El Hogar Santa Ana, que alberga a más de 30 niños carenciados y a madres solteras, está al borde del cierre. Desde su creación se sostenía con dinero que recibía del Bingo Montparnasse (San Lorenzo 1376) a través de la Fundación Eduardo J. López. Pero la sala de juegos cerró y no es muy claro su futuro, tras conocerse un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que inhabilita el funcionamiento de este tipo de locales. "Hay días en que me siento desesperada, porque con la clausura del bingo no llega dinero y nos falta comida, remedios y pañales para los chicos", aseguró conmocionada Raquel Buttazzoni, directora del hogar.
La casa de Paraná 1021, en barrio Echesortu, empezó a funcionar hace siete años, cuando la fundación decidió aportar tres mil pesos por mes para financiarla. Desde aquel momento, el Hogar Santa Ana comenzó a recibir niños y madres solteras derivados por los tres jueces de menores de la ciudad y también desde la Dirección de Minoridad y Familia de la provincia.
"En esta casa hay chicos y madres que llegan marginados y desnutridos. Por lo general, los mandan desde los juzgados, pero si a la madrugada me llama la policía para decirme que hay una mamá con sus hijos que no tienen dónde dormir, también les hacemos lugar, a veces donde no hay", relató Buttazzoni, quien aseguró orgullosa que "nunca" dejó a nadie en la calle.
Lo cierto es que con el cierre del salón de juego de calle San Lorenzo, el hogar se encuentra hoy a punto de no abrir más sus puertas. Pero la mujer no pierde las esperanzas: "Si el bingo no vuelve abrir en forma definitiva, al hogar le quitan la vida. Acá hay nenes muy enfermos que necesitan medicación que cuesta más de 70 pesos, y otros que llegaron en estado terminal y que de a poco se están recuperando", dijo dolorida Buttazzoni, antes de disparar: "Sin el bingo, el hogar va a tener que cerrar porque no hay forma de mantenerlo. Yo me pregunto dónde van a ir a parar estos chicos que están desamparados".
Cuando falta lo esencial
"Desde que se clausuró el bingo no entra un peso", se quejó la responsable del hogar, antes de explicar que "falta de todo: desde la comida, porque escasea el pan y la carne, hasta medicamentos y pañales para los chicos. Son cosas esenciales".
Para el Hogar Santa Ana, cubrir las necesidades de la vida cotidiana se ha tornado algo difícil de conseguir.
"La jornada de una casa como esta, con 30 chicos y sus madres, es complicada, sobre todo sin dinero", se lamentó Buttazzoni. El trabajo en la entidad no es poco: "Todos los días hay que trasladar chicos al médico -explicó-, algunos para control y otros por nuevas enfermedades, y hay madres que van a tener familia y que tienen que ser atendidas. Además, se necesita pagar el desayuno y el almuerzo, hay que mandar los chicos al colegio, y además hay que pensar en los pañales, los medicamentos, la luz y las cosas diarias".
Las madres que viven en el hogar están muy preocupadas ante la posibilidad de que el Hogar Santa Ana se cierre definitivamente. Y también los chicos. "Desde que se enteraron de la situación, ellos preguntan todos los días qué va a pasar y piden llorando que no se los traslade a otro lugar", contó Raquel, entre conmovida y con un dejo de tristeza.
Pero la mujer no pierde las esperanzas. Aseguró que mantiene "una fe ciega en las autoridades del gobierno de Santa Fe" y apeló a la "sensibilidad del gobernador (Carlos) Reutemann para que se haga eco de la situación, ya que estos 30 chicos son los que más van a sufrir si el Hogar Santa Ana desaparece".