Año CXXXIV
 Nº 49.143
Rosario,
domingo  10 de
junio de 2001
Min 14º
Máx 23º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






El Nuevo Laborismo inglés, la vía que sí funciona

Pablo Díaz de Brito

El laborismo renovado por Blair y su equipo de jóvenes dirigentes en los 90 ha demostrado que tiene el apoyo de la sociedad, luego de cuatro años largos de gobierno. Aunque es un slogan que ya no se usa en Gran Bretaña, la Tercera Vía demostró que está vigente y que funciona. El autor de esta doctrina, el economista londinense Anthony Giddens, comenta: "El laborismo ganó nuevamente porque ha convencido a los moderados". Y agrega: "La Tercera Vía sólo es una etiqueta, pero detrás de ésta hay un hecho; la renovación de la socialdemocracia, obligada a tomar nota del fin del keynesianismo y de la llegada de la globalización. Es necesario reconocer que el interés público puede ser también cumplido por el sector privado y que el Estado muchas veces en lugar de una solución es un problema".
La elección británica del 7 de junio y estas frases de Giddens deberían ser estudiadas seriamente por todos aquellos que proponen un imposible retorno al pasado del estatismo dogmático. El triunfo de Blair tiene raíces en aquella reforma drástica del laborismo que encabezó en los años de la hegemonía conservadora. Ante todo, con la eliminación de raíz de la ligazón orgánica del Labour Party con los sindicatos (que en los 60-70 aportaban hasta el 80% del presupuesto partidario), que condicionaba negativamente la gestión de gobierno.
Como se ha señalado reiteradamente, Blair logró este jueves por primera vez la reelección para el laborismo. Este era hasta la llegada de Blair un partido centenario pero con pocas y malas experiencias de gobierno: sobre los cien años de siglo XX, gobernó sólo en 20, los otros 80 fueron para los tories. Con Blair, la tendencia cambió. Los gobiernos laboristas de los 60 y 70 (Harold Wilson y James Callaghan) vivieron jaqueados por las huelgas salvajes (no controladas por sus sindicatos), con continuos reclamos de aumentos salariales por encima de la productividad de la deprimida economía inglesa de esas épocas. A fines de los 50 y durante los 60, las otrora poderosas islas británicas debieron pedir reiteradamente créditos de emergencia a EEUU y a sus vecinos del continente, que mostraban economías mucho más sanas.
De hecho, cuando Thatcher gana con mayoría absoluta en 1979, el país viene de una serie de conflictos y huelgas sin fin, que dejan al gobierno laborista de Callaghan sin margen para nada que no fuera una derrota completa. Los que lamentan los retrocesos sindicales y las privatizaciones de la era thatcheriana olvidan este punto de partida del 79, con una sociedad hastiada de la crisis, de la alta inflación crónica disparada por los aumentos salariales extorsivos de los mineros y trabajadores de los servicios públicos, con los muertos esperando turno para ser sepultados por las huelgas de los municipales.
El viejo laborismo no pudo dominar ni superar nada de esto. El nuevo, el de Gordon Brown y Tony Blair, en lugar de pilotear sin éxito un país en crisis, gobierna serenamente una nación en crecimiento continuo y que absorbe con éxito la enorme cifra de seis millones de inmigrantes de todo origen (algo así como el 12% de la población), pese a los inevitables roces, como los de Oldham. En cuanto a que esta nueva fórmula no es de izquierda ni laborista, bastaría confrontar los programas partidarios (que en los países desarrollados no son papel mojado, sino un compromiso a cumplir) de laboristas y conservadores, o la gestión de Blair con la de Bush en EEUU.


Notas relacionadas
Blair inicia su segundo mandato con la oposición conservadora en crisis
Diario La Capital todos los derechos reservados