Si San Lorenzo es la imagen de la tranquilidad, bien podría decirse que en River el horno no está para bollos. La derrota sufrida ante Huracán en la fecha pasada no sólo significó el certificado de defunción para el ciclo de Américo Gallego sino que los millonarios tendrán que forzar hoy el milagro de ganarle a Lanús en el Monumental (17.10) sin la presencia de Javier Saviola, Celso Ayala y Martín Cardetti, todos suspendidos, y esperar que Unión haga lo mismo con San Lorenzo. Los lugares de Saviola, Ayala y Cardetti será ocupados por Javier Gandolfi, Andrés D'Alessandro y Adrián Romero, tres juveniles surgidos de la cantera del club. Con la destitución de Gallego, el conjunto de Núñez será dirigido por Patricio Hernández, técnico alterno del Tolo, tras un acuerdo alcanzado "por esta única vez" con los dirigentes, quienes ya realizaron contactos para concretar el regreso de Ramón Díaz. Pero esa es otra parte de la ajetreada vida que sacude el momento de los millonarios. A pesar de que Gallego nunca logró meterse en el corazón de los hinchas millonarios, no son pocos los que definen la destitución del Tolo como una desprolijidad por parte de la dirigencia cuando aún todavía existen posibilidades matemáticas de forzar un desempate ante el equipo del chileno Pellegrini. Claro que la realidad futbolística de los millonarios indica otra cosa. Es casi una utopía pensar que un equipo con el ánimo por el piso, que sufrió la desvinculación de su conductor hace un par de días y con la imperiosa necesidad de lograr un victoria y apostar al resultado de un tercero, pueda salir airoso de este presente plagado de incertidumbre. Del otro lado estará Lanús. Un equipo que cumplió una pobre campaña y que en la jornada pasada cayó 2 a 0 como local frente a Estudiantes, pero en los últimos años se convirtió en un hueso duro de roer para River, como ocurrió en la última fecha del Apertura 2000. Así está River hoy. Con la cabeza puesta en conseguir un milagro para definir mano a mano con San Lorenzo el campeón del Clausura, o en caso contrario, olvidar rápidamente el primer semestre del año e ilusionarse con la llegada de Ramón Díaz.
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