Año CXXXIV
 Nº 49.128
Rosario,
sábado  26 de
mayo de 2001
Min 17º
Máx 26º
 
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Editorial
El Círculo, orgullo rosarino

La ciudad, sin dudas, es mucho más que un gran conglomerado edilicio donde habita un millón de personas. La ciudad es, también, un alma, y en ella vive lo mejor de su historia. En esa historia, aún joven, edificada con sacrificios e hija de un origen tan anónimo como humilde, ocupan un lugar destacado los referentes de la cultura, que brillan con una luz tan intransferible como propia. Entre ellos, en un sitial preferencial, se encuentra el teatro El Círculo, hito ineludible del pasado y el presente de los rosarinos, que también se proyecta con pujanza hacia el futuro.
Noches atrás, con motivo de la fiesta patria del 25 de Mayo, se celebró en el teatro un concierto que hizo hincapié en la rica tradición de la música argentina. Con un repertorio en el que sobresalían obras de Carlos López Buchardo, Mariano Mores y Astor Piazzolla, y la participación del consagrado bandoneonista Daniel Binelli en el rol de solista, la velada gozó de un profundo significado musical que se vio enaltecido por la presencia de las más altas autoridades de la provincia, entre ellas el gobernador, Carlos Alberto Reutemann, y el ministro de Educación, Alejandro Rébola.
Tan solemne ocasión fue la ideal para demostrar que el viejo y querido teatro es, en efecto, antiguo, pero se "aggiorna" constantemente. Sucede que, aunque acaso pequeña en el rango de lo material, la inauguración de un ascensor para discapacitados puso a El Círculo a la altura de las mejores salas europeas, donde tal comodidad nunca se encuentra ausente. El propio mandatario santafesino se asoció, con cálidas palabras, al feliz momento: "Vine con mucho gusto porque sé que estaban detrás de este proyecto desde hace mucho tiempo. Sus caras de alegría me dan mucha satisfacción", dijo Reutemann, mientras a su lado el presidente de la Asociación Cultural El Círculo, Guido Martínez Carbonell, contaba con orgullo que el flamante elevador no había afectado la estructura ni la armonía estética del histórico edificio.
Enhorabuena, entonces. Porque la continuidad de algunas entidades, como la de ciertas tradiciones, contribuye a la riqueza misma de la vida en cualquier espacio urbano que se jacte de ser dueño de una identidad. Y aunque Rosario, en ese sentido, tenga aún un largo camino por recorrer, es a partir de la renovada permanencia de instituciones como El Círculo que irá construyendo el rostro que de ella se recordará en el porvenir.


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