Año CXXXIV
 Nº 49.153
Rosario,
miércoles  20 de
junio de 2001
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Donde flotan las ideas
El concepto de holografía da soporte a una propuesta sobre cómo se pueden cambiar programas mentales para hacer funcionales los recursos internos

La holografía despertó con un fenómeno que a sus espectadores logró encantar desde un primer momento: la convergencia de rayos láseres conseguían reproducir una imagen en tres dimensiones. El neurofisiólogo Karl Pribram, de la Universidad de Stanford (EEUU), recogió el desafío que abría la tecnología y postuló que nuestros recuerdos podían estar conformados con imágenes holográficas. Finalmente Richard Bandler, uno de los creadores de la programación neurolingüística (PNL), definió un concepto más arriesgado al concebir su ingeniería del diseño humano y dio pie a la premisa de que la mente, sus contenidos, se ubican en un espacio virtual, alrededor del cuerpo y no dentro del cerebro. Con estos postulados, apoyado en la corriente constructivista de pensamiento, el psicólogo Fernando Cuperman articuló este saber -que en su momento constituyó un saber de punta de la neurociencia- y armó un seminario taller bajo el título de "Holograma".
"Estamos utilizando un conocimiento que ya lleva más de 30 años. Bandler advirtió que la mente siempre era buscada en el cerebro, como si se pensara que la electricidad está atrapada dentro de los cables que la conducen. Con los conceptos de holograma y realidad virtual empezó a investigar el hecho de que las ideas parecerían flotar alrededor de uno", comienza explicando Cuperman.
De esta forma, agrega, "al ver cómo es el diseño de la mente, se entiende dónde están ubicados accesos directos a un conjunto de información sobre lo real e irreal, lo positivo y lo negativo, el pasado y el futuro. Los armados del holograma personal a veces resultan prácticos para lo que se desea obtener, pero otras veces son inconvenientes. En los talleres trabajamos para rearmarlos de tal modo que sean más funcionales, según los resultados que cada uno quiera tener".
El ingreso al mundo interno a través del holograma, por lo tanto, posibilita que "se aprenda a dejar de hacer algo, hacer algo nuevo o hacerlo mejor", considerando que siempre las personas tienen por delante la resolución de temas y deben aprender a adquirir una habilidad en particular. También representa una ventaja saber cómo funcionamos cuando algo va mal en determinada situación.
Cuperman afirma que "el holograma comienza su armado cuando el niño empieza a caminar, cuando aprende los gestos que son tomados como una Gestalt de la totalidad del mundo de los dos padres o de los que cumplan ese rol. Se utilizan del holograma aquellos elementos más o menos parecidos a los que hacen ese papá o esa mamá, y se los sigue repitiendo".
Sin embargo, esas imágenes del holograma que fueron exitosas y funcionales en los primeros años de vida pueden no serlo a los 12, a los 20 o a los 40. "Muchas veces se cambian los contenidos de esas imágenes -apunta el psicólogo-, pero éstas siguen con la misma forma, que ya no es la adecuada. Como un software (programa) de computación, es posible modificar su contenido, pero el formato siempre es igual".
El objetivo, entonces, es operar sobre el entorno virtual. "El cambio de los programas que forman el holograma se produce en modo analógico -explica Cuperman-. Se modifican las distancias, las alturas, en ese espacio externo donde se ubican las imágenes representacionales".
Otros interesados en el holograma quieren utilizar los beneficios operativos para el ámbito comunicacional, comercial (ventas), de enseñanza, en deportes -Cuperman ha trabajado con equipos olímpicos argentinos en disciplinas como el yudo y corredores; también con golfistas- e incluso para el desarrollo personal.
En el caso de las comunicaciones interpersonales, "uno puede leer dos o tres pistas de quien tiene enfrente, y saber cómo acercarse o ubicarse. Esto en el plano familiar a veces no lo advertimos porque estamos más pendientes en el contenido y no tenemos en cuenta el modo de comunicar, que debe ser más agradable", señala el psicólogo.
Y aquellos que no saben qué es lo que quieren, pueden aprender cómo realizar un chequeo para descubrirlo, cómo usar su propio holograma para poder tomar decisiones.
Cuperman enfatiza que "la idea de comprender el funcionamiento de la mente es un poco más libre respecto de cómo usarla. De modo que uno puede instalar cualquier modificación que quiera, probarla, ejecutarla y después cambiarla por otra que guste más, siempre a elección y según la conveniencia de cada uno y de su situación".


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