Año CXXXIV
 Nº 49.128
Rosario,
sábado  26 de
mayo de 2001
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Un libro que desnuda la ferocidad de un personaje acostumbrado al silencio
Videla, la máscara de la muerte
Vicente Muleiro, uno de los autores de "El dictador", radiografió la historia secreta del hombre fuerte del Proceso

Mauricio Maronna

Jorge Rafael Videla cargará sobre su doblada espalda con la cruz eterna de haber sido el responsable máximo del genocidio argentino. El Videla pío, ultracatólico, misionero de un destino supremo que cree haber recibido por mandato divino, es también el ascético hombre de mirada gélida, el amo y señor de las catacumbas del Proceso. En la descripción de esa aparente ambigüedad está el acierto del libro "El dictador", escrito por los periodistas Vicente Muleiro y María Seoane. El mismo dictador que mostró su gesto más brutal al quedarse quieto ante la desaparición de las monjas que habían cuidado la salud de su hijo oligofrénico, luego fallecido en una colonia psiquiátrica.
"Nos dimos cuenta de que Videla faltaba en los ensayos que se habían realizado sobre los 70, no estaba historiado, tenía un aura protectora. Además, permanecía rodeado de silencios. Este libro es la venganza democrática de la palabra, un desafío periodístico de ponerle palabras a lo que estaba rodeado de silencios", grafica Muleiro en una extensa entrevista con La Capital.
-Videla es descripto como un hombre inculto, casi ignorante. Sorprende que haya crecido tanto dentro del Ejército una figura con tan poco espesor intelectual.
-Videla es un hombre con muy poca formación. Tiene una carrera brillante porque es considerado un profesionalista y se toma el trabajo de cumplir todas las órdenes que le dan. Pero, aun en una época muy dinámica del Ejército, desde el golpe del 55 hasta el 76, Videla no aparece. Entre azules y colorados, se jugó por el coloradismo, que era el ala más gorila y antiperonista, propio de su formación conservadora del interior de la provincia de Buenos Aires.
-Videla justifica las atrocidades que cometió en aras de objetivos supremos: el Ejército, Dios y la patria.
-Está absolutamente convencido, pero no puede explicar ese objetivo superior. En su intimidad, ese objetivo supremo es el Ejército. Se crió en el regimiento, el padre nunca se sacó el uniforme. En la escuela secundaria prefería no juntarse con sus amigos, se quedaba en ese ámbito del Regimiento 6 de Infantería, en Mercedes. El Ejercito ocupó toda la subjetividad de un personaje con mentalidad pobre, vacía y solitaria. Más allá de los grandes objetivos de Videla todos sabemos qué hubo detrás: figuras abstractas que representan los intereses de una casta.
-Massera siempre tuvo un proyecto político propio. ¿Y Videla?
-Videla operó para la imagen pública como la contrafigura de Massera. Parece el hombre replegado, que está haciendo la guerra que no deseamos, un deber ante Dios... Sin embargo, se siente el único. "¿Quién puede hacerlo si no yo?", es la pregunta que Videla se formula. Hay un lugar en el que él se siente único y da algunas batallas: sucederse a sí mismo, pelear para que ese cuarto hombre en el que se transforma por afuera de la Junta Militar sea el primer hombre. Y está la batalla por aplastar los planes políticos de Massera.
-Videla le ganó esa batalla a Massera.
-Claro. Massera se fue del gobierno, fundó un partido político intrascendente y no pudo realizar su plan. Videla peleó poder, no fue un sujeto pasivo. No se es de casualidad dictador y artífice de un genocidio en un país como la Argentina, hay que cumplir con algunos requisitos. El principal requisito de Videla fue cargar con la ideología más retrógrada del Ejército.
-Este Videla ascético, que cumple como un monje de clausura con su arresto domiciliario y no brinda entrevistas, se contrapone con la ampulosidad de otros dictadores.
-Videla reprime el deseo, aunque sea el deseo de hablar. El silencio asordinado de Videla guarda un gran resentimiento de clase: el declive de la oligarquía del interior del país. El forma parte del medio pelo que declinó, de la tierra que no se valorizó y que ve en el progreso de los otros un gran peligro. Por eso Videla es tan tremendamente antiperonista y le preocupa la movilidad social. Por eso terminó siendo el presidente de la muerte.
-Algunos intelectuales de derecha, Mariano Grondona es un caso típico, se ocuparon de reivindicar a Videla y de diferenciarlo de otros jerarcas del Proceso.
-Es una gran mentira que Videla sea un moderado. Verlo como a un hombre tan pío y católico permite contener y dejar hacer a los locos de la guerra: Suárez Mason, Camps y Massera. Videla nunca tuvo diferencias con Massera en la estrategia represiva y alabó públicamente a Suárez Mason por el rol cumplido en el I Cuerpo de Ejército, uno de los reductos más asesinos de la dictadura.
-¿Esa imagen beata que quiere transmitir Videla encontraría respaldo en algún sector de la sociedad que clama por valores retrógrados? ¿Hay lugar para un Videla político?
-En la medida en que se devela la matanza de Videla y su impiedad; en la medida en que salen a la luz los objetivos de reformular la Argentina con valores decimonónicos, los sectores que pueden ver en él a un líder son cada vez menores. Sí pueden seguirlo quienes ven amenazados sus intereses en una sociedad cada vez más pluralista. Aunque siempre conviene pensar que en la Argentina puede haber criminales dispuestos a apoyar a Videla.



"El principal requisito de Videla fue cargar con la ideología más retrógrada del Ejército".
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