Pablo Díaz de Brito
"Nacido en 1937, fue opositor democrático al régimen de Salazar. En su época de estudiante fue preso y condenado por motivos políticos, estuvo exiliado y sólo regresó a Portugal con la caída de la dictadura, en 1974". Así describe la gacetilla del Centro Cultural Rivadavia a José Augusto Seabra, el embajador de Portugal en Argentina, quien vino a Rosario para dar una conferencia sobre las relaciones entre la Unión Europea y América latina. Previamente visitó este diario, donde fue recibido por el director del Multimedios La Capital, doctor Tomás Gluck. Seabra, además de diplomático, es un intelectual con una formación envidiable: aprovechó su exilio francés para doctorarse en la Sorbona bajo la dirección de Roland Barthes. Es poeta y especialista en la obra de Fernando Pessoa. Y un profundo conocedor de la compleja historia política portuguesa contemporánea. -La apertura de la Unión Europea al Este, actualmente en discusión, incluye la libre circulación de trabajadores: si la UE incorpora 8, 10, 12 países muchos más pobres que Europa Occidental, ¿No pueden estallar movimientos xenófobos antieuropeos, aún peores que los de Haider en Austria y Bossi en Italia? -Nosotros defendemos la posición de diferenciar el principio y los valores de la inmigración -Portugal recibe rumanos, moldavos, ucranianos, y los recibe bien. Lo que queremos es que una inmigración legal: tomamos la decisión de legalizar a todos los que hoy están ilegales en cinco años. No estamos contra la inmigración, la necesitamos y deseamos combatir a estas mafias que trafican con los inmigrantes. Portugal es un país de emigración y se volvió de inmigración. Sabemos que en la época de la dictadura de Salazar hubo una inmigración portuguesa ilegal en Francia, por ejemplo. Sabemos lo que significa emigrar ilegalmente (Seabra debió exiliarse en Francia durante la dictadura salazarista). Por esto es que queremos legalizar a los inmigrantes. También buscamos integrar a los inmigrantes de las ex colonias portuguesas. Nuestra Constitución impone no ya como derecho sino como deber dar refugio a las personas necesitadas de ello. -En términos menos altruistas, Portugal, como España y tal vez Grecia, se opone a la apertura al Este porque perdería fondos comunitarios, ya que dejaría de ser uno de los hermanos pobres de la familia europea. -¡No! ¡Eso no es verdad! Portugal siempre apoyó la apertura, aún sabiendo que nos perjudicaremos económicamente. Siempre defendimos el ingreso de Rumania (donde fui embajador), de Bulgaria, de República Checa, de Turquía, etc. Somos muy favorables a esto y es una posición permanente y estratégica de la diplomacia portuguesa. -El gobierno de Antonio Guterres (el actual primer ministro) plantea, como muchos otros gobiernos socialdemócratas, una visión más centrista que la tradicional de la socialdemocracia de los 70-80: habla de una síntesis entre flexibilización y seguridad social, de replantear el modelo social europeo. ¿Los socialdemócratas de los 90, que dominan Europa, son todavía social-demócratas o más bien liberal-demócratas? -Hablaré como analista de la política portuguesa y no como diplomático. En Portugal hay dos grandes partidos: uno socialista, que está en la Internacional Socialista, y un Partido Socialdemócrata que integra el Partido Popular Europeo, o sea, es de centroderecha. Unos son socialistas y otros tienen el título de socialdemócratas pero son populares (democristianos y conservadores europeos). Segundo, el PS desde el inicio siempre se presentó como socialista democrático, pero en su interior hay socialdemócratas y también quienes están más a la izquierda. La profesión de liberalismo que hacen por ejemplo Tony Blair o Gerhard Schroeder (los máximos exponentes de la Tercera vía), no existe en el caso portugués, no se puede decir que el socialismo de Portugal defiende las posiciones inglesas o alemanas. Sí que hay más influencia del socialismo francés. En la época de la revolución (1974), los socialistas portugueses eran más radicales, por la razón histórica de que eran rivales de los comunistas y tenían puntos de vista marxistas. Después, con la evolución, como ya los comunistas no eran un peligro, el PS se tornó menos crispado y además cuenta con católicos, como Guterres, o laicos republicanos. Pero no se puede decir que el PS portugués defienda posiciones liberales, puede, sí, haber integrantes liberales o con posiciones más liberales. El PS tiene una posición reformista, en la tradición socialista democrática. Cuando se introduce la idea socialdemócrata en Portugal es con el 25 de abril de 1974 (la "Revolución de los claveles"), con el Partido Socialdemócrata, que entonces se llamaba Portugal Democrático. Este partido comenzó siendo socialdemócrata, luego pasó a integrar el liberalismo a nivel del Parlamento europeo y ahora se encuentra con los populares. Y es que contenía estas tres tendencias. En Portugal se encuentran nuances, matices, muy grandes. -Guterres gobierna desde hace años y Portugal crece, hay desarrollo. ¿Podría hacer esto con una política socialista tradicional de redistribución e impuestos, o perdería la inversión extranjera y el interés de los mercados? -Hay que diferenciar entre partidos y gobiernos. Es un error creer que las políticas de los partidos tienen que tener una transposición directa en los gobiernos. Las políticas del gobierno no pueden ser las del partido, porque el electorado que lo votó no es sólo la base del partido: al socialismo lo votó también una parte del electorado moderado, y el gobierno tiene que hacer una política que lo contemple. No hay una correspondencia exacta entre partido y gobierno. Son los problemas de la democracia: es legítimo que un partido que tiene votos que no son de sus partidarios los tenga en cuenta. No se puede decir que el 50% de los portugueses sea socialista, claro. Además, hay que distinguir posiciones en el Parlamento y en el gobierno, cuando mayorías parlamentarias no dan un apoyo total al gobierno. Son dos valores en contradicción: la estabilidad y la pluralidad de opciones. Acá viene al caso utilizar la expresión clásica de Max Weber: la ética de la responsabildad y la ética de la convicción. Para el gobierno es más importante la primera, para el Parlamento vale más la segunda, a mi criterio.
| Seabra: diplomático, hombre de letras y analista político. | | Ampliar Foto | | |
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