Cuando Tommaso di Andrea la concluyó, en 1370, los 55,86 metros de la torre -en realidad un bello campanile (campanario) para la contigua catedral y baptisterio de la plaza de Santa María de los Milagros-, ya tenía una visible inclinación, agravada por un suelo con presencia de arena y arcilla. Ni los terremotos ni las guerras acabaron con la torre de estilo románico, pero sí la perjudicaron el subsuelo inestable, el descuido y el continuo fluir de visitantes de todo el mundo. Para hoy se ha organizado una fiesta con el fin de celebrar la recuperada buena salud de esta "vieja dama" que incluye miles de velas a lo largo del río Arno, de modo de hacer un imaginario pasillo hasta la torre, mientras el tenor Andrea Bocelli cantará el "Requiem" de Giuseppe Verdi.
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