por ella misma", dijo el militar, político y escritor. Y acaso no haga falta agregar demasiado. Participar sigue siendo la manera más rica de ejercer el cuestionamiento. En las manos de la gente, a partir de los canales que proporciona el sistema, está cambiar las cosas que deben ser cambiadas. Hoy, más que nunca, es el momento de optar por un protagonismo activo.
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