La que pasó fue una semana muy movida para el mercado doméstico.
El día martes Alan Greenspan bajó los tipos de interés 0,5%, mostrando una vez más que la situación económica en Estados Unidos es muy delicada. En el transcurso de la semana se fue materializando la posibilidad del megacanje de títulos públicos lo que llevaría a una baja en el gasto público por la postergación en el pago de intereses, y como si fuera poco, la posibilidad de un plan B en estudio (por parte de Juan Vital Sourrouille) enturbió aún más la expectativa positiva que traía el mercado.
En primer lugar, la baja de medio punto en la tasa de corto plazo en Estados Unidos no hace más que confirmar que el gran país del Norte está atravesando una fuerte desaceleración económica.
En apenas 3 meses y 15 días la Reserva Federal bajó la tasa de corto plazo un 2,5%, pasando del 6,5% al 4,0% anual. Esto estaría evidenciando que algún agente económico tiene problemas, y no sería otro que las entidades financieras, que cuentan en sus activos con préstamos incobrables que les estarían reportando importantes pérdidas.
En este contexto, las entidades financieras no otorgan préstamos lo que desalienta el consumo y provoca una caída de los ingresos en las arcas estatales. Esto estaría dando lugar a una reducción del superávit fiscal de Estados Unidos, y consecuentemente a una suba en la tasa de retorno de los bonos de tesorería americanos, que ya se ubica muy próxima al 6,0% anual, en el plazo de 30 años.
Si bien la baja de la tasa de corto plazo en Estados Unidos es un hecho positivo, no hay que perder de vista que una suba en la tasa de largo plazo nos perjudica y mucho ya que es la tasa de referencia para las inversiones mundiales.
Cuando se analiza la tasa de retorno de un bono de un determinado país, está descontando los flujos de fondos esperados en las cuentas públicas. En la medida que el país muestre superávit el bono mostrará una baja tasa de retorno. En la medida que el país muestre déficit, la tasa será muy elevada.
En el caso de Estados Unidos, como se esperan superávit fiscales menores a los proyectados la tasa esta subiendo.
En el caso de Argentina las cuentas públicas muestran un déficit proyectado de 6.500 millones de dólares (que podría ser superior), y por ende, la tasa de retorno de nuestros títulos es muy elevada. Si se le suma la sospecha de que nuestro país no pagará los intereses, la tasa se espiraliza definitivamente a la suba.
Algunas definiciones
En primer lugar hay que decir que la Argentina pagará los intereses de la deuda, ya que de no hacerlo, los perjuicios serían muy superiores a los beneficios.
En segundo lugar, para despejar estas dudas, el gobierno esta procediendo a canjear deuda de corto plazo por deuda de largo plazo, con un período de gracia para no abonar (momentáneamente) los intereses por el plazo de 3 años.
En este contexto resulta absurdo discutir si Argentina conseguirá una tasa alta o baja por el megacanje, ya que esto último no es más ni menos que una renegociación de una deuda que en la actual coyuntura no se puede abonar, y como ocurre generalmente en estos casos, la tasa de los nuevos bonos será mucho más alta que la actual.
A los argentinos no nos debería preocupar la tasa que tienen los nuevos títulos, sino que deberíamos poner el mayor esfuerzo en eliminar el déficit fiscal y conseguir un superávit presupuestario que nos permita a futuro renegociar la deuda a tasas más razonables y no incrementar el stock de deuda existente.
La clave no es discutir el megacanje, sino dejar de equivocarnos, bajando el gasto público y otorgándole al sector privado la posibilidad de competir con una menor presión impositiva, permitiéndole el acceso a los mercados financieros internacionales que posibilite a las empresas locales endeudarse a tasas bajas.
Si luego de este megacanje no logramos superávit fiscal será imposible crecer, y por otro lado, aumentaremos el stock de deuda a niveles insostenibles.
Una vez más nos encontramos ante la última oportunidad. En el año 1989 el Estado hizo una convocatoria pública con el plan Bonex; luego en el año 1992 se convocó nuevamente ante los bancos internacionales, y se firmó el plan Brady, que le permitió renegociar deuda a un plazo de 30 años; y en esta oportunidad, se está renegociando un 15% del total de la deuda con el fin de salir del atolladero en que se encuentra.
Seguramente en las próximas semanas los títulos públicos argentinos muestren una gran recuperación, pero no hay que perder de vista que discutir el megacanje es hablar del pasado. Hoy hay que estar trabajando para obtener superávit fiscal porque si esto no ocurre el final es por todos conocidos.
Creemos que hay que ser optimistas porque la Argentina ha salido de crisis mucho más difíciles que la actual, sólo se necesita que los gobernantes apliquen el sentido común, ajusten al Estado y den lugar a que el sector privado crezca, se desarrolle y cree empleo.
La nota negativa de la semana fue el plan B que está en estudio por orden y cuenta de Raúl Alfonsín. Sin lugar a dudas, nuestros políticos no son ni mejores ni peores que otros políticos del mundo, pero son incorregibles.