| | Editorial Fuente de trabajo en riesgo
| El cierre de los tres bingos de la ciudad, a partir de la caída de las medidas cautelares que permitían hasta poco tiempo atrás su normal funcionamiento, ha sido el detonante de una situación que debe ser calificada, mínimamente, como injusta. Es que son trescientas las familias afectadas por las clausuras, porque trescientos son, también, los trabajadores cuyo empleo se acaba de desvanecer, literalmente, en el aire, como consecuencia de la falta de sanción de una ley de juego en la provincia. La citada norma obtuvo ya media sanción en la Cámara de Diputados, pero el Senado aún no se ha expedido. Mientras tanto, la angustia se apodera de un grupo de personas que se ganaba el pan de manera decente en el marco de una crisis cuya prolongación en el tiempo no hace sino profundizar sus nefastos efectos recesivos. Claro que bajo ningún concepto puede discutirse la transparencia de los conceptos vertidos sobre el espinoso asunto por el mandatario santafesino, Carlos Reutemann. "Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada", dijo el gobernador, parafraseando a Juan Domingo Perón. Del otro lado, la respuesta también se sitúa en el marco de una lógica carente de fisuras: "Gobernar es crear fuentes de trabajo", rezaban los panfletos distribuidos anteayer por los trabajadores de los bingos en la zona céntrica de Rosario, durante un masivo acto de protesta por el cierre de las salas de juego. Se trata, como resulta visible, de un caso en extremo complejo, pues se está en presencia de dos discursos embebidos de absoluta legitimidad que -paradójicamente- se enfrentan de manera todavía insoluble. Aunque sin dudas ciertos puntos oscuros no pueden ser aclarados con facilidad. Entre ellos, existe una pregunta de elusiva respuesta: ¿por qué Santa Fe está en una posición tan precaria, desde el punto de vista legal, con respecto a un tema tan candente como es el juego, a tal punto que el vacío que padece en la materia no puede ser comparado con el de ninguna de las restantes provincias que integran la Argentina? El mal no es difícil de curar: basta con sustituir la vigente ausencia de normativa por una ley dinámica, ágil, bien adaptada a los tiempos que corren y que priorice el interés de la gente por sobre vetustos criterios morales. Y hacerlo, además, sin demoras. Porque hace tiempo que esta dura realidad ha dejado de permitirlas.
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