Año CXXXIV
 Nº 49.123
Rosario,
lunes  21 de
mayo de 2001
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La Virgen del Rocío regó de música, flores y bailes las calles de Rosario
La festividad es la tercera en importancia en la ciudad. Unas 3000 personas participaron de la procesión

Pablo Procopio

Un Ford Fiesta rojo se detuvo frente al cantero central en la esquina de Pellegrini y Mitre y su conductor quedó perplejo. Jamás hubiera imaginado encontrarse con gente bailando y cantando sevillanas en Rosario, un domingo al mediodía. Y había clima festivo. Una atmósfera de castañuelas, faldas a lunares, mantones, oraciones y el aroma a romero. Verdadera miscelánea para acompañar a la Virgen del Rocío. Desde hace ocho temporadas, la colectividad andaluza rinde homenaje a su patrona y recrea los festejos nacidos en Huelva (España). Unas 3 mil almas siguieron de cerca la misa y procesión que terminaron con una romería. El acontecimiento ocupa el tercer lugar en cuanto a su importancia, después del Día de la Bandera y la Fiesta de las Colectividades.
La imagen, que andaba sobre una cureña (carro), estaba rodeada de flores coloradas, blancas y amarillas. Había salido de la iglesia Nuestra Señora del Carmen (Pellegrini 1561) donde permanece todo el año. Tras la misa comenzó la recorrida. Los peregrinos vivaron a La Rocío, como le dicen, y la saludaron con emblemáticas cañas rocieras del monte de Huelva. Precisamente allí, en la actual hermita, fue vista María por un pastorcito.
En la puerta del templo, diez puestos ofrecían souvenirs: las clásicas estampitas, imanes y cuadritos que no tuvieron (crisis mediante) demasiada demanda. Los vendedores esperaban, por lo menos, hacer "el puchero del día" y reconocieron ir a cuanta festividad pudieran para expender los productos típicos. Un hombre también intentaba con la venta de banderitas que ni siquiera sabía qué representaban. "Me dijeron que las haga con estos colores (verde y blanco)", confió a La Capital. Se trata de la insignia andaluza. Así y todo, mucha gente no dejaba de emocionarse: los fieles que siempre están, los primerizos y los ocasionales participantes, algunos de los cuales saludaban desde los balcones.
La Virgen tiene devotos de todas las edades. Una niña llamada Rocío miraba asombrada a las bailarinas. "Le puse el nombre por la Virgen y mis hijos fueron bautizados acá, donde también me casé", contó su mamá, quien sin embargo no tiene origen español. "Soy italiana y yugoslava pero siento la luminosidad, el amor y la protección de esta imagen", confesó.
Irene, por su parte, recordó su viaje a España, donde participó el año pasado del festejo auténtico. "Soy creyente total" sostuvo sanguínea al hacer memoria sobre una "vivencia fervorosa".
La procesión, que partió desde la iglesia y llegó hasta el Centro Andaluz, fue celosamente escoltada por 250 jinetes de centros tradicionalistas. No sólo representantes de la entidad le pusieron el clima de sevillanas a la jornada, también fueron invitados los integrantes de un estudio de danza particular. Hubo siete paradas, como en la Catedral, siempre acompañadas por oraciones, aparte de música y baile.
La romería siguió toda la tarde en el Centro Andaluz (España 445), lugar donde se incorporó el flamenco. Cerca de 300 personas comieron paella hasta que cayó el sol y la Virgen volvió a casa.



Los peregrinos vivaron a "La Rocío".
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