El edificio, una soberbia construcción de estilo renacentista, fue originalmente un hospital destinado al auxilio de peregrinos que mandaron a construir los reyes católicos Isabel y Fernando en 1499. La obra duró 25 años y estuvo a cargo de los arquitectos reales Antón y Enrique Egas.
Aunque a lo largo de los años sufrió modificaciones, el aspecto general del Hotel de los Reyes Católicos -que integra la red de Paradores Nacionales- se mantiene bastante fiel a su diseño original, que constaba de dos pabellones (uno para hombres y otro para mujeres) que se abrían a amplias galerías, cada una con un respectivo patio.
Los pabellones que hoy alojan a los lujosos cuartos de huéspedes se comunican a su vez con el magnífico auditorio y sala de conciertos. Rodeado por cuatro patios, el recinto ocupa un lugar central, acorde con la función para la que inicialmente fue concebido: era la capilla del hospital y conserva aún su estilo gótico con influencias de la escuela de Toledo.
La hermosa fachada plateresca del edificio, con su conjunto escultórico que alude a la salvación del cuerpo y el alma, se destaca sobre uno de los costados de la portada del Obradoiro.
El Parador, junto con el Palacio del Ayuntamiento (Rajoy), el del arzobispo Gelmírez y el colegio de San Jerónimo, conforma una de las áreas monumentales de mayor espiritualidad en torno a la catedral y todo un emblema compostelano.
Hacia el siglo XVI cuando se construyó el hospital, la plaza estaba muy lejos de gozar de su prestigio actual. Más bien significaba el confín de la pequeña ciudad porque lindaba con las murallas que rodeaban el burgo. Pero el siglo XVII la encuentra ya convertida en un escenario central de las fiestas públicas.
Un hito de la ciudad
Así como para los antiguos peregrinos el Hospital Real -que funcionó allí hasta la década del 50- constituía un punto de referencia ineludible donde encontraban una alternativa ante cualquier imprevisto, los turistas contemporáneos, aunque no se hospeden en él, continúan considerando al edificio como un hito que los orienta en el recorrido por la ciudad.
Primero hospital, luego hostal y mucho más tarde hotel, la idea de ofrecer refugio al caminante y brindar atención estuvo siempre presente, aunque con diferentes sentidos. Por tal motivo al hotel de los Reyes Católicos se lo considera como el más antiguo del mundo, sobre todo si se tiene en cuenta que la cédula real que ordenaba su construcción fijaba la condición de acoger a enfermos y peregrinos por igual.
El viajero que se asome desde los balcones barrocos a la plaza del Obradoiro admirará el particular color de la piedra de los edificios de Santiago de Compostela y se emocionará al escuchar el tañido de las campanas, tal como hace 500 años se conmovían los peregrinos que encontraban allí el relax luego de las extenuantes jornadas de caminata.
En el hotel los ecos de la historia resuenan de múltiples maneras: en las paredes ornamentadas, en los pisos de austera piedra de los salones y en la sobriedad de los aposentos.
Por su parte, el restaurante del parador sintetiza las exquisiteces de la gastronomía gallega. Allí los platos típicos de la región conviven con sofisticadas recetas de cocina internacional.
Los olores, sabores y colores de Galicia tienen su sede más importante en el Parador de los Reyes Católicos, por lo que vale la pena visitarlo y disfrutarlo a pleno.