Año CXXXIV
 Nº 49.136
Rosario,
domingo  03 de
junio de 2001
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Una antología de toda la poesía de Roberto Juarroz
"Antología esencial": La búsqueda de una realidad distinta

Paola Piacenza

La poesía de Roberto Juarroz (Buenos Aires, 1925-1995) comprende catorce volúmenes todos denominados "Poesía vertical". El primero se publicó en 1958 y el último es una edición póstuma de la "Decimocuarta poesía vertical" y los "Fragmentos verticales"; breves textos en prosa que son "una forma tangencial de la poesía", según su autor. La identidad en el título es el indicio más inmediato de una unidad de los poemas que trasciende esta anécdota para convertirse en una forma de indagación que no cesa y se continúa más allá de la edición de cada uno de los libros.
En principio, la verticalidad del poema es el eje "natural" del texto poético, por contraste con la prosa, cuya dimensión es la de la extensión en el despliegue horizontal de la palabra. Sin embargo, la "verticalidad" del poema de Juarroz es una dirección antes que un dominio. Para el poeta, la idea de verticalidad supone "atravesar, romper, ir más allá de la dimensión aplanada, estereotipada, convencional y buscar lo otro".
La "dirección" debe entenderse en el sentido prescriptivo y espacial del término. Por el lado prescriptivo, se trata de una ética del poema que persigue una forma ceñida donde cada elemento cumple una función insustituible. Los poemas "verticales" de Juarroz presentan una economía austera de pocas palabras en estudiado equilibrio. Carecen de títulos y sólo se reconocen por un número en la serie también numérica de las distintas ediciones. Los blancos son precisos y dejan el lugar necesario para que el silencio se vuelva tan presente como el sonido: "Celebrar lo que no existe / ¿Hay otro camino para celebrar lo que existe?" (IX "Poesía vertical, 3") se pregunta el poeta desde una lógica complementaria que construirá otros pares: presencia/ausencia; vida/muerte; emoción/razón; entre los principales. Julio Cortázar dijo de la desustancialización de la lengua en Juarroz que su "visión libre de impurezas" es la que "en el alba de nuestro mundo tuvieron los poetas presocráticos".
La dialéctica de las presencias y ausencias es el marco general de una teoría del simulacro según la cual "el ser es el resumen de la nada" (VI, 8). Según Juarroz, la poesía tomaría la dirección "inversa" de una expectativa "que crece hacia atrás" hasta dar con el momento en que el hombre erró el camino y aprendió "la farsa de ser algo". El movimiento se designa con un neologismo que recuerda ineludiblemente los de Macedonio Fernández, también entretenido en el "humorismo de la nada": "desnadarse", dice Juarroz, "desnadarse" para ser. La celebración de la nada es una marca neobarroca de esta poesía, incluso una de ellas, la 94 de la "Séptima poesía vertical", parafrasea versos de un soneto de Sor Juana Inés de la Cruz "El hombre es siempre/ el constructor de una cárcel / Y no se conoce a un hombre / hasta saber qué cárcel ha construido". La poesía de Juarroz no tiene centro, "El centro no es un punto" (II, 16), y esta carencia construye sólo máscaras y apariencias.
Este nihilismo no es, sin embargo, pesimista, sino antes bien un auténtico manifiesto de esperanza. Por la poesía, los hombres recobrarían " la única forma que podría recogernos / y borrarnos la otra, / la que se equivocó hacia fuera" (III, Poemas de unidad, 5). Juarroz llama "disponibilidad" a esta actitud utópica que consiste en "La ilusión de la vida por delante" que resulta de "la presión diagonal de lo imposible" (XI, 23).
En las historias de la poesía argentina, la obra de Roberto Juarroz aparece como parte de la generación posterior a la del 50 y contemporánea de la de Edgard Bayley, Raúl Gustavo Aguirre, Mario Trejo y Alejandra Pizarnik. Entre sus "maestros", Juarroz no cesa de nombrar, en todas las entrevistas, al aforista italiano Antonio Porchia y a René Char. Sus versos carecen de referencias bibliográficas o eruditas, sin embargo, en la lectura de las entrevistas publicadas en la Argentina y en México, es notoria su predisposición a la cita textual, especialmente de Paul Klee, Samuel Beckett, T.S.Eliot y Emerson. Una pasión que parece relacionada con su tarea de bibliotecario y experto en bibliotecología que desarrolló para la Unesco y la OEA en diferentes países latinoamericanos y en el Departamento de bibliotecología y documentación de la Universidad Nacional de Buenos Aires, en la que también fue profesor.
La "Antología esencial" fue seleccionada por Sandra Mora y Beatriz San Vicente y supervisada por la viuda de Juarroz, Laura Cerrato. Cumple con su intención primordial porque los poemas elegidos enfatizan el carácter de unidad de una obra fiel a la elocuencia de un único nombre que espera detrás de los "falsos nombres" que designan a las cosas conocidas.



Roberto Juarroz publicó 14 libros bajo el mismo nombre.
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