Katmandu. - El fantasma de Dipendra, el príncipe heredero de la corona de Nepal que mató a sus padres y a otros ocho miembros de la familia real, pareció ayer renuente a irse. A pesar de los apremios de una ansiosa multitud de hindúes por librar a la capital de la mala suerte, el elefante escogido para llevar el espíritu de Dipendra al exilio se negó al principio a cruzar el río Bagmati para una ceremonia de limpieza que data de varios siglos. Aparentemente enojado por las vigorosas palmadas y gritos de los fieles, el paquidermo berreó salvajemente antes de perseguir a un grupo de dignatarios por una estrecha senda. La multitud se dispersó presa del pánico, dejando sandalias y gorros nepaleses a su paso.
La reacción del elefante fue otro mal presagio para un palacio sacudido en sus cimientos por el asesinato de casi toda la familia real el 1º de junio. El elefante elegido para una ceremonia similar el lunes con el padre de Dipendra, el rey Birendra, mató a una mujer cuando era llevado a la capital.
La multitud cumplía el rito de "Katto" -reservado para monarcas que tienen un final trágico- en honor de Dipendra, a pesar de la creencia, confirmada por una comisión investigadora, de que el príncipe fue el responsable de la matanza. La comisión concluyó que Dipendra acribilló, bajo los efectos de drogas, con un arma automática a su familia, incluyendo a su padre, el rey Birendra, su madre y otros siete miembros de la familia real, antes de suicidarse.
Para hacerse cargo de las tribulaciones de Dipendra, un sacerdote hindú rompió uno de los tabúes más sagrados de la antigua religión. El anciano -un vegetariano toda su vida- comió un plato rociado con médula animal, antes de irse al exilio a una parte remota del reino del Himalaya. A fin de aliviar su destierro, se le obsequió una variedad de regalos: un televisor, abanico eléctrico, sofá, cama, escritorio y ropa.
Final ignominioso
Luego el sacerdote se vistió con el atuendo de la corte, una réplica de la corona con penacho nepalés y un par de zapatos del propio Dipendra -que le quedaban grandes- antes de montar el elefante. Tras su renuencia inicial, el elefante fue finalmente incentivado a vadear el contaminado Bagmati, seguido por una descarga de piedras y frutas podridas lanzadas por la vengativa multitud.
Fue un final ignominioso para un príncipe de quien muchos nepaleses creen habría sido un heredero ideal del trono. Pero después de la matanza, hasta los monarquistas tradicionalmente más leales están comenzando a revisar su opinión sobre la familia real, y sobre Dipendra en particular.
Preparado para el trono desde su nacimiento, Dipendra, quien habría cumplido 30 años el próximo jueves, estudió en la exclusiva escuela británica de Eton, donde se le recuerda como un joven popular, pero ocasionalmente malhumorado. Fue reprendido por comprar alcohol para sus compañeros de clase y una vez esgrimió un revólver que tenía escondido en su dormitorio.
Aunque es tabú hablar sobre la familia real de forma irreverente, los nepaleses están ahora comenzando a recordar también algunos de sus actos más erráticos en casa. Se dice que era un tanto mujeriego. Miembros de su familia afirman que el tiroteo fue provocado por la oposición de sus padres a la joven que escogió para ser su esposa y algunas personas recuerdan haberlo visto ebrio o incluso posiblemente bajo la influencia de las drogas.
En el Club de Golf Real de Nepal, del que era un miembro asiduo, muchos recuerdan que exhibía una entusiasta falta de respeto por las reglas y una pasión por enviar la pelota a largas distancias. Pero comparado con su primo Paras, quien sobrevivió la masacre y es ahora el heredero del trono pese a que no ha sido nombrado príncipe de la corona, Dipendra era considerado un santo. "La heroica imagen de Paras protegiendo a sus hermanas y la imagen del príncipe de la corona apuntándoles con una pistola es algo que el populacho nepalés no aceptará", escribió un comentarista en el Kathmandu Post.