Un delincuente murió durante un intento de asalto a un negocio de compraventa de muebles usados en la zona sur, en el que también resultaron heridos dos hermanastros, propietarios del local. El hecho de sangre se desencadenó cuando el ladrón se trabó en lucha con uno de los jóvenes y entonces se produjeron varios disparos en el interior del inmueble.
Si bien la policía ayer no pudo establecer la secuencia exacta de los hechos, lo cierto es que el maleante recibió dos impactos y murió a unos 20 metros del lugar, en plena calle. Los dueños del negocio, en tanto, sufrieron heridas en un brazo y en el cuello y tuvieron que ser internados en el Hospital de Emergencias.
El ladrón abatido fue identificado como Cristian Alberto Zapata, de 22 años. Minutos antes del mediodía, Zapata llegó al local de bulevar Seguí 1651 a bordo de una bicicleta. De inmediato ingresó con un arma de fuego y encañonó a Ariel Alejandro Spría, de 25 años, y a Cristian Pasquero, su hermanastro de 16, quienes en ese momento eran las únicas personas que estaban en el lugar. Algunas versiones indicaban ayer que el ladrón actuó con la complicidad de otra persona, pero la policía no lo pudo establecer.
A quemarropa
El maleante avanzó hacia uno de los hermanastros y directamente le puso el revólver en el cuello y le exigió la entrega de todo el dinero. Fuentes de la Brigada de Homicidios consignaron que las víctimas intentaron resistir el robo, pero el delincuente disparó dos veces su arma. Los proyectiles impactaron contra Ariel Alejandro, en el antebrazo derecho, y contra su medio hermano, en el cuello. La secuencia continuó con Zapata saliendo a toda carrera y subiéndose a la bicicleta.
Voceros de la investigación relataron que Spría salió a la calle a perseguirlo y a los pocos metros se trabó en lucha con el ladrón. En esa oportunidad, mientras ambos tironeaban del revólver se produjeron otros dos disparos. Esta vez el que recibió los proyectiles fue Zapata.
Según los peritos, Zapata recibió impactos de bala en el medio del tórax y en un hombro, muy cerca del cuello, con orificio de salida en la espalda, y murió prácticamente en el acto. A los pocos minutos, los hermanastros fueron llevados al Heca. Uno de ellos ingresó en grave estado, pero por la tarde trascendió que ninguno de los dos corría peligro.
Sobre la vereda sur de Seguí al 1600 era perfectamente visible un reguero de manchas de sangre que comenzaba en el negocio y terminaba casi sobre el cadáver de Zapata, que quedó tendido boca arriba. El asaltante vestía zapatillas negras, pantalón claro, remera beige y campera tipo leñadora. La policía secuestró a sus pies un revólver calibre 32 con cuatro cápsulas servidas y dos balas intactas en su tambor. Según los investigadores, Zapata recibió los mortales balazos durante el forcejeo con uno de los hermanastros.
Zapata cayó muerto frente a un minimarket a unos 20 metros de la compra-venta y su cuerpo quedó tendido entre en unos carteles que anunciaban ofertas de fiambrería. El muchacho vivía muy cerca de allí, en Moreno al 3800, y según la policía contaba con numerosos antecedentes penales. Su pecho tenía grabado dos tatuajes con leyendas ilegibles. Cuando los peritos de la División Criminalística se disponían a trabajar sobre el cuerpo, comenzaron a llegar familiares y conocidos del joven.
El primero fue un hermano mayor que apenas comprobó que se trataba de Cristian estalló en llantos. "Hace ocho meses se murió mi otro hermano por una insuficiencia renal y ahora me matan a éste. Mi vieja se va a morir. Ella sufre del corazón y no lo va a tolerar. Mi mamá vivía sufriendo por él y mirá cómo vino a terminar", gritaba entre lágrimas.
Poco después apareció la madre de Zapata, descalza, junto con una chica de unos 20 años. La mujer sufrió una crisis de nervios y tuvo que ser atendida a bordo de una ambulancia del Sies.