| | cartas Las mieles del triunfo
| Hace pocas semanas el mundo se vio conturbado por una resolución del Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre la situación en diversos países y especialmente en Cuba, que nos interesa especialmente por afinidad latinoamericana y por la tradicional amistad que nos une a ese país. Con tono imponente, por no decir autoritario, nuestro canciller justificó el voto de censura contra el gobierno cubano desoyendo las voces de mesura de los dirigentes políticos que aconsejaban la obtención. Esta votación fue contabilizada por nuestra Cancillería como un gran triunfo en la defensa de los derechos humanos presuntamente conculcados en Cuba. La respuesta del líder isleño no se hizo esperar y en tono airado y sarcástico, se refirió en forma nada diplomática calificando como lamebotas de los yanquis a nuestro gobierno. Como era de esperar, los agravios verbales inferidos, además de agrios comentarios anticastristas suscitaron el retiro de nuestro embajador. Llegado al país también coincidió con quienes aconsejaban la abstención en la votación. Las mentadas relaciones carnales con Estados Unidos profundizadas en los aciagos tiempos del menenismo y continuadas por nuestro actual gobierno, tuvieron así la confirmación de que siguen existiendo con nuestra madre patria adoptiva. Otrora el Plan Brady, más acá el blindaje financiero y en ciernes el señuelo del Alca (¿libre comercio?) el imperio moderno mimetizado sigue elucubrando la manera de seguir sometiendo a los países sudamericanos. Pero la noticia publicada en La Capital me hizo reflexionar sobre esta realidad que, contundentemente lastima nuestra sensibilidad de argentinos: nuestros productores de miel no pueden colocar el dulce producto de sus emprendimientos en los Estados Unidos debido a las trabas que opone a la importación de dicho producto el Departamento de Comercio de EEUU. A escasos días del incidente con Cuba y como premio a la obsecuencia y a las carnalísimas relaciones, nuestro canciller y el gobierno que representa podrán brindar por el triunfo en la ONU, eso sí: con abundante miel argentina. Así recompensa el imperio a sus genuflexos correveidiles. Jorge L. Medin
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