El presidente de Colombia, Andrés Pastrana, confirmó ayer que concurrirá a la reunión de la Confederación Sudamericana de Fútbol, que pasado mañana se realizará en Paraguay, para defender la realización de la Copa América en su país. Según informó la agencia EFE, fuentes de la presidenica confirmaron que Pastrana viajará acompañado de los alcaldes de las siete ciudades del país donde estaba previsto que se jugara el torneo, a partir del 11 al 29 de julio próximo y ahora cuestionado por la ola de atentados que conmueve al país. La CSF expresó hace dos días su "gran preocupación" por los atentados con coches-bomba, ocurridos en las últimas dos semanas en distintas ciudades de Colombia, entre ellas algunas de las sedes del campeonato continental. "Tomé la decisión de ir personalmente a la reunión de la Confederación para asegurar la realización de la Copa en nuestro país", manifestó Pastrana en la ciudad caribeña de Cartagena. "Vamos a demostrarles a todos nuestros hermanos americanos que nuestro país sí puede organizar esta Copa, con seguridad y garantías para todos. Vamos a demostrar que la Copa América sí puede ser la copa de la paz", expresó el primer mandatario. Además del presidente Pastrana, viajarán a la capital paraguaya los alcaldes de las siete ciudades en las que se disputará la copa, que son Bogotá, Antanas Mockus; Medellín, Luis Pérez; Barranquilla, Humberto Caiafa; Cali, John Maoya, y Armenia, Mario Londoño. Distintas versiones señalaron que Pastrana estaría representado por el ministro de Minas y Energía, Ramiro Valencia Cossio, y por el jefe de seguridad de la competición, coronel Aldemar Bedoya. Asimismo, estarán en la cita de la CSF el coronel Germán Jaramillo, director del Departamento Administrativo de Seguridad (Policía secreta colombiana) y los presidentes del Comité Ejecutivo de la Federación Colombiana de Fútbol, Alvaro Fina, y del Comité Organizador de la Copa, Jorge Correa. El Estado colombiano tratará así de revertir la imagen de violencia construída luego de los últimos actos terroristas que conmovieron al país y que dejaron muertos y heridos. El viernes 25 de mayo un coche bomba explotó a unos 700 metros del estadio El Campín, donde se deberían jugar la final y el partido por el tercer puesto del torneo, dejando un resultado de cuatro muertos, y el 17 de mayo último, en Medellín, otro atentado arrojó un saldo de ocho fallecidos y 130 heridos. En Colombia, el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), de corte marxista, prometió la no concreción de hechos violentos durante el torneo. Entre tanto, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de tendencia guevarista, responsabilizó por los atentados a "grupos paramilitares de derecha que quieren la desestabilización". El comandante guerrillero Raúl Reyes, portavoz y negociador de paz de las FARC, señaló: "No tenemos ningún interés en sobotear ese torneo y, al contrario, apoyamos su celebración como una muestra de unidad de los pueblos a través del deporte".
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