Año CXXXIV
 Nº 49.136
Rosario,
domingo  03 de
junio de 2001
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Los niños de hogares carenciados presentan serias dificultades de aprendizaje
Recomiendan destinar la mejor educación para los chicos más pobres

Los mejores docentes y las escuelas mejor equipadas a nivel edilicio y didáctico deberían estar ubicadas en los barrios marginales, donde los niños con necesidades básicas insatisfechas presentan dificultades de aprendizaje, se retrasan en sus estudios y a veces abandonan la escolaridad, según un trabajo elaborado por investigadores de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
La socióloga y docente Ruth Sautú, de esa facultad, señaló que el estudio, que abarcó 380 casos, reveló que "los niños de hogares pobres comienzan a repetir de grado a los nueve años, cuando tienen que incorporar conocimientos abstractos, como regla de tres simple o fracciones", lo que muchas veces puede derivar en un abandono de la escuela.
Este factor de repitencia que se registró a los nueve años en niños argentinos, también se observó en niños de escuelas inglesas de barrios marginales, dijo Sautú y explicó que el relevamiento se realizó en escuelas de la isla Maciel y de la localidad bonaerense de Luján.
Como consecuencia de esta situación, "muchos alumnos de hogares pobres terminan la escuela primaria a los 12, 13, 14 o más años y, si no concluyen, abandonan los estudios", subrayó la docente, que además es titular de la cátedra de Metodología de la Investigación Social, de la carrera de Sociología de la UBA.
Por lo tanto, "a la insatisfacción de las necesidades básicas de los alumnos se suma un sistema educativo que no está en condiciones de enseñar ese tipo de contenidos abstractos".
Por este motivo, la especialista consideró que "las escuelas de estos barrios deben ser las mejores y contar con los recursos materiales adecuados y con docentes capacitados en métodos de enseñanza para que los niños aprendan, pero desgraciadamente no es así".
"Por el contrario, las escuelas tienen una escasez tremenda en este sentido, por eso más importante que las computadoras, es que el maestro esté bien entrenado en métodos de enseñanza, tal cual lo sostienen estudios internacionales", agregó Sautú.
Este trabajo de investigación, que se realizó en el año 93, quedó compendiado en un libro de editorial La Colmena, titulado "Los pobres y la escuela", donde además se publica un estudio de la docente Ana María Babini.
Esta línea de abordaje continuó en el 99, donde Sautú junto a un grupo de psicólogas y sociólogos entrevistó a padres, docentes, directivos, alumnos de hogares de la isla Maciel, de escuelas de Sarandí y Dock Sud y evaluó la historia escolar de los alumnos.
En esta oportunidad, se incluyó la relación que existe entre el aprendizaje y las situaciones de violencia que viven los niños en sus hogares y en el barrio, donde se elaboran las primeras identificaciones, se experimentan las primeras formas de aprendizaje.

La convivencia con la agresión
A través de la investigación de 250 casos observaron cómo las situaciones de conflicto se trasladan a la escuela y cómo el aprendizaje se ve afectado por formas sutiles de agresión hacia los niños.
A la situación de violencia de los barrios en los que por ejemplo "se recluta a personas que venden drogas, hay que agregar la de los hogares, en los que hay necesidades insatisfechas", señaló.
"Ser pobre significa además que te pasan un montón de cosas tristes: duelos por pérdidas de afectos, de hermanitos que son llevados a hogares de otras personas porque los padres no los pueden mantener, padres que mueren, niños que migran porque tienen que trabajar, lo que genera situaciones de violencia que se reproducen en el ámbito educativo", recalcó Sautú. La docente universitaria reiteró sus dudas "acerca de los métodos de enseñanza y de la tradición pedagógica que se aplica en las escuelas" de estas zonas marginales.



El reto del conocimiento abstracto genera repitencias.
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