La bella y la desvergonzada. Así se conoce a las hijas mellizas del presidente estadounidense George Bush, Barbara y Jenna, que están causando algunos dolores de cabeza a sus padres debido a un par de incidentes con bebidas alcohólicas.
La desvergonzada Jenna es rubia, salvaje y alegre. En un concurso de la escuela secundaria ganó el primer premio en la categoría: "¿Quién será el primero en tropezar en la fiesta de fin de año?". Tropezó, al igual que ya le pasó dos veces con las estrictas leyes sobre consumo de alcohol, que su padre impuso personalmente como gobernador de Texas. Los menores de 21 años no pueden comprar bebidas alcohólicas en ese Estado.
Barbara, de cabello más oscuro, que en sus días de estudiante secundaria ganó un concurso de belleza, es considerada más bien tímida, aunque esa descripción no le hace ninguna justicia, según sus compañeros. La joven, que fue bautizada con el nombre de su abuela paterna, es bastante pícara, pero no permite que la descubran tan fácilmente, aseguran.
Conflictos con las leyes
El hecho de que justamente sus hijas entren en conflicto con las leyes sobre consumo de alcohol es bastante embarazoso para el presidente Bush. Sus hijas le pidieron hace tres años encarecidamente que no se postulara a la presidencia. Intuían y temían el aluvión mediático que se les venía encima.
Ahora tienen 19 años y por primera vez están lejos de casa. Pero para Barbara y Jenna las cosas no son como para los demás universitarios. En vez de integrarse anónimamente en la vida estudiantil, son acompañadas a todas partes por agentes de inteligencia y observadas por todo el mundo.
Cualquier paso en falso sale a la luz pública al poco tiempo. Su padre tuvo más suerte en ese aspecto. Hasta la campaña electoral del año pasado pudo ocultar que en 1976 la policía lo detuvo por conducir borracho. El presidente era conocido como un buen bebedor hasta que en 1986 optó por la abstinencia.
Sin embargo, no se sabe si eso lo hace más comprensivo para con sus hijas. La Casa Blanca se niega a comentar el tema. La abuela Barbara, en cambio, se mostró más abierta. "Ahora sabe cómo es esto", comentó secamente en referencia a sus propios temores con respecto al hijo bebedor.
Bush y su esposa se preocupan sobre todo por el hecho de que Barbara y Jenna sean ahora el centro de atención de la prensa. "Esto es imposible. ¿Hasta dónde llegará?", se lamentó la reservada Laura Bush, que rogó a los medios que dejen en paz a sus hijas.
El hecho de que a pesar de todos los ruegos la revista People publicara finalmente un reportaje de tapa sobre las jóvenes, la sacó completamente de sus casillas. Los internautas hace tiempo que pueden estar al día sobre la vida de las mellizas gracias a Rudy Rucker Jr., un joven, de 29 años, que gestiona desde San Francisco una página web dedicada a las hijas de Bush (http://www.thefirsttwins.com).
Las dos estudiantes acaban de terminar su primer año universitario. Barbara asiste a la elitista Universidad de Yale, en la que estudiaron su padre y su abuelo, y Jenna estudia en Texas. Muchos estadounidenses entienden que las chicas quieran pasarla bien con bebidas alcohólicas y creen que las leyes de Texas son exageradas.
También la emisora radial Bear en Canadá mostró comprensión por las mellizas y las invitó a pasar un fin de semana sin preocupaciones en Edmonton, donde el límite de edad para consumir alcohol es de 18 años.
Pedido del presidente
La semana pasada, el secretario general de la Presidencia de EEUU, Andrew Card, dijo que sospechaba que Bush les dijo a sus hijas mellizas de 19 años algo así como "¡Basta!", tras sus intentos de comprar una bebida alcohólica a pesar de ser menores de edad.
Lo cierto es que el título de la revista People -"Epa, lo volvieron a hacer"- lo molestó. Tal atención periodística fue calificada por Card como "lamentable".
"Deberíamos dejar que la familia se encargue de sus problemas, como hace la mayor parte de las familias de Estados Unidos sin estar sometidas al escrutinio del público", dijo el funcionario.
Lo cierto es que Barbara no refutó la acusación de consumir una bebida alcohólica pese a ser menor de edad, en un incidente ocurrido el mes pasado en un restaurante. Mientras que Jenna se declaró inocente de mentir sobre su edad mientras trataba de comprar un cóctel con una tarjeta de identificación de otra persona, y ahora deberá ir a los estrados el 31 de julio.
Barbara fue citada por la Justicia tras visitar el 29 de mayo el restaurante mexicano Chuy, de Austin, pero no se presentó y sólo envió a su abogado.
Por ese motivo fue condenada a libertad condicional y ocho horas de servicio comunitario. También debió pagar 100 dólares de costas judiciales. La libertad condicional rige hasta el 7 de septiembre.