La confianza de los consumidores rosarinos sigue cayendo en picada. Así lo revela la medición de mayo con un índice de 32,20 puntos, uno de los más bajos desde que asumió el presidente Fernando de la Rúa. Este indicador había repuntado en el mes de marzo con el regreso de Domingo Cavallo al Ministerio de Economía, cuando alcanzó los 37,69 puntos. La evaluación de los rosarinos sobre su situación personal es demoledora: el 66,7% dice que está peor que un año atrás, mientras que sólo un 15,1% espera estar mejor el año que viene.
El Indice de Confianza del Consumidor (ICC) que elabora la Fundación Libertad cayó este mes a los 32,2 puntos, contra los 35,88 de abril y los 37,69 de marzo. Justamente ese mes coincide con el recambio ministerial en Economía que culminó con la asunción de Cavallo, y resultó ser el pico de optimismo de la gente de los últimos 15 meses.
El retroceso de mayo significa una disminución del 10,2% respecto a abril y una caída del 8% contra el mismo mes del año anterior. En ese contexto, el ICC de mayo quedó un 15% por debajo del nivel alcanzado luego del impacto positivo provocado por el nombramiento de Cavallo.
Del total de encuestados, sólo el 17,4% opinó que la situación macroeconómica será mejor el año próximo, mientras que el 41,8% se dejó ganar por el pesimismo y cree que todo estará peor. La comparación con las respuestas de hace sólo un mes atrás brinda un resultado cruel: en ese momento los porcentajes fueron de 23,7% y 29,1% respectivamente.
Asfixiados por los impuestos
Los autores del estudio indicaron que "la caída se explicaría, en parte, por el anuncio de las últimas medidas impositivas (eliminación de exenciones al IVA), que habrían generado en la conciencia de la población de las limitaciones del gobierno para resolver el problema fiscal".
El aumento de la presión impositiva es interpretado por la gente como "una disminución de la capacidad adquisitiva".
El descenso del ICC en mayo refleja además un deterioro en todos los subíndices que lo componen, particularmente en el caso de las expectativas de corto plazo, tanto macroeconómicas como personales, y también el de intención de compra de bienes durable como inmuebles o autos.
Las expectativas macroeconómicas de corto plazo se redujeron un 20% respecto del mes pasado, y volvieron a alejarse las expectativas de largo plazo.
Los autos y las casas esperan
En cuanto a la compra de bienes durables, la caída del mes de mayo llevó a este parámetro a su valor mínimo (20,8 puntos), desde el comienzo de la medición en enero de 1999. Esta es la quinta baja mensual consecutiva y se acumula así un retroceso del 53,6% (23,5 puntos) desde que Fernando de la Rúa se mudó a la Casa Rosada.
En ese sentido, la gente evaluó poco conveniente comprar autos o casas por la conjunción de una situación desfavorable tanto en lo personal como en lo global. Los encuestados ven más lejana la salida de la recesión, por lo que estratégicamente prefieren postergar las decisiones de consumo. Además, la tendencia de deterioro de la situación económica personal se mantuvo en mayo y ésto influyó negativamente sobre las decisiones de compra.
La evolución del ICC durante el último año y medio refleja claramente los avatares de la conducción política y económica del país. El indicador de diciembre de 1999, cuando asumió De la Rúa, fue de 41,19 puntos, el récord histórico de la serie. A partir de ese momento comenzó un descenso que se acentuó con el impuestazo dispuesto por el entonces ministro de Economía, José Luis Machinea. El pozo se registró en noviembre del año pasado con 30,06 puntos, en coincidencia con la crisis fiscal que puso a la Argentina al borde de la cesación de pagos.
Justamente, el mes siguiente la tendencia se revirtió con la llega del blindaje financiero internacional, que puso al ICC de diciembre en los 30,78 puntos, y se mantuvo en enero. La debacle ministerial de febrero, con la salida de Machinea y el fugaz paso de Ricardo López Murphy, marcó un nuevo retroceso al 32,07 en febrero.
En marzo llegó Cavallo y el ánimo se recuperó hasta los 37,69 puntos, pero la falta de respuestas inmediatas y la mayor presión impositiva dejó a la gente hundida en otra depresión que ya lleva dos meses.