El Propileo del Monumento Nacional a la Bandera fue otra vez el escenario elegido por los que impulsan el proyecto Alta en el Cielo, que desde hace tres años está creando la bandera más grande del mundo. En la mañana de ayer las damas rosarinas, que emulan a las antiguas mendocinas, dieron las primeras puntadas. La enseña, que el 20 de Junio pasado desfiló con más de 600 metros, tendrá este año más de tres kilómetros, por lo que el ideólogo del proyecto, Julio Vacaflor, ya está pensando en las distintas alternativas para desplegarla esta vez. "Quizá haya que dividirla en tres banderas, que una abrace el Monumento, que otra esté quieta en el acto y que sólo una desfile", señaló. A la cita de ayer asistió el intendente Hermes Binner, que no dudó en sentarse detrás de una de las máquinas de coser y dar algunas puntadas. El jefe comunal aseguró que "la gente participa de estos eventos pese a las dificultades que vive día a día". Desde ayer y hasta pasado mañana se unirán las telas celestes y blancas desde las 10 a las 17 en el Monumento Nacional a la Bandera, donde la gente podrá acercarse a llevar sus retazos de tafeta celeste o blanca, de 1,5 metro de ancho. Y el próximo martes sólo se coserá hasta el mediodía. Pero durante el resto del año todos los que quieran participar de la iniciativa pueden continuar enviando su aporte a Mendoza 4698. A lo largo de estos últimos meses llegaron colaboraciones de todo el país y del extranjero. Un colegio de Río Cuarto, provincia de Córdoba, mandó una bandera de 300 metros, mientras que una escuela de un pueblo de frontera de la provincia de Neuquén envió una de 100 metros. También desde Canadá y Estados Unidos llegaron encomiendas, y los abuelos de un geriátrico de Córdoba mandaron su metro de bandera. Ayer, algunas escuelas de diferentes partes del país se acercaron temprano al Monumento para hacer su colaboración. Desde Acasuso, provincia de Buenos Aires, llegaron los alumnos del Colegio de la Ribera y desde Gregorio de Laferrere (otra localidad bonaerense) dieron el presente los chicos del Instituto Benito Quinquela Martín. "Ver la gente que llega hasta acá nos da orgullo, alegría y también miedo. El compromiso que asumió la gente con la iniciativa implica una gran responsabilidad para nosotros", remató Vacaflor.
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