Año CXXXIV
 Nº 49.123
Rosario,
lunes  21 de
mayo de 2001
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El saxofonista volvió al teatro donde sufrió un ataque cardíaco en 1995
Las siete vidas del Gato Barbieri
El músico rosarino dijo ante su público en Washington que quiere "morir tocando el saxofón, no en una silla"

El legendario saxofonista argentino Leandro Gato Barbieri conmocionó al público de Washington que asistió a su presentación en el Blues Alley, el mismo escenario donde sufrió un ataque cardíaco en 1995, al afirmar: "Yo quiero morir tocando el saxofón, no en una silla". El artista, quien inició en Washington una gira que lo llevará luego a Nueva York, Atlantic City, Houston, Austin y Atlanta, quebró su habitual parquedad y confesó a la prensa sentimientos y conflictos que han empañado su éxito artístico a lo largo de su vida no siempre feliz.
"Si yo hubiera nacido ahora, tocaría el bandoneón -reveló el artista nacido en Rosario en 1934-; es un instrumento increíble y el tango es algo extraordinario. Pero en aquellos tiempos éramos antiperonistas y elegimos el jazz porque era la cosa nueva". Fue así que Barbieri creció amando la música de Charlie Parker y Dizzy Gillespie como también la de las grandes películas de los años 40 y 50.
"Mi tío tocaba saxofón -evocó abriéndose a los recuerdos de infancia- y siempre iba muy bien vestido con trajes ingleses. Pero yo comencé con el clarinete porque no tenía plata para un saxofón, que es un instrumento muy delicado", acotó quien curiosamente llegaría a la fama como saxofonista.
De su niñez en Rosario, Barbieri rescató su pasión por el fútbol. "Practicábamos con una disciplina parecida a la de los bailarines de ballet", aseguró, pero nuevamente la vida frustró su deseo ya que como la estatura no le favoreció, se decidió por la música.
Se mudó a Buenos Aires y comenzó a tocar con la banda de Lalo Schifrin y luego formó su propio cuarteto hasta que, en 1962, emigró a Roma (Italia).
Precisamente fue en la noche porteña donde adquirió el curioso apodo de Gato que lo acompañó desde entonces. "En ese tiempo yo tocaba en un lugar a medianoche y tenía otra presentación a las 12:30 en otro local. Tenía que salir con mi saxofón, corriendo por las calles en plena noche y por eso me decían que parecía un gato. Casualmente yo me siento bastante similar a un gato: me gusta estar solo y soy introvertido".
Luego de varios años en Europa con el gran innovador del jazz Don Cherry, Barbieri se trasladó a Nueva York, donde comenzó a grabar en la compañía discográfica Blue Note y compartió escenarios con artistas de la talla de Stanley Clark, Airto Moreira, Chico Farrell y Lonnie Liston Smith, entre otros.

La búsqueda setentista
A comienzos de los años 70, Barbieri partió en busca de las raíces de su identidad y realizó un recorrido musical latinoamericano en el que integró las melodías indígenas y las percusiones africanas de los instrumentos tradicionales del cono sur, a las estructuras más puras del jazz.
De ese modo, surgieron las creaciones que conformaron los conocidos Capítulos Latinoamericanos, entre las que se destacan "Latinoamérica" (1973), "Hasta siempre" (1974), "Viva Emiliano Zapata" (1974) y "Alive in New York" (1975), que son registrados por la productora ABC Impulse Records.
"Recuerdo que juntamos bombos hechos con piel de oveja, arpas indias, flautas de bambú y toda clase de guitarras, con un trío de jazz. Queríamos mostrar el arte indígena y terminamos creando algo extraordinario", relató con evidente entusiasmo.
Barbieri acotó que algunas de esas grabaciones se hicieron en homenaje a Ernesto Che Guevara, quien vivió en Rosario a tres cuadras de la casa que habitó el músico, aunque no en la misma época. "La «Muerte de un argentino en Bolivia», es para el Che quien, además de un luchador y un idealista inclaudicable, también era poeta y una persona excepcional", opinó.
En 1973, Barbieri compuso la música del filme "El último tango en París", ganadora de un premio Grammy, que lo catapultó a la fama mundial y dio proyección masiva a sus éxitos musicales.

La resurrección
Al final de los años 80, la enfermedad de su esposa, Michele, fallecida en 1995, lo hundió en una de las etapas más oscuras de su vida. "Esos años finales de Michele -confesó con renovado dolor- fueron fatales, caí en la droga y el alcohol y me hundí en un pozo depresivo que me alejó de los estudios de grabación por muchos años".
Luego de enviudar, Barbieri intentó recomenzar su carrera pero sufrió un infarto en plena actuación, sin embargo se recuperó con renovados bríos y volvió a grabar.
El álbum que marcó su retorno, "¿Qué pasa?", estuvo entre los más vendidos de 1997 y dos años después, "Che corazón" (1999), también fue aclamado por el público.
"Cuando vieron esto, dijeron: «¡Resucitó el Gato!». Cambié un poco, pero no hay mucha diferencia. Tengo 68 años, y me siento bien", ironizó Barbieri, quien parece haber retomado las riendas de su vida con la ayuda de su nueva esposa y su hijo Christian que, actualmente, tiene 3 años de vida.



El Gato dijo que logró salir de un pozo depresivo.
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