-¿Cuáles fueron tus experiencias con la música popular? -Comencé estudiando piano en Seguí, mi pueblo, donde me emocionaba muchísimo el folclore por la sincronía que había entre lo que escuchaba en mi casa y el ámbito que me rodeaba Pero en realidad me inicié estudiando música clásica. -¿Cuándo se produjo la separación entre lo puramente académico y lo popular? -Eso surgió cuando nació mi necesidad de componer. A los 14 años me fui a vivir a Paraná y ahí arrancan grupos como El Resto, que formé con mi hermano para tocar música brasileña. Después trabajé con la cantante María Silva. Más tarde vino El Molino, una de las experiencias de fusión de ritmos latinoamericanos que fue lo más serio que hice en mi adolescencia. Grabamos en Melopea y en ese ínterin conocí a Jorge Fandermole, quien me presentó a Lucho González con quien formamos un dúo desde 1989 hasta 1994, y vinimos a Rosario, donde hoy me presento con Fernando Silva (bajo) y Silvina Gómez (percusión). -Con Lucho González se te abrió una puerta en Buenos Aires. -Sí y después nos fuimos a vivir a Perú, a producir discos de música peruana. Luego vinieron el dúo que formamos con el pianista José Luis Madueño; un trío que armé en Chile, donde grabé un disco, y después volví a Paraná donde formé Nube Negra, grupo con el que también grabamos. Y después de todo eso arranca la etapa donde comienzo con el Carlos Aguirre Cuarteto, con el que refloto la veta de la canción. -¿Entre Ríos tiene una música propia? -Es extraño porque estamos influidos por distintas músicas que nos atraviesan. Vivir en el Litoral implica primero el chamamé, después la chamarrita y también lo que el Chacho Muller llamaba canción del Litoral. Creo que esa denominación nos abre las puertas a muchos compositores que venimos después. -¿Hacés música para músicos? -No es esa la intención. Que vayan músicos a escuchar mi música no deja de ser un halago. Pero creo que lo que hago tiene que ver con lo que podemos llamar músicas alternativas. Y así como hay una música alternativa, también hay un público que quiere consumir eso. -¿Qué significan nombres de pianistas como los de Hilda Herrera, Carlos García, Remo Pignoni o Adolfo Abalos? -¡Uh! Pignoni..., bárbaro. Respecto de Hilda Herrera creo que es una de las pianistas más profundas que hay. Fue la primera pianista que sin hablar me dijo: "Es por aquí la cosa". Me parece que en ella cierran muchas cosas. Hubo una etapa anterior de pianeros, como si dijéramos guitarreros, gente con muy pocos estudios. Ella tiene un sonido trabajado con un conocimiento profundo de la raíz del folclore. Adolfo Abalos también. -¿Por qué hacés folclore? -Lo hago por una necesidad personal: necesito hacer folclore. En el folclore me siento cómodo. Ahora no sé qué dirán de lo que hago los tradicionalistas. También siento, tan fuerte como la de tocar, la necesidad de expresarme con la palabra. Carlos Aguirre se presenta hoy, a las 22.30, en La Muestra, Juan Manuel de Rosas y San Luis
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