Fernando Toloza
Antonio Ottone pasó por una experiencia única en su carrera como director de cine: tuvo como actores a un pueblo entero. Los habitantes de Moisés Ville, la primera colonia judía de la Argentina, se sumaron entusiastas al proyecto de "Un amor en Moisés Ville", la película de Ottone filmada íntegramente en la localidad del norte santafesino y ambientada en 1989, el año del centenario del pueblo. El filme, protagonizado por Víctor Laplace y Cipe Lincovsky, se estrenó el jueves pasado en el Village y el director aseguró que hacerlo "fue como un carnaval continuo, donde por momentos el mismo equipo técnico que filmó en Moisés Ville se convirtió en un espectáculo, ya que siempre había gente alrededor mirando lo que hacíamos". -¿Cómo surgió la idea de hacer esta película? -Estaba en la ciudad de Santa Fe filmando un documental de carácter institucional con Alberto Fischermann y en un momento de descanso me confesó que tenía muchas ganas de filmar una película de homenaje a los pioneros de su comunidad, la judía, en Santa Fe, que es Moisés Ville, la primera colonia judía en América, desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Fischermann quería que yo le escribiera una historia, con características emotivas. Armé un guión y él lo iba a filmar, pero nos demoramos porque yo estuve dos años en la Dirección Nacional de Filmografía de Instituto de Cine. Fischermann se enfermó y no salió de una operación. Entonces decidí hacer la película yo. -¿De qué manera tomó la comunidad judía que una película sobre su colonia fuese hecha por alguien de origen italiano como usted? -Yo fui el más sorprendido porque fui seleccionado por Alberto Fischermann para hacer el guión. Cuando tuve el guión y Alberto ya no estaba, fui a la Amia y pedí su apoyo. Ellos hicieron una lectura del guión, porque yo les dije que no quería provocar ninguna distorsión en la cultura de ellos. Lo encontraron muy bien y me ofrecieron gente para asesorarme sobre aspectos de su cultura. -¿Mostró la película en Moisés Ville? -No. Hemos tenido todo el apoyo de la Subsecretaría Cultura de la provincia de Sante Fe y estamos viendo la forma de llevar la película a Moisés Ville, porque en el pueblo ya no hay cines. Queremos llegar al lugar donde se filmó y a los otros pueblos cercanos, porque durante la filmación se acercó gente de todos lados y queremos mostrarle qué quedó. Cuando rodamos parecíamos un espectáculo nosotros, porque siempre había gente mirando. va a ser algo muy lindo, porque todo el pueblo participó en la película. La acción transcurre en el centenario de Moisés Ville, en 1989, y bastó que avisáramos en el pueblo que teníamos que repetir el festejo, para que las 2.500 personas del pueblo participasen. La filmación fue una fiesta popular. Era como un carnaval continuo. -¿Tuvo que pelear contra lugares comunes de la cultura judía? -No mucho, hay un serie de lugares comunes que los tienen los propios judías, que te dicen "cómo no va a haber tal cosa", "cómo no va a haber tal otra". Claro, como mi visión no era de judío, les expliqué que tenía que haber algo más objetivo. Es la misma situación que les debe haber pasado a ciento de estudiantes de cine: si yo me enamoré en tal café en la vida real, ahora voy con la cámara y hago largas tomas que creo que están cargadas de sentimiento, cuando en realidad eso es algo mío, y el café no dice más que cualquier otro café.
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