Rodolfo Bella
Carlos Calvo encabeza, junto a Georgina Barbarossa, el elenco de "El prisionero de la Segunda Avenida", bajo la dirección de Norma Aleandro, la obra que se presentará el sábado y domingo próximos, a las 21 y a las 20, respectivamente, en el teatro Fundación Astengo, Mitre 754. La pieza marca el regreso del actor al teatro después de diez años de inactividad sobre un escenario. En marzo del 99 el actor sufrió un accidente cerebrovascular que le produjo una hemiplejia y lo alejó de su profesión. Después de ese período de inactividad, que se interrumpió con su participación en cuatro capítulos de "Vulnerables", Calvo se encuentra nuevamente en "acción". Esa palabra, según contó a Escenario, fue clave en su proceso de recuperación. Al impulso el actor sumó las grabaciones de la serie "El hacker", que emitirá Telefé a partir del mes próximo. Los nuevos trabajos alejaron al actor de los personajes de galán que los hicieron famoso, una categoría que Calvo no extraña ni de lo cual reniega: "El medio me ofreció la posibilidad de hacer roles de langa y no tengo porqué renegar de eso. Lo importante es que hoy estoy nuevamente en carrera", dijo entusiasmado. "El prisionero de la Segunda Avenida" cuenta con humor el conflicto de un hombre maduro que se transforma en un desocupado después de veinte años de trabajo. Calvo aseguró que la ficción de la obra de Simon se acercó oportunamente a la realidad. -¿Cuánto hacía que no subías a un escenario? -Fácilmente diez años. Lo último fue "La pulga en la oreja". -¿Cómo resultó el regreso? -Para mí fue realmente maravilloso porque después del accidente tenía todas las dudas sobre si podía hacer teatro o no. Mis dudas pasaban por no saber si podía subir a un escenario con todo lo que eso implica: si me iba a dar la memoria, si me iba a adaptar a un texto extenso como el de "El prisionero...". Es un personaje muy importante y me parecía muy difícil. Pero en la decisión tiene que ver mucho Norma Aleandro. -¿En qué influyó? -Fundamentalmente en la confianza que ella depositó en mí. A partir del momento que supe que ella se hacía cargo del trabajo no tuve dudas de si podría o no estar arriba de un escenario. Tenía temor, pero la noche del estreno fue gloriosa. Era muy importante sentir la la protección y la contención de esta directora. -¿Cuál fue el mayor desafío que implicaba aceptar el proyecto? -Poder enfrentar la situación. Aceptar la propuesta implicaba comprobar si estaba en condiciones o no de estar sobre un escenario. Era fundamental porque eso suponía que después podría desarrollar cualquier otra perspectiva o proyecto, pero lo primero era volver a pisar un escenario. -¿Pudiste incorporar las dificultades físicas al personaje? -Por suerte sí, y eso me facilitó la tarea. Pero más importante que eso era lo que me pasaba por el bocho. Por suerte pude y quizás fue una de las cosas más felices que me pasaron en los últimos tiempos. La ovación que sentí el día del estreno no la sentí en mi vida y eso me alentó mucho. Pero frente a la emoción que me provocaba ese recibimiento, tenía que reaccionar y comenzar a actuar. En ese momento me dije que si me enganchaba con la emoción que me provocaba ese recibimiento no podía seguir con la escena. -¿Qué te aporta este trabajo? -Justamente me pone en situaciones diferentes a las que estuve en la mayor parte de mi carrera... aceptando inclusive mi edad y todo lo que iba pasando un tipo de 47 años, algo que refleja muy bien la obra. -¿Qué lectura hace de la actualidad una obra que transcurre en Estados Unidos en los años 60? -Tiene que ver con la identidad y es una historia que se puede trasladar a la Argentina actual. Creo que lo más importante es la esperanza que le queda al espectador, ver que si ellos salieron adelante, nosotros podemos hacerlo. Lo fundamental es que está contada con mucho humor y con el ingenio de Neil Simon. Muestra la cotidianidad de situaciones pesaditas y muy conflictivas, pero con humor, porque sin humor no se podría haber soportado. Creo que se va identificar mucha gente. -¿Qué perspectivas se abren a partir de este trabajo? -La posibilidad de una perspectiva laboral en el escenario fue determinante en mi estabilidad afectiva y emocional, y además ahora estoy grabando "El hacker". A partir de este regreso al escenario cambiaron mi casa, mi matrimonio y mi familia. Lo que pasó es que no tenía alternativa. Llegó un momento en el cual me dije que no podía fantasear más sobre si me voy o me quedo en esta actividad; tenía que tomar una decisión para definir si iba a abandonar o no esta carrera. La única posibilidad concreta que tenía era demostrármelo a mí. De repente aparece la oportunidad de mi vida y me dije: acá no hay más franela, no puedo bicicletear más nada. -Estabas viviendo la ficción de tu personaje... -Totalmente... Estaba preso en casa, desesperado. No podía tomar una decisión porque el duelo de abandonar esta profesión no es tan fácil. Esto me dio la posibilidad de decidir si quería seguir o no, pero había que poner huevos. Hasta que no llegara la posibilidad de demostrar con hechos que podía, yo podría saberlo porque un accidente cerebrovascular genera este tipo de dudas. Tenés que ir tomando decisiones todos los días, pero hay que ir para adelante porque esa es la única opción: no entregarse nunca. Esto me sacó una garra para poder pelearla desde un lugar más parejo. Yo mismo me iba aislando, pero de golpe hice pie y vino el alivio y vi de nuevo la salida. Estoy feliz porque al mismo tiempo el proyecto de teatro se juntaba con la televisión, y no fue fácil hacer las dos cosas a la vez. -¿Qué percepción tenés hoy de tu imagen de galán? -¡No me preocupa demasiado...! Lo que más me inquietaba era estar en acción y poder estar en acción me cambió la cabeza. La carrera me fue llevando a hacer roles de galán y no lo descarté porque nunca negué nada de lo que me iba pasando. Renegar de eso era negar la posibilidad que me daba el medio. Ahora me reencontré con la carrera, pero no reniego absolutamente para nada del langa que hice toda mi vida. -¿En qué otros aspectos te identificás con tu personaje? -En las idas y vueltas, en las ganas que tiene este tipo, y más de una vez con su malhumor. Siento que hay grandes puntos de contacto, pero lo importante es que este tipo se siente más de una vez contenido por su esposa y también en eso me siento identificado. -¿Temiste enfrentar los comentarios? -No, porque la jugada, en definitiva, era esa: exponerme; acá estoy y así estoy. Fui para adelante y lo que me reconfortó fue el apoyo de mucha gente. La ovación del estreno tiene que ver con el respeto y las ganas que tenía la gente que yo afrontara un desafío así. El desafío de exponerme era una gran jugada. Los resultados de aceptarlo y disfrutarlo me sirven hoy para moverme en mi vida cotidiana. -¿En qué afectó a la obra el cambio de Soledad Silveyra por Georgina Barbarossa? -La experiencia más difícil fue la mía que me tuve que adaptar a otra crisis. Pero ellas son dos talentos que me sorprenden. Tengo que estar muy atento y muy concentrado porque las dos te van sorprendiendo con su estilo. Ese fue otro desafío: haber estado con las dos, haber podido lograr el equilibrio y mantener el espíritu de la obra. Las dos lo hicieron y la verdad es que se sacan chispas. -¿Cómo te resultó volver a la televisión después de "Drácula"? -Es algo difícil de olvidar, pero estoy muy contento de poder volver a accionar. La acción cambió mi cabeza. Poder regresar al trabajo y sentir que me empiezan a cuidar de nuevo me da mucha felicidad. Estar en movimiento me genera una energía muy fuerte. -¿Cuál fue la dificultad de enfrentar el primer trabajo con "Vulnerables"? -Eso de verdad fue algo difícil y tenía mucho miedo, pero sentí la protección de los compañeros, del autor, del director. Pensé que haría eso y ahí se acababa todo, pero me resultó muy satisfactorio. "Vulnerables" me impulsó a hacer otra cosa y darme cuenta que se podía.
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