Año CXXXIV
 Nº 49.143
Rosario,
domingo  10 de
junio de 2001
Min 14º
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El elegido de la semana
Por las bateas. "Cinegraf"-Cinefraf
El grupo debutó en el disco tras una carrera de seis años entre el jazz y el rock

José Luis Cavazza

Admitámoslo, a pesar de que se diga que hoy el jazz volvió a acaparar la atención de una franja importante del público -sobre todo en lo concerniente a los conciertos en vivo- lo cierto es que sus discos no logran venderse fácilmente ni tienen tampoco la difusión necesaria. Por eso, en primer lugar, la salida del álbum debut de Cinegraf es una proeza por el solo hecho de haber ganado las calles rosarinas. La placa es el resultado de una co-producción con Ediciones Musicales Rosarinas, editorial que viene a suplir la ausencia de una grabadora local para discos de músicos rosarinos que no tienen cabida en el circuito comercial.
En segunda instancia, lo señalado arriba puede quedar bruscamente pulverizado porque "Cinegraf" no es un disco de estricto sonido jazzero, a pesar del swing que sobrevuela la docena de temas. Esto además no es ninguna novedad, ya que la banda que integran Maxi Ades, Gustavo Marozzi y Julio Fioretti navega desde hace seis años en las enmarañadas aguas del jazz fusión. Y, por último, también es cierto que en este tardío bautismo discográfico el trío sale a flote a base de buena música y por encima de cualquier encasillamiento.
En "Cinegraf" resalta desde el vamos una cualidad insoslayable: los instrumentos (guitarra, bajo y batería) forman una amalgama poderosa y, a su vez, conservan una voz independiente que beneficia el dinamismo del diálogo sonoro. El resultado: es un disco donde la cadencia aflora con naturalidad. No es difícil poder imaginar que esta conversación entre instrumentos es una voz que proviene del jazz, pero en el caso de Cinegraf puede aventurarse que más bien la han tomado del eclecticismo de Invisible, sobre todo del primer disco de aquel trío que formaron Luis Alberto Spinetta, Pomo y Machi. Que, hay que aclarar, era un grupo de rock, peculiar pero circunscripto al mundo de la música "progresiva" argentina. Esta referencia, afortunadamente para el trío rosarino, es sólo una plataforma de lanzamiento cuyo vuelo, después, toma una dirección propia y alejada del planeta Spinetta.
La docena de temas elegidos para el disco forman una fuerte unidad, como si se tratase de una obra conceptual. "Habanos y trajes cruzados", por ejemplo, parece la continuación temática de "Queens Boulevard", el primer y el segundo tema de la placa. Fioretti percute y pellizca las gordas cuerdas del bajo eléctrico y su escarpado sonido funky muy pocas veces está por debajo del plano de la guitarra de Marozzi, que puntea sonidos limpios de jazz y en algunos pasajes explota rockeando sucios ecos, pero siempre descubriendo mundos distintos aunque custodiados por el mismo espíritu. Maxi, como siempre solidario en los parches, es el gran catalizador de las mutaciones del sonido del trío.
Dos referencias finales: en "Cinegraf" -que cierra con "Rambler gris", un soberbio tema del guitarrista rosarino Carlos Casazza- el trío puso tanta atención en lograr un cuidado equilibrio que a veces impide que la visión de la variedad de paisajes sea una tarea sencilla. Una sugerencia: que por mirar los árboles no se pierda la visión del bosque. La segunda y última observación: los muchachos de Cinegraf hoy conviven con el jazz, pero a ellos los salvaron los rockeros de la infancia.



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